Así que allí estaba, Devon viviendo en una zona de mierda, con una seguridad de mierda, con gente de mierda como eran sus vecinos. Por lo que tomó la llave que Devon había enterrado en la tierra que pretendía ser un jardín delantero, y entró sin complicaciones. La puerta chirrió, tan vieja y destartalada. Arruinada. Lista para ser cambiada. Cuando la cerró, hizo un ruido sordo que Douglas juraba hizo temblar todo el completo. Aquel lugar parecía tan frágil que con solo una ventisca podría derrumbarse. Había tablas tiradas en el piso sucio, que anteriormente habían pertenecido al techo o a las paredes. Éstas últimas se encontraban cubiertas de suciedad, mohosas y con un olor tan nefasto que tuvo que cruzar todo el pasillo hacia las escaleras con la nariz tapada. Cuando subió, y a medida que fue acercándose al último piso, se encontró cada vez más cerca de un olor distinto, tan exquisito que atormentó sus pelotas. Chocolate, dulce chocolate. Un aroma que solo le hacía imaginarse a Devon cubierta con aquella delicia que tuvo que contenerse para no suspirar de placer. La imagen destellando en su mente fue directo a su pene, haciéndolo cobrar vida casi al instante. Entonces, se maldijo, y rezó a todos los dioses para que no se notara.

La música sonaba fuerte en su departamento, por lo que dudaba que ella lograra escucharlo tocar la puerta. Así que volvió a usar la llave de repuesto, que estaba junto a la del edificio. Cuando abrió la puerta, lo rodeó el exquisito aroma de galletas de chocolate, pero no fue en lo primero en lo que se fijó. El lugar estaba amueblado ligeramente, pero aquello no significaba que no tuviera ropa con la cual decorar todo el lugar. Prendas y más prendas de vestir se encontraban desparramadas por todo el piso, incluso logró ver algunas sobre el pequeño televisor a su derecha. Frente a éste, el sofá tenía cajas y cajas con lo que parecían ser libros. Y ni hablar del suelo por el que él había comenzado a caminar. Todo el lugar estaba... parecía... un armario gigante. Casi rio a carcajadas al ver el desastre en el que lo había convertido Devon, pero solo pudo mostrar una sonrisa ladeada, casi inexistente, cuando una cantarina Devon salió de la cocina moviendo las caderas al compás de la música.

Entonces, ella lo vio y su cuerpo se paralizó con sorpresa al verlo allí. Douglas la vio parpadear con asombro, tal vez pensando que era solo una ilusión. Él tuvo que hacer lo mismo porque aquella bata que llevaba puesta... joder. Tuvo que reprimir un gemido, o un gruñido. No supo exactamente describirlo. El tiempo se relentizó a favor de él porque pudo recorrerla por completo con los ojos. Estaba paralizada, su estupor durando demasiado tiempo. Su situación empeoró cuando ella dio un brinquito de feliz antes de correr para aproximarse a él y pegar sus magníficos pechos contra él. Su respiración se atoró, y supo al instante en que tocó su piel que su maldito pene estaba palpitando con desesperación para salir de aquellos pantalones y jugar con ella. De muchas distintas maneras.

Devon no lo notó, porque cerró sus brazos alrededor de su cintura y apoyó su cabeza en su pecho.

̶ ¡No puedo creer que finalmente me visitaran! ̶ su voz reflejaba la felicidad sincera que sentía al tenerlo allí. ̶ O bueno, que me visitaras tú porque al parecer viniste solo. ̶ ella rio ̶ ¡No importa! Contigo me basta y me sobra. ¡Estoy tan feliz, dulce Douglas!

Su alegría lo llenó por dentro, pero como siempre le pasaba, no pudo encontrar las palabras correctas para responderle. Era la única persona que lo hacía quedarse tan mudo como estático.

Abrió su boca, sin saber que realmente decir, pero ella saltó hacia atrás, separándose de él con una expresión avergonzada.

̶ Oh, lo siento. Pasa, pasa. No te quedes ahí. ̶ lo rodeó para cerrar su puerta y volvió nuevamente a donde estaba, viendo todo su alrededor con las mejillas sonrojadas. ̶ Puedes... sentarte... ni bien levante esto... ̶ se aferró con su mano izquierda a los bordes de su bata para que, cuando ella se agachara para tomar algunas prendas de ropa, ésta no revelara nada. ̶ Solo... tira lo que quieras al piso y siéntate. Traeré galletas recién horneadas.

Protégeme {Tate Group Rescue #1} TERMINADAWhere stories live. Discover now