Capítulo Veintitrés: Culpabilidad

3.9K 236 49
                                    

JUDAH

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

JUDAH

Tomo la prenda entre mis manos, metiéndola en mi cajón sin pensarlo mucho ante la atenta mirada de mi mejor amigo, quien me sigue reprochando con sus ojos ardiendo en llamas. Niego con la cabeza y muerdo mi labio inferior, un suspiro saliendo de ellos. ¿De qué me vale quedarme en este tonto y vacío lugar cuando no hay nada que me importe esperando por mí cuando llegue a casa?

¿Por qué tengo que amar a una persona a la cual le hago nada más que daño? Ella la cual me ha dado miles de oportunidades sin pensarlo mucho, mientras que yo pienso en el dolor que me causa ofrecerle una de mis segundas oportunidades.

Camino hacia un rincón de mi habitación, sentándome en el suelo. La cama ha dejado de ser la misma, doliendo echarme y pensar que en hubo un momento en el cual ella se encontraba con mis brazos alrededor de su cuerpo, ambos echados en aquel lugar diciéndonos miles de cosas, pero a la vez no diciendo nada.

Llevo mi mano a mi medallón, cerrando los ojos y pensando en todo lo que hubiera pasado entre nosotros si no hubiese sido tan vulnerable e impulsivo. Tengo un punto débil, el peor de todos, y ese son ellas dos. Ellas a las cuales amo como ningún ser humano que no tiene sentimientos sabe. 

—Cada noche que no está, duele —admito en voz alta. Giro el rostro hacia un lado para que no vea mis lágrimas —. Cada vez que pienso en todo lo que hubiese pasado si no hubiese sido tan vulnerable.

—No te tortures de esa manera —replica entre dientes mi amigo.

—¿Qué puedo hacer para mostrarle que lo siento? —pregunto, mirándole a los ojos —. Hache, cuando ella no está a mi lado, siento que nada tiene sentido. Me hace creer que tengo fiebre, la cual está provocando que piense que ya no está más conmigo. Pero no es un sueño —dejo el primer sollozo salir de mis labios —, es mi triste realidad.

Camina hacia mi lado, sentándose sin decir palabra alguna. Sorbo por la nariz pensando en que no quiero que todavía me diga adiós. Al contrario, no quiero que le diga adiós a nuestra relación jamás. Si alguien me hubiese dicho que el amor no es solo alegría y que te hace sufrir hasta el último momento, hubiese decidido no amar a nadie.

¿De qué me vale amar cuando a la persona que quiero se encuentra lejos de mí? 

—No entiendo por qué todos actuamos como estúpidos cuando nos enamoramos —susurra, guiñándome un ojo —. Judah, estoy más que seguro que ella te ama. Pero te odiará cuando se entere que le has hecho derramar lágrimas por unos papeles que no existen.

Suelto una pequeña carcajada entre mis lágrimas —. Jason me dio la idea de dejarle aquellos papeles falsos y quedarme con los verdaderos. Jamás renunciaré a mi hija, así vengan y me pongan una pistola en la cabeza.

Recuerdo cuando firmé aquellos papeles, la mano temblándome como si fuesen los verdaderos. El solo pensamiento de renunciar a una persona que ha cambiado mi vida por completo me carcomía vivo, dejando varios hoyos en mi corazón. No puedo renunciar así de fácil sin dar pelea hasta el final, no señor.

Judah ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora