11-. Inconsciencia.

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—¿Está tan distraído?—completó el rubio. Su sexto sentido se lo decía. Butch asintió, alternando los ojos entre el hijo de Apolo y la de Nike, que tenía serios problemas con el equino—. Este... Hmmm...—lanzó una mirada a Marcus en busca de ayuda. El ojiverde se sobresaltó:

—Está enfermo—espetó. El ojiazul sonrió levemente. Era una excusa muy tierna:

—Sí, muy enfermo. Tiene gripe.

—SIDA. 

Los dos se miraron confundidos.

—Ébola.

—Malaria.

El hijo de Iris enarcó una ceja—. Ustedes me están mintiend-

—¡BUTCH, MALDITO HIJO DE... ME DEJASTE SOLA! ¡VOY A MORIR!—el pegaso bajo ella comenzó a sacudirse con rudeza, dando saltos. La hija de Nike trataba de sujetarse mientras recitaba el diccionario de groserías divinas. 

—Dioses, yo...—mordió su labio—. A las cuatro en el establo, chicos. Y más vale que me digan la verdad o doce pegasos les perseguirán por dos semanas.

Parecía querer agregar algo aparte, pero las groserías y maldiciones que salían de la boca de la chica daban señales de urgencia, por lo que dio media vuelta y corrió en su ayuda. 

Marcus y Aaron se lanzaron miradas de inquietud. 

—Me gustan los pegasos.  

—¿Y ahora, qué le decimos?


Querían inventarse una mentira pasable, pero no consiguieron concentrarse. Mientras seguían caminando, vieron una linda banca que daba a la playa. Se sentaron y hablaron de flores.

Las favoritas de Marcus eran los girasoles. Su comida favorita era la costilla de vacuno, no tenía libro favorito porque no leía mucho (excusándose con la dislexia) y le encantaba tirar la jabalina.

—Odio el tiro al arco. Nunca le he acertado a la diana. Nunca he conseguido tirar una flecha, creo.

Y continuaron con su diálogo de preguntas y respuestas hasta que un Clovis seguido de una nube negra llegó, con los ojos muertos, y se sentó en la banca que compartían hasta ese momento solamente Marcus y Aaron. Se sentó entre ellos, de hecho.

Clovis suspiró.

—Me siento como si viviera en el Tártaro—explicó. Luego se quedó quieto por unos minutos, observando el césped crecer. Los otros dos chicos se miraron nerviosos. 

—Anímate—dijo al fin Aaron—. ¿Sabes qué te haría sentir mejor?

—Morir.

El hijo de Apolo le envió un mensaje a Marcus con los ojos:

"Esto es demasiado serio para mí".

—Eh... ¿No? Tal vez... ¡Una reunión de Solangelo! ¡Eso sería fantástico! ¿Cuándo podríamos hacerla?

—Nunca—se apresuró a decir Marcus. Él hizo un puchero y clavó sus ojos en los del castaño con desaprobación—. ¿Sabes, Clovis? Aaron no está cien por ciento seguro de que a Butch le gusta ese otro tipo.

Aaron, el semidiós [Yaoi/Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora