Veintinueve

179 13 0
                                    

Siempre pensé que cuando este momento llegara, sería completamente diferente, que habrían rosas, una hermosa habitación, velas y sobre todo,  estaríamos sobrios.

Pero no.

He estado toda mi vida enamorada de mi mejor amigo, esperando que mi amor fuera correspondido, que llegara un día y me confesara que también sentía lo mismo, que siempre me había amado. Que siempre actuó como idiota para que ver si yo tenía el valor de confesarme.

Pero eso tampoco pasó.

El sonido del broche de mi vestido suena y es la alarma que me despierta, siento que cada gota de alcohol que ingerí abandonó mi sistema mucho más rápido que lo que tardamos en llegar a la habitación. Abro los ojos y empujo sin siquiera pensar el cuerpo que se apega al mío.
—¿Qué sucede, nena?—su susurro me eriza los vellos de la nuca queriendo volver a unir nuestros labios, pero vuelvo a empujarlo hasta que nos separan dos metros de distancia.— ¿Ross, qué sucede?

—¿Qué sientes por mi, Jar?—susurro con los ojos cristalizados. Su rostro se frunce y a pesar de la escasa luz, observo perfectamente sus facciones. Parpadea aturdido aún por el alcohol y eso me hace cerrar los ojos aún más dolida.

—¿De qué habla-as, Rossi-ie?—hipa colocándose de pie para acercarse a mi, toma mi rostro entre sus manos y me mira confundido.— ¿No quieres estar conmigo?

—Jared, te hice una pregunta.—limpia una de mis lágrimas, pero no se detienen.—, ¿Qué sientes por mi?

Sus ojos divagan sobre mi rostro para luego detenerse en mis ojos.—Eres mi mejor amiga, Ross.

—Sentimentalmente, Jared.—logro pronunciar contra el nudo en mi garganta que no deja de crecer. Sus manos se alejan de mi y retrocede hasta sentarse sobre la cama.

—Eso ya lo sabes, Rossie, solo déjate llevar por esta noche.—sus palabras se clavan sobre mi pecho como dagas sin piedad. Sin poder contenerme un sollozo sale de mis labios, pero tan pronto como se escapa lo silencio con mis dedos. Jared se acerca nuevamente sin comprender mi estado.— ¿Qué tienes, Rossie? ¿Por qué lloras?

Me alejo de sus manos mientras limpio mi rostro. Tomo mis zapatos esparcidos junto a la puerta y me giro cuando obtengo el pomo de la misma.

—No es nada, Jar. Solo me di cuenta cuán grande es nuestra amistad.

Tal vez, en otra vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora