Parte 6

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GERALDINNE

Mi cuerpo estaba en shock, ante mi estaba Cristóbal, su rostro figuraba molestia por mi presencia.

-Te hice una maldita pregunta, ¿Quién eres tú y que haces en mi casa?.- No podía articular alguna palabra, mi cuerpo temblaba ante su presencia.

-Yoo...yooo.-

-yooo ¿Qué?.- Me tomo del brazo bruscamente sacándome de la sala donde había visto a mi hijo, en ese momento salió uno de sus empleados y me miro con cara de sorpresa.

-Llama a seguridad de inmediato, esta mujer logro meterse a mi casa y quiero saber quién es el responsable.- Su agarre en mi brazo cada vez fue siendo más fuerte haciéndome soltar más de un gemido de dolor.

-Ahora vas a pagar muy caro en a ver entrado a mi casa.- Me soltó bruscamente tirándome en un asiento que estaba en su oficina, en ese momento me di cuenta que estaba en ella.

-¿Acaso eres muda?.- Había comenzado a llorar nuevamente, no quería que él me sacara de la casa. Todo mi plan se venía abajo, en ese momento se abrió la puerta y entro la señora Rosa, al vernos abrió sus ojos sorprendía, pero más de tristeza.

-¿Se puede saber que está pasando en esta casa?.-

-Ahora no abuela, esta mujer se logro meterse a mi casa y ahora va pagar por ello.- Baje mi vista a mis manos que se encontraba temblando.

-Creo que acá ha habido un error cariño.- Ella con voz dulce y tranquila le hablaba a su nieto.

-No creo que haya ningún error abuela, y te pido por favor me dejes solo con esta mujer...- Antes que dijera algo mas la señora Rosa lo interrumpió.

-Si ha habido un error hijo, la señorita acá presente trabaja para mí.- Cristóbal se sorprendió por el comentario de su abuela.

-¿Qué quieres decir abuela?.- Ella se acerco donde estaba y puso su mano en mi hombro dándome un suave apretón.

-Que esta señorita acá presente es mi asistente.- Cristóbal con su rostro contrariado me mira.

-¿Es eso cierto?.- Solo asentí sin mirarle.

-Abuela sabes que no me gusta tener personas desconocidas en mi casa, ¿Por qué no me dijiste nada?.-

-No había tenido tiempo de decírtelo, siempre estas ocupado al igual que los integrantes de esta familia.- Le dijo mas como reproche.

-Pues debiste de haberme dicho que había una extraña en mí casa.-

-Te recuerdo que también es la mía.- Le dice ella enojada.

-Lo sé abuela, esta también es tu casa pero...- De nuevo le interrumpió alzando su mano haciéndolo callar.

-Sea como sea si te molesta que tome decisiones sin consultarte, pues me iré para no molestar en tu casa.- Levante mi vista y vi como Cristóbal abría sus ojos de sorpresa.

-No abuela, no digas eso sabes que esta es tu casa.- Hace un silencio mirándome. –Solo que me molesta los intrusos.-

-Ya te dije Cristóbal que ella no es una intrusa.-

-Pero lo pareciera, acaso no le dijiste que no saliera de tu piso.- La señora Rosa me mira y yo solo bajo mi rostro.

-No lo lamento es mi culpa, no le dije que no podía venir a esta parte de la casa.- Trago saliva, no quería meterla en problemas.

-Pues no me gusto nada que se acercara a mi hijo.- Me mira con seriedad.

-¿Se puede saber porque llorabas viendo a mi hijo?.- No sabía que responder ante su pregunta, mi comportamiento había sido muy obvio.

-Lo lamento señor Montero, lo que sucede es que me dio nostalgia al ver la escena.-

-¿Se puede saber porque?.- Trate de no verme más nerviosa y levante mi rostro viéndolo a los ojos.

-Hace mucho perdí... a mi mascota, justo la misma raza de la de su hijo y cuando vi a su hijo feliz con su perro me recordó cuando yo lo era con el.- No sé cómo pude mentirle viéndolo a los ojos y mas la mentira del perro pero fue lo único que me salió.

-Aun me parece muy extraño, lo único que quiero es que te mantengas apartada de mi hijo, mantente en el piso de mi abuela no te quiero cerca.-

-Si señor.- Cuando me levante para irme, vi como mi hijo entraba en la oficina y me miraba de arriba abajo.

-¿Perdiste a tu mascota?.- Me pregunta mi hijo. Al verlo tan cerca, me daba ganas de abrazarlo pero no podía empeorar las cosas, pero no pude evitar que mi rostro bajara algunas lágrimas, solo asentí y él me sonrió. Tomo mi mano dándole un suave apretón.

-Hijo por favor, no quiero que estés acá.- Al ver el rostro de Cristóbal, había cambiado totalmente a la que tenía antes. Miraba a mi hijo con amor.

-Papi, perdóname por escuchar pero ella perdió a su mascota, y me dio mucha tristeza, sabes que yo quiero mucho a Rocco. Supuse que así se llamaba su perro.

-Déjala hijo, ella está bastante grandecita para afrontar su perdida.- Mi hijo me mira y luego a Cristóbal y la abuela.

-Pero papa a ella le duele.- Para ser un niño de casi 7 años es muy inteligente.

-Cristóbal, por favor ve a tus clases de piano que ya va a comenzar.- Mi hijo me mira con cariño.

-Cuando quieras puedes jugar conmigo y Rocco.- Me sonríe antes de salir de la oficina, pero su padre lo interrumpe.

-Hijo ella no podrá jugar nunca contigo y Rocco.- Le dice su padre serio, la señora Rosa lo mira con cara de pocos amigos y antes que se forme otro problema hablo. Me inclino hacia mi hijo poniéndome de su tamaño para mirarlo a los ojos.

-Tranquilo joven Cristóbal, lo que sucede es que tengo mucho trabajo con tu abuela y no podría dejarlo tirado, pero gracias por tu invitación.- Le remuevo el pelo y mi hijo me sonríe, sin esperarlo se lanza a mi dándome un abrazo. No sé porque pero es como si mi hijo sintiera que lo necesitaba, algunos dicen que la sangre llama a la sangre.

Cuando mi hijo se fue, Cristóbal me pidió que me retirara ya que necesitaba hablar con su abuela a solas, sin antes advertirme que no volviera a esa parte de la mansión.

Sé que cuando la señora Rosa, me vea va a reprenderme por a ver ido a ese lado. Pero no me importaba nada todo había valido la pena, no solo ver a mi hijo, sentir su tacto y lo que más me conmovió fue su abrazo.

Cuando la señora Rosa, llego pensé que iba a estar molesta, pero al contrario me pidió disculpas por el comportamiento de su nieto, también le pedí disculpas de haber ido a buscarla, ella me pregunto del parque y lo único que pude decir es necesitaba un permiso, menos mal que me creyó; pero antes me volvió a recordar no volver a pisar esa aérea.

Ella me comento que se sorprendió mucho cuando su bisnieto me abrazo, cosa que también sorprendió a su nieto ya que mi hijo jamás mostraba algún efecto por alguien que no fuera su familia, eso me hizo sentir mejor.

Ahora más que nunca tenía que estar preparada, no me iba a rendir sin luchar. Una madre está dispuesta a todo por su hijo, y yo estoy dispuesta a todo por mi hijo.

Bueno acá otro capítulo, recuerden que sus votos y comentarios son importantes para mí, si quieren más capítulos de seguidos deben votar. 

Todo por mi hijo #FictionalWorldAwards2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora