Capítulo Dos: Centímetros

7.4K 384 12
                                    

KHALESSI

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

KHALESSI

Acomodo mi cabellera dorada dejándole caer en ondas por mis hombros desnudos gracias a la blusa de color blanco que estoy usando. Maldigo en voz alta cuando mis pantalones de mezclilla no me entran, a lo que voy a mi armario para tomar otros los cuales espero que me queden. Los nervios se apoderan de mi cuerpo al pensar en que tarde o temprano la verdad saldrá a la luz trayendo consigo miles de problemas.

Me acerco al espejo y me coloco de perfil, todavía no se nota mucho que he subido de peso o que tengo a alguien creciendo dentro de mí. Nunca pensé decir aquello a mi temprana edad. Pero, no puedo negar que hay emoción en mí al pensar en que, dentro de muy pocos meses, podré tener a una pequeña persona hecha por el amor que existe entre su padre y yo.

Hace dos semanas me enteré que estoy embarazada, y la noticia me ha caído como un balde de agua fría. A cualquiera en mi actual situación le habría sucedido lo mismo. Pero, cuando llegué a mi casa y me senté en la cama, me puse a pensar en todo lo que mi vida tendría ahora que voy a ser madre. Una sonrisa se posó en mis labios al pensar que ahora tendría a alguien por el cual salir adelante día a día. Una pequeña persona, la cual será mi motor y motivo de continuar en mi propia batalla para así darle lo mejor.

Me pongo mis botines blancos y con eso último tomo mi bolso para después salir de mi casa. Subo a mi auto pensando en cómo voy a ocultarle a mis mejores amigas el hecho de que tengo a alguien formándose dentro de mí. A pesar de que mi embarazo no es muy notorio por el momento, ellas sabrán que algo malo sucede conmigo.

Al llegar a la cafetería las encuentro sentadas en una mesa con una sonrisa, tomando alguna bebida caliente. Ambas lucen contentas, verdaderamente felices con la conversación que están teniendo entre sí. Los ojos de las personas se encuentran posados en mi cuñada, y no puedo culparlos. La hermosa mujer de cabellos castaños sabe perfectamente cómo ganarse la atención de una habitación sin siquiera proponérselo.

«Respira, respira —pienso —, todo va a salir bien y mejor de lo que esperas.»

Mi mirada se dirige a los dos guardias que se encuentran a lo lejos, sentados en una mesa conversando entre sí al mismo tiempo que miran a su alrededor. Sus ojos se concentran en mi cuñada una vez más, asegurándome que esté segura y protegida. No quiero imaginar lo que mi hermano les haría si algo le sucede a su esposa.

Es la pelinegra quien me nota primero en la habitación. Sus rostros se iluminan, dejando sus bebidas caliente sobre la mesa. Devuelvo el gesto, sintiendo como mi corazón late emocionado al saber que estaremos juntas. Empiezan a llamarme emocionadas, a lo que con una sonrisa voy hacia ellas.

—¡No te he visto durante dos semanas! ¡Después de la reunión! —me comenta Claudia con una sonrisa —. De seguro ha estado con un nuevo galán.

La castaña es una de las contadas personas a las cuales puedo llamar mi verdadera amiga. Ella siempre me ha demostrado que de verdad quiere lo mejor para mí y que estará siempre a mi lado apoyándome en cada paso que doy celebrando conmigo mis logros como si fuesen los suyos. Mi hermano mellizo no puede haber conseguido mejor pareja que ella; es todo lo que un hombre como él necesita. Ella es su balance en aquella vida alocada que ambos llevan por estar en un mundo demasiado pesado.

Judah ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora