CAPÍTULO 17 (Primera Parte)

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Manhattan.

—Terry va regresar —expresó Rita, intentando animar a su jefa y amiga—. No debes preocuparte Ellie, si él te ha dicho que va quedarse aquí, es porque así lo hará.

—Después de lo que pasó, sinceramente, estoy dudando que vuelva conmigo. Mira la hora que es... ¡Por Dios! Los Andrew viven a una cuadra de aquí. No es como si tuviera que recorrer un trayecto tan largo, ¡y se está tardado demasiado!

—Es normal que se demore en regresar, ya sabes, le cuesta mucho trabajo despegarse de la novia... —Rita sonrió con picardía y agregó —. Querida, así son los jóvenes enamorados, las despedidas son interminables.

Eleanor sonrió débilmente.

—A pesar del civilizado comportamiento que tuvo Terry, se notaba que no estaba muy contento con la presencia de su padre —La actriz se puso de pie y después se acercó hasta el enorme ventanal que le daba vista hacia el jardín—. Siempre que mi hijo se siente herido, huye. Así que, no sería raro que se haya marchado a su inhabitable departamento, es muy orgulloso, ya lo conoces.

—Si ese muchachito no llega en quince minutos, te juro que voy buscarlo y lo arrastraré hasta aquí —Rita encendió un cigarrillo y agregó—. ¡Está loco si piensa que va quedarse allá! ¡Por Dios! Ese lugar está mojado y tiene una ventana rota... ¿Cómo va dormir allí? No pienso permitirlo.

Eleanor y su amiga, tuvieron que esperar otros veinte minutos para que Terry regresara a casa. A esas alturas ambas mujeres ya habían perdido toda esperanza, sin embargo, cuando el ruido de la puerta de entrada se escuchó y la voz de Anita, anunció que Terry había regresado, las dos amigas subieron su ánimo de nuevo.

—Te veré más tarde, amiga—dijo Rita, poniéndose de pie—. Estaré en el estudio, te espero allá, porque, dicho sea de paso, tienes que explicarme todo sobre el regalito que te trajo el duque.

—No hablemos de eso ahora —pidió Eleanor, sirviéndose una copa con vino—. Anda, ve al estudio y te veré en un rato.

Rita salió rápidamente de la estancia, mientras que Eleanor se mantuvo ahí sentada, fingiendo que leía el periódico.

—¿La habitación ya está lista? —preguntó Terry con enfado.

—Sí. Anita ya se encargó de todo. Tu habitación está más que lista, para que la ocupes —expresó Eleanor y una vez que su hijo, cruzó el umbral de la puerta de la estancia, añadió—. Me alegra mucho saber que vas a quedarte aquí.

Terry asintió, después observó fijamente a su madre.

—¿Sabías que el duque vendría a verme? —preguntó al tiempo que se acercaba hasta donde se encontraba la rubia actriz.

—No, no lo sabía... —respondió ella, con voz entrecortada—. La verdad, es que, estoy tan sorprendida como tú. No tenía idea de que estuviera enterado del estreno de la obra—Eleanor se encogió de hombros y concluyó—. Hace tiempo que no le escribo...

Terry respiró con pesadez y entonces posó su mirada, justo en el lugar en el que se encontró con el duque de Grandchester...

Richard iba de salida, ellos iban entrando, el encuentro fue demasiado breve, pero, aquellos escasos minutos, fueron suficientes como para incomodar al muchacho.

No recordaba ningún otro momento en el que Richard, se hubiera comportado de forma tan amable. Había sido el instante más surrealista de su vida y aquello lo asustaba. No entendía el motivo de su visita, ni la extraña ternura con la que los trató a él y a Candy. No confiaba en su padre, no confiaba para nada.

—Sé que esto puede ser muy difícil para ti —mencionó Eleanor, observando a su pensativo hijo—. Pese a ello, el duque sigue siendo tu padre y sinceramente, no tiene nada de extraño que haya venido a Nueva York, para ver el estreno de tu obra.

InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora