—¡¿Qué haga qué?! —Mi tono de voz subió al escuchar semejantes palabras de mi hermana menor.

Lo esperaba de un salvaje, pero bueno, ¿qué puedo esperar de la niña a la que tuve que recoger a la dirección tantas veces porque le pegó en la pechuga a sus compañeras? Repito, daba miedo, desde pequeña hasta ahora.

—¡Te dije que tragues pito! —Se puso de pie, golpeando la palma de sus manos contra la mesa y una mirada desafiante.

—¡¿Me estás diciendo que trago pi...?! —Sus gritos me silenciaron.

—¡Ah, ¿y no lo haces?! —Rió sin perder su enojo, haciéndome levantar mi puño lleno de huevo y en mi otra mano un pedazo de pan con chocolate que parecía caca.

—Cállate o te callo.

~•~•~•~

—Esperamos que pueda acoplarse pronto a esta nueva escuela. Es un poco extraño que haya cambios en estas fechas del año, pero le aseguro que podrá hacer amigos —parló el consejero que vestía de camisa blanca, elevando una mano para señalarme el aula—. Cualquier cosa que necesite no dude en hablar con algún profesor, y... Lo ayudarán a menos que tenga ya un mes aquí y todos lo odien. Suerte.

Cálida bienvenida.

—Gracias por mostrarme el camino —agradecí con una leve sonrisa.

Ya sabía dónde quedaba mi clase, pues había venido una semana antes de contrabando para ver si me convenía, pero eso no se lo diría. De cualquier forma, fingí perderme y hacer tiempo como vago para terminar en la sala de profesores y asegurarme de que mis papeles estuvieran bien informados. Mi instalación debía ser rápida, adaptarme como si nada en esa pocilga llamada escuela.

—Su profesor lo llamará adentro y...

—Malcriados jóvenes, hoy se transfiere... —una voz en el interior de la clase había comenzado mi presentación—...La señorita Hiray Near.

El consejero volteó a verme con una sonrisa divertida, tratando de contener las risas. Vaya, vaya, me confunden de género y el viejo idiota cree que es gracioso. Los demandaré por daños psicológicos.

—¿Está guapa? —Se escuchó la voz de un chico también.

Siempre, plebeyo.

Desvíe la mirada del consejero que no paraba de reír. Apestaba a sudor, una prisión estrecha con las paredes grises que constaban con rayones de pitos dejando la leyenda: "Cuidado con el baño, huele a mango con caca".

—¡Señorita, pase!

Suspiré, parpadeando repetidamente al sentir el ardor en mis ojos por olvidar mis gotas y perder el repuesto. No tenía muchos planes de cómo comenzar a hacer contactos para el trabajo, sino que debía dejar todo en manos de mi web para ser contactado.

—¿Está bien? Sus ojos se ven... —El consejero trató de abrirme la puerta al no ver reacción de mi parte.

—Seh, solo que mis lentes de contacto a veces se...

Estrellé mi rostro con la puerta, cayendo medio muerto a lado del consejero que reanudaba su camino en el pasillo. Algunos alumnos se levantaron de sus asientos solo para sacar sus teléfonos y grabarme. Tarde me percaté de que mi mochila media abierta aún contenía un sostén y la peluca que usé la noche pasada para entrar a un restaurante femenino.

Cómo ser un acosador en 90 días y no ser arrestado en el intento [FINALIZADA]Where stories live. Discover now