Quince

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Lavo mi rostro y gruño golpeando el lavamanos. ¿Por qué me odias, cupido? ¿Te hice algo malo?

—¿Rossie, por qué lloras, hermanita?— la dulce voz de Kels se escucha como un susurro. Trato de sonreír a mi reflejo en el espejo y solo parezco un mapache. Kels vuelve a tocar y yo seco mi rostro.— Las princesas no deben llorar, porque le salen arruguitas.

Sonrío abriendo la puerta, tomo su mano y la dirijo a mi habitación. Me siento en la cama y ella me imita.

—A veces las princesas deben desahogarse.— frunce su ceño haciéndome sonreír nuevamente. Ella duda, pero sonríe y toca mi nariz.

—¿Y lloran por los príncipes?— pregunta inocente. Asiento con la cabeza ignorando el dolor de mi pecho.

...

Volteo el panqueque moviendo la cabeza al ritmo de la música. Giro mis caderas y Kels me sigue soltando una risita. Saco el panqueque y lo coloco en su plato y ella gira sus caderas y le coloca miel al panqueque.

—¡Pero si son mis dos hermosas princesas!— exclama papá entrando a la cocina y Kels y yo detenemos nuestro baile.— Me encanta cuando bailan preparando el desayuno, aunque hacen desastre, eh.

Todos reímos. Papá se acerca a la mesa y observa nuestros panqueques, Kels sonríe y le pasa el que acababa de decorar. Él lo toma probando un bocado para luego levantar sus pulgares en aprobación. Choco los cinco con mi pequeña hermana y papá comienza a mover sus brazos y cabeza al ritmo de la música.

Mamá entra a la cocina y lo observa con una ceja arqueada, Kels se baja de la silla y se une a papá en su baile. Mamá mueve sus caderas y camina hasta ellos, me señala con su dedo y me "hala" con su cuerda imaginaria, suelto una carcajada y me dirijo a ellos, siguiendo la coreografía imaginaria.

Amo a mi familia.

Tal vez, en otra vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora