22. Un Momento, ¿¡Su Hija!?

Start from the beginning
                                    

Abro el grifo y pongo debajo ambas manos juntas llenándolas de agua. Me las llevo a la boca y hago gárgaras repetidas veces con el agua. La escupo toda y seco mi boca con otra toalla más pequeña.

Salgo del baño en toalla, corriendo, procurando no escurrirme y abro el cajón de mi ropa interior. Cojo las primeras bragas que hay y dejo caer mi toalla para ponérmelas. Una vez puestas me pongo el primer sujetador que veo con algo de dificultad para abrocharlo.

Con la mínima ropa ya colocada, la tercera alarma resuena por todo mi cuarto.

-Ay Dios, ¡para irritante!- exclamo estresada, pero como si mi móvil se riera de mí, sigue sonando y esta vez con más insistencia. -¡STOP PERRA!- esta vez sí me hace caso. Corro hasta mi armario maldiciendo por tenerlo todo desordenado sin oportunidad de ver mi ropa en fila para que fuera más fácil escoger algo.

Decido no pensar demasiado y ponerme el primer pantalón corto a mi alcance que resulta ser uno blanco bastante estrecho por lo que suelto una maldición en voz alta mientras me lo subo con cierta dificultad. Lo abrocho como puedo y logro distiguir una camiseta de manga corta entre todo mi desastre, por lo que no dudo ni un solo segundo y me la pongo por la cabeza a la velocidad de la luz.

Miro mi atuendo en el espejo dándome cuenta de que no está tan mal como creía. El pantalón corto, blanco y de botón, se adapta a mi cintura dándole una bonita forma junto con la camiseta de manga corta, también blanca con el logotipo de adidas en fucsia metida por dentro de dicho pantalón.

Pero por desgracia, cortando mi destello de felicidad, la cuarta alarma empieza a sonar enloquecida haciendo que lloriquee falsamente

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Pero por desgracia, cortando mi destello de felicidad, la cuarta alarma empieza a sonar enloquecida haciendo que lloriquee falsamente.

-Puta vida, ¡stop!- agradezco que mi voz suene clara haciendo callar a ese sonido del demonio.

Ser tan desordenada me sirve de algo ya que gracias a ello mis converse blancas están a los pies de mi cama facilitándome la vida.

Las ato lo suficientemente fuerte como para no tener que preocuparme más por ellos y me dirijo por segunda vez al espejo con mi peine en mano.

Resoplo al ver mi nido de pájaros alborotado, y lo cepillo lo más rápido que puedo dejándolo un poco más decente.

Por último, me pongo mi mochila que casi me tira para atrás de lo que pesa por los estúpidos libros y salgo al pasillo ya lista para dar comienzo a la segunda semana de tortura escolar.

La última alarma suena por lo que sonrío mientras bajo las escaleras.

-Te jodes alarma del demonio, lo he conseguido.- ésta deja de sonar dándome a mí la victoria.

<<No te da nada, solo se ha detenido porque está inventada para hacerlo cuando hablas>>

¡Cierra el pico y no destroces mi felicidad!

-¡Hasta que te dignas a bajar! ¡Vamos a llegar tarde!- me replica Edward nada más poner un pie en el comedor.

-¡Creía que era domingo, déjame en paz!- exclamo mientras cojo un trozo de bizcocho junto con un vaso de leche que había sobre la mesa.

Gracias a una mudanza Where stories live. Discover now