Capítulo Doce: Promesas

4.3K 270 16
                                    

KHALESSI

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

KHALESSI

Sus ojos dicen miles de palabras diferentes a las que salen de sus labios, los cuales mienten con demasiada sutileza. Muerdo mi labio inferior mientras ambos subimos las escaleras hacia nuestra habitación, pensando en lo mucho que quiero que sus manos acaricien mi cuerpo de aquella manera que él solo sabe hacer.

He estado tan necesitada de su cariño y de sus besos estos días que sentía morir en vida cuando mis ojos recorrían su torso desnudo al verlo dormir. Si hubiese sabido que se encuentra de la misma manera que yo, ansioso por el cuerpo del otro, hace mucho le hubiera permitido hacerme suya de la misma manera en que yo quiero hacerlo mío.

Al llegar a nuestra habitación lo escucho cerrar la puerta, a lo que giro sobre mis talones para mirarlo a los ojos. Sus ágiles manos por instinto van a mi cintura, las mías a su suave cabello acariciando las hebras entre mis dedos. Junto sus labios con los míos, a lo que sus manos me acercan más a su cuerpo, mostrándome que necesita más que una caricia, más que un simple beso. Jadea entre el beso, aquel sonido perdiéndose entre nuestras bocas.

Pero no realiza ninguno de los movimientos que pensé que se atrevería a hacer. Coloca sus brazos alrededor de mi cuerpo y decide conformarse con seguir con la tortura de tan solo conseguir mis labios en vez de mi alma. Me percato que empieza a detener nuestro beso, alejándose de mí antes de que no sea capaz de controlar sus propias emociones o su cuerpo.

Pierde el control, suplica mi subconsciente. Aquello es lo que más quiero en este instante. Que se deje llevar y me rodee con sus brazos, juntando mis labios con los suyos y que me haga suya hasta que muramos del cansancio.

—Hay algo que no me estás diciendo —susurro, juntando su frente con la mía —. ¿Qué es?

—Solamente estoy cansado —me miente, también susurrando —. Necesito ir a dormir.

—¿Sabes? Hace días te he estado escuchando hablar en tus sueños —admito mirándole a los ojos. Nuestras narices juntas al igual que nuestras frentes, ninguno de los dos apartando la mirada —. Y dices mucho más en ellos de lo que me hablas en la vida real, Judah.

Me percato de que sus mejillas empiezan a teñirse de un color rojo carmesí, pero me dedico a mirarlo directamente a los ojos, no rompiendo el contacto visual que hay ahora entre nosotros. Muy pocas veces tenemos la oportunidad de formar un contacto visual tan fuerte como este, así que ningún de los dos quiere deshacerse de él tan fácilmente.

—Y sé que me has estado deseando desde hace muchos días —termino mi oración, soltando un suspiro —. También estoy muy segura que lo estás haciendo en estos momentos.

—Solo necesito dormir —protesta, rompiendo de una vez por todas la guerra de miradas. Se aleja de mí y camina a hacia su armario sacando unos pantalones de dormir —. Sueños son sueños, Khalessi.

—Estás molesto —suelta una pequeña maldición en un susurro. Pretendo que no escucho aquello a pesar de la sonrisa en mis labios —, solo me llamas así cuando estás molesto contigo mismo o conmigo. Así que deduzco que es la primera de aquellas dos opciones.

Judah ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora