25 de Junio 791

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Esa misma noche al llegar a casa prepare mi partida, quería irme antes de que los padres de Bulma regresaran, muy posiblemente su madre se quedaría para hacerle compañía el tiempo que durara en el hospital, pero de todas maneras no iba a permitir que algo o alguien arruinara mi determinación. Cargue la nave espacial con algunos trajes de batalla que Bulma fue capaz de crear usando retro ingeniería, nunca deja de sorprenderme esa mujer; las provisiones por fortuna estaban ya en capsulas con que solo llevar un estuche seria suficiente, tenia planeado no volver si no hasta un poco antes del 12 de mayo, debía aprovechar el poco tiempo que me quedaba para descifrar la clave para transformarme en un súper saiyajin.

Todo estaba listo cerca de las 6:00am, el sol apenas comenzaba a asomarse por el horizonte y la brisa de la madrugada llenaba de frescura el aire, aborde la nave y mientras la secuencia de despegue terminaba contemple la casa de Bulma por la ventana, mi casa, mi hogar, el hogar de mi familia. La esférica nave se alzo con velocidad saliendo con rapidez de la atmósfera terrestre en cuestión de segundos, el cosmos infinito se abría ante mi con majestuosidad, algo que siempre disfrute era el viajar por el espacio, desde pequeño acompañe a mi padre en muchos de sus viajes y cuando estaba bajo las ordenes de Freezer tomaba tantas misiones como me era posible, detestaba estar en cualquier base, todos esos imbeciles cuyos planetas o razas fueron destruidos por ese enano afeminado le seguían y le lamían las botas, cada vez que mis pensamientos se centraban en el mi sangre hervía, pero mientras surcaba en cosmos en mi diminuta nave el mirar las estrellas me hacia tranquilizarme, los viajes casi simple eran largos por lo que pasaba mucho tiempo en el modo de hibernación de la nave (ver apéndice) pero de vez en cuando me gustaba permanecer un tiempo despierto contemplando las galaxias y nebulosas, en el planeta vejita las estrellas fueron de gran importancia para mi gente en la época antigua, al igual que en la tierra se imaginaron figuras en ellas formando constelaciones, pero por desgracia solo se podían distinguir dichas figuras desde la superficie del planeta, cuando este fue destruido la visión de las estrellas también se perdió.

Desde el principio había decidido que viaje no saliera del sistema solar, pero pronto me di cuenta sin un planeta capaz de proveerme de agua mi viaje se acortaría obligándome a volver a la tierra para obtener el preciado liquido, por esta razón alejarme mas, mis conocimientos de navegación astral estaban un poco oxidados, pero no tuve problema para ubicar varios planetas adecuados para repostar, estos planetas eran fértiles y vírgenes, sus habitantes eran formas de vida animal y vegetal poco evolucionada, pero tenían lo necesario para sobrevivir, algunos de ellos poseían una gravedad superior a la de la tierra, pero después de haber entrenado a una gravedad aumentada 400 veces esto no suponía problema alguno para mi. Los primeros tres meses vague por 7 planetas, entrenando gran parte del tiempo, cavilando mis métodos mientras comía y aun en sueños no conseguía la paz, mi pesadilla con Kakarotto y ese mocoso del futuro empeoraba con cada nuevo fracaso, pasaron de simplemente desplegar su poder ante mi a atacarme con toda su fuerza, era como un niño indefenso, no podía atacar, no podía defenderme, no podía huir. Mas de una noche desperté gritando con una mezcla de pánico y rabia, día a día sentía algo que crecía dentro de mi ser, se retorcía en mi estomago y estrangulaba lentamente mi corazón.

A finales de marzo del 767 había destruido ya 5 planetas tratando de expulsar todo mi poder y forzar la transformación, pero esto solo me llevo a confirmar que el súper saiyajin no era simplemente una explosión de energía, algo mas complejo estaba involucrado. Varias veces trate de repasar la leyenda del guerrero saiyajin definitivo, pero jamás en las leyendas se narraba sobre su origen o se describían sus características, en tres ocasiones a lo largo de mi viaje me vi obligado a tomar reposo para sanar mi cuerpo lastimado, en estos momentos de quietud me asaltaba un sentimentalismo poco común en mi, me imaginaba a Bulma reprochándome por mi comportamiento autodestructivo, a su padre silbando una alegre tonada mientras trabajaba en su taller y su esposa paseando por lo jardines con su boba sonrisa perpetua, invariablemente la imagen de mi hijo aparecía en mi cabeza, pero negándome a que un patético paternalismo se apoderase de mi llevaba mis pensamientos lejos en la distancia y en el tiempo, a los años de mi adolescencia los cuales pase como subordinado de Freezer.

Las Memorias de VegetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora