Capítulo Treinta y Uno: Oscuridad

6.2K 212 40
                                    

JUDAH

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

JUDAH

Sus lágrimas salen sin poder retenerlas más, al mismo tiempo que su pequeño y frágil cuerpo empieza a temblar gracias a las diferentes emociones que están recorriendo cada una de sus extremidades. No entiendo lo que va a hacer hasta que observo su mano derecha subir hacia su cuello.

Suelto un pequeño jadeo cuando su mano arranca su collar, aquel el cual escogí con demasiado amor y le entregué esperando lo mejor para nuestra relación. La forma en la que lo lanza lejos de ella, como si tan solo tenerlo entre sus manos le provocase alguna enfermedad, rompe mi corazón en miles de pedazos. La cadena cae directa en mis pies, a lo que no tardo en agacharme para recogerlo, pensando en que es lo último que me quedará de ella.

—Piénsalo bien antes de decir que amas a alguien con la boca llena de mentiras —me dice entre dientes, batallando con todas sus fuerzas de que su voz no se quiebre. Gira sobre sus talones para irse, pero entonces se detiene y vuelve a encararme —. Y Gia es jodidamente mía —gruñe, apuntándome con su dedo índice —, así que no te atrevas a acercarte a ella porque te juro que quedarás peor que ella.

Gira el rostro encontrándose con la castaña, a lo que yo no puedo evitar hacer lo mismo y abrir ligeramente mi boca en sorpresa. Claudia se quita sus anillos de su dedo, lanzándoselos con fuerza a mi mejor amigo, quien abre las manos atrapándolos antes de que caigan al suelo. Entreabre la boca al saber lo que eso significa, ya que no es un rompimiento, es una pedida de divorcio.

Me rompe el corazón pensar en que oficialmente voy a perder todo por lo que me he esforzado. No hay vuelta atrás, defender a Roxanne ha significado un rompimiento afirmativo en el corazón de la madre de mi bebé. Sus ojos carecen de cualquier sentimiento que alguna vez estuvo dedicado para mí, siendo reemplazado por odio y decepción pura.

—Adiós —susurra, para que luego ambas salgan del lugar sin ni siquiera pensar en mirar hacia atrás.

Siento un nudo en mi garganta, impidiéndome hablar por varios segundos o hacer algún movimiento. Escucho a Rick gritarles a todos que regresen a sus asuntos y que dejen de mirarnos como si tratase de una maldita película. Es entonces en el que siento unos brazos rodearme por detrás, y no necesito voltearme para saber que son los de la pelinegra. Inhalo varias veces tratando de deshacerme del incómodo nudo que siento, pero nada parece hacer que se vaya.

—Lo siento —susurra en mi oído, su voz sonando llorosa.

—No... —replico de la misma manera, volteándome para verla a los ojos. Tomo su rostro entre mis manos al verla llorando, a lo que hace una mueca gracias al dolor —. ¿Duele mucho? —asiente cerrando los ojos —. Ven, vamos a atender de esas heridas.

—Pero tienes que ir por ella, te alejará de tu bebé y yo no quiero eso para ti —me dice, a lo que sonrío gracias a que, a pesar de estar golpeada y molida, está pensando en mí.

Judah ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora