Prólogo

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— ¡La estás volviendo loca! —Grito Yuma. —¿Que no ya es suficiente?

—Azusa. —me llamo Ruki.

Yo no le hice caso solo miraba a mi pequeña en una camilla de hospital donde sus brazos, piernas, estómago y busto estaban llenos de cortadas.

Se veía tan hermosa.

Me levanté de el asiento y me acerque a ella, tome su mano percatan dome qué las vendas que habían usado se habían manchado de su sangre.

—Paris.. —susurre mientras acariciaba su mejilla.

—Sueltala. —Ruki quitó mi mano de su mejilla. —Deberías alejarte de ella, le estás haciendo daño —su tono de voz fue directo y frío.

—Yo la amo.. —susurre. . —No puedo.. alejarme.. de ella.. —Lo observé fijamente.

—Azusa...

Observé a París con una pequeña sonrisa. Ya mas de dos días aquí y cada que alguien no la observaba solo cortaba su piel.

—Paris..


—Ahora.. ¿Tu me amas? O... ¿Me odias?—susurro débilmente.

—¡Paris, por favor razona! —exclamó Kou detrás de mi. —¡Te estás haciendo daño!

—Lo hago porque.. así, Azusa me amara, ¿No es así  Azusa?—dijo con una sonrisa. —Ahora no tendrás que lastimarme... Yo lo haré por ti..

—¡Tsk! ¡Paris ya llevas un tiempo haciendo esto! ¡Puedes morir! —dijo Yuma.

—¡Asi es París! ¡No quisieras morir!—le siguió Kou.


—Yo moriría para que Azusa me ame.. —susurro. —Azusa.. ¿me.. golpearias? —Tomó mi mano presionandola gentilmente.

Yo la miré serio. Mi mirada estaba clavada en sus ojos grises, su cabello negro estaba atado en una coleta y ella estaba bastante pálida. Solté su mano y me dirigí a su cuello.

—¡No la toques!—exclamó Ruki tomándome del brazo. .

Lo observé de reojo con fastidio en mi mirada y solté un suspiro.

—Iba.. a quitar el mechón de cabello... —esta vez lo observé fijamente.

Al terminar de decir eso, el aparato empiezo a sonar en Tihhhh.

—¡Paris! —grito Kou empujando mi brazo y el de Ruki pasando por en medio. —¡Por favor, no te vayas!

—¡Paris, abre tus ojos!—grito Yuma.

—¿Paris?—murmuró Ruki angustiado.

Yo me quedé serio, analizando esa escena miraba como Kou lloraba mientras llamaba su nombre.

Yuma llorando mientras tocaba su rostro.

Ruki viéndola mientras tomaba su mano.

¿Y yo? Yo sentí dolor, pero un dolor que jamás había experimentado un dolor inexplicable pero esta vez fue un dolor que no me gustó. Yo... ¿Había perdido a París?  ¿Porque siento que este dolor me es suficiente? ¿Me duele mucho? ¿Con esto queda claro de que estoy vivo? ¿Tenía que pasar esto?

Cuando deje de cuestionarme me percaté de la presencia del médico y mis hermanos seguían llorando. Ruki se contenía las ganas de llorar estaban intentando hacer que su corazón volviera a latir, y si.. vuelve a despertar ¿la podré convertir en vampiro?

No, yo no puedo hacerlo, no soy sangre pura.

Observe el rostro del médico.

—Lamento su perdida —su mirada mostraba tristeza, lástima y pena.

—No.. no... ¡NO!—grito Kou corriendo a abrazar el cuerpo de Paris.

—Ella murió.. —murmure.

Yo no me acerque solo veía a mis hermanos hasta que decidieron salir dejándome a mi solo con el cuerpo de mi amada. Ella estaba muy pálida, pareciese que solo estaba durmiendo.
Me acerque a su rostro y la analicé.

—Paris.. despierta... Despierta linda.. —rogué mientras acariciaba su tibia piel. —Te estás poniendo fría... ¿tienes frío? Trataré.. de darte.. calor.. —susurre y tome su cuerpo en mis manos para abrazarla y darle calor. —Vamos, no debes fingir estar dormida... Solo estamos tu y yo.. tu piel... Se ve muy pálida.. perdió su color.. tus mejillas no están rojas.. ¿Tan mal te sientes? Llamaré a Ruki para que pueda darte algo para que te sientas.... Mejor —Dejé recostado su cuerpo en la camilla y le deposite un beso en sus labios.

Me incorporé acomodando mis ropas y me acerque a la puerta. Vi a mis hermanos sentados con un semblante y aura triste.

—Ruki.. —dije y el me miró. —París.. está muy pálida.. ¿podrías darle algo?.

El me miró asustado y se levantó con el ceño fruncido.

—Azusa. —llegó frente mío y dijo. —¿No te has dado cuenta?

—Si.. ella está dormida, parece que no quiere hablar conmigo...

—Ella dormira para siempre.. ella se fue —dijo en un hilo de voz.

—Ella... ¿Realmente murió?.

—Azusa.. .

Negué confundido y me adentré de nuevo a la habitación.

Su pálida piel, sus ojos cerrados, su rostro se veía puntiagudo, sus labios morados e hinchados.

¿Fue mi culpa? ¿Yo la mate?

Suspiré y camine a su camilla con la tristeza comiendome.

—Paris. —susurre y lágrimas cayeron de mis ojos— Yo te mate... Lo siento...

Me dejé caer sobre mis piernas cayendo en un profundo llanto.

El muchacho de los ojos tristes ; Azusa MukamiWhere stories live. Discover now