20 de Agosto 791

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Nuestra luna de miel se prolongó más de lo planeado, ya que el Dr. Briefs insistió en que nos quedáramos una semana más y dado que Trunks se la estaba pasando bien con sus abuelos yo no puse ninguna objeción. En medio de todo el ajetreo de la boda, Bulma y yo no habíamos tenido mucha intimidad, pero nos pusimos al corriente en ese lapso de tiempo. Claro está, tuve que repartir algunos coscorrones a la bola de sabandijas que no dejaban de mirar a mi mujer en su traje de baño mientras paseábamos por la playa. Bulma por supuesto renegaba de mi actitud, pero sé que en el fondo le encantaba ver cómo me encelaba por la atención que ella recibía de otros hombres.

Tras volver a casa las cosas retornaron a su habitual tranquilidad, con la diferencia de que ahora Bulma y yo pasábamos más tiempo juntos, sobre todo por las noches. Por fortuna Bulma siempre ha tenido una libido tan insaciable como la mía, por lo que difícilmente tenemos desacuerdos en lo que respecta a hacer el amor. Básicamente si yo quiero ella quiere. Aparte de eso, nuestra relación seguía prácticamente igual, pero ya no había notado episodios de depresión en mi esposa; y por otro lado a Trunks ya se le había pasado el coraje por restringirle la entrada a la cámara de gravedad. En los últimos días me había mostrado un gran incremento de fuerza, por lo que decidí permitirle entrar conmigo. Claro estaba que tenía que reducir la gravedad con la que entrenaba, pero con tan solo 5g podía tener una rutina más que adecuada para sudar un poco diariamente.

Los meses corrían con prontitud en medio de mi placida vida familiar, tanto, que aquellos años de servicio forzado a las órdenes de Freezer se veían muy lejanos ya. El aroma de la sangre de cientos de razas extraterrestres ya no era tan presente en mi memoria como lo había sido antes. Estoy seguro que mi yo de antaño habría sentido nauseas al ver la agradable vida hogareña del príncipe de los saiyajin, sin embargo a mi persona actual no le importaba la tranquilidad diaria. Cada mañana desayunar con mi familia y escuchar las insignificantes platicas de Bulma y su madre, leer en la biblioteca cada que me apetecía, mostrarle a mi hijo como controlar su ki, beber una vez por semana en el bar de Mike o incluso pasar la tarde en compañía de mi suegro. Esas se habían vuelto mis nuevas alegrías. Llevaba una existencia muy pacífica y me gustaba. Sin embargo aún sentía una espina en mi costado; el saber que a pesar de todo mi entrenamiento aun no podido superar el poder de un súper saiyajin, no había superado a Gohan y a Kakarotto. Esos insectos aún estaban por encima de mí, era como una mancha en una ventana que no puedes alcanzar y terminas viéndola todos los días hasta que te acostumbras a ella.

Continué mi entrenamiento tratando de superar mis límites a la par que el Dr. Briefs retomaba sus estudios sobre la biología saiyajin. Por desgracia esto llevo a un resultado que había temido desde hacía tiempo.

- Vegeta, tengo los últimos resultados de tu examen de desempeño físico – me comento un día mi suegro.

- ... - Le mire a mientras cerraba sin ver la compuerta de la cámara de gravedad.

- Me temo... - comenzó a decir – que los resultados no son alentadores.

- ... Ya me lo esperaba... - respondí con resignación – y ¿bien? ¿Cuáles son los resultados?

Según me explico, mi fuerza y velocidad no habían presentado un aumento significativo desde hacía meses, pero la cantidad de ki que era capaz de expulsar era mayor, pero aun así no era capaz de controlarlo lo suficiente como para aprovecharlo. Aun más alarmante era el hecho de que aunque me transformara en súper saiyajin aun no lograba sentirme cómodo en ese estado. – ¡¿Cómo demonios lo habían hecho Kakarotto y su hijo?! – me pregunte. El poder latente era una cosa, y dado que Gohan siemrpe mostro una afinidad por el poder en los momentos de enfado, era claro que el potencial para superar a un súper saiyajin siempre estuvo ahí dormido.

Las Memorias de Vegetaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن