¡Traicionada!

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La puerta se abrió unos minutos después de que terminaramos de ver la película. Entrando de ella apareció mi madre, con el rostro sumamente cansado y el cuerpo lánguido.

- ¡Hola, mamá! -exclamé de un brinco al verla entrar. Corrí a abrazarla y me pude dar cuenta del asco de ojeras que tenía.

Vaya, en realidad, estaba cansadísima.

- Hola, linda... -contestó moribundamente. Respondió mi abrazo lentamente y luego subió la vista hacia mis amigos que ya se habían acercado a saludar- Hola chicos.

- ¡Hola Sra. Williams! -contestaron a coro mientras la abrazaban junto a mí.

- ¡Ay, niños míos! -suspiró- ¡Qué agradable llegar así a casa! -dijo- Siento no avisarte, Clara, pero al parecer estuviste bastante acompañada. Ahora, lo siento, pero iré a descansar.

Mamá besó cada una de nuestras mejillas como gesto de despedida y subió a su habitación.

- ¿Se quieren quedar a dormir? -pregunté.

Mis ojos brillaron tiernamente como los del gato con botas, tratando de convencer a mis amigos a aceptar la petición.

- De acuerdo. -respondieron rendidos.

Ya era bastante tarde y teníamos que ir a la escuela. Sí, como se habrán dado cuenta, hoy día falté y mis dos mejores amigos también sólo para subirme el ánimo.

- Bueno, ¿Cómo dormiremos? -preguntó Lia- Estoy algo cansada y quiero dormir.

- Eh... La verdad es que no tengo idea. -respondí.

- ¿Cómo los viejos tiempos? -añadió Chris.

Nuestras sonrisas aparecieron instantáneamente. Hace unos años, cuando éramos pequeños, era mucho más usual que los chicos se quedaran en mi casa, (me refiero a los dos al mismo tiempo) pues, hacíamos noches inolvidables, llenas de risas y chistes. Nuestra "pijamada" consistía en dormir en la pieza de visitas, en la cual hay una gran cama matrimonial en donde dormíamos los tres juntos. Hacíamos nuestro propio club de mejores amigos y dormíamos cómodamente.

Hace mucho tiempo que no lo hacíamos, ahora estabamos bastante grandes, por lo que sería una completa locura repetirlo.

¿Pero saben qué?

A nosotros nos encanta la locura.

Y era justo ahora, que quería seguir disfrutando el día, sentir volver a ser niña, relajarme, y tener a mis mejores amigos cerca.

Lo necesitaba.

Y esta es la razón por la que ahora me encuentro acalorada, con una Lia roncando con los ojos semi-abiertos y un Chris, que me está aplastando por completo y al mismo tiempo, me babea la oreja.

Iug.

¿Creíamos que iba a ser buena idea?

Pues en mi caso, preferiría seguir durmiendo en el sillón.

Eran al rededor de las siete y cuarto de la mañana. Teníamos escuela y llevaba ya quince minutos tratando de salir de los brazos, piernas, traseros, ojos, boca, axilas, caras horrendas y mucha pero MUCHA baba y ronquidos. Éramos un desastre en la cama (en el buen sentido, pervertidos).

Con la ayuda de Max, que al entrar en la habitación nos miró con una mueca de asco, pude salir de aquella cama que tenía un olor horrible.

Me paré agotada y mi hermano trataba de aguantar la risa debido a la situación, pero al mismo tiempo, yo se que observaba a mi mejor amiga, que aún no despertaba, y se encontraba con sus pantis y una camiseta.

No soy otra típica rubiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora