No es el mejor día.

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Ya me lo había propuesto. No pensaba comportarme tan estúpida e inmadura frente a él.  Me iba a mostrar como la chica de 17 años que soy. No comprendía su forma de ser y el simple hecho de que llegara a estropearme los ratos de bienestar me desesperaba.

Todo estaba más que claro.

Lo iba a ignorar simplemente y dentro de unos días al notar que está peleando solo, se aburrirá.

Ya iba de vuelta a casa cuando medité todo esto.

-Nena, estás muy rara hoy...-dijo Lia interrumpiendo mis pensamientos- ¿No me digas que estás así por el primo de Nick? -hizo una cara de sorpresa- Puedo jurar que en mi vida, nunca te he visto enojada por un chico.

Me quedé pensando en lo que dijo. Tenía razón, nadie se metía con Clara Williams. Y dado a sus palabras, volvía a recordar todos mis pensamientos de ignorarlo y evitar que me amargue el día.

-Te prometo que no se repetirá- mire al frente- Tú misma lo has dicho, y creo que me estoy dejando llevar por sus conflictos de niño.

Lia me miró un rato y me dedicó una linda sonrisa.

-Esa es mi chica. -guiñó el ojo y luego se estacionó en frente de mi casa para que pudiera bajar.-Estás en casa, sana y salva.

-¿No quieres pasar? -le pregunté.

-Esta vez, tendré que decir que no. -suspiró- Es increíble tener tantos deberes el primer día,  y ya sabes, una falta más y adiós Lia Mckenzie- La sonrisa que antes estaba en su rostro se desvaneció rápidamente- Ya sabes, mi madre luego del divorcio se ha puesto bastante exigente. -encendió el motor y se alistó para partir nuevamente- Adiós Clara, nos vemos mañana. -le sonreí de vuelta y me despedí de ella con la mano.

A veces me daba lástima Lia. Sus padres han pasado toda su vida peleando, al menos desde que ella nació. Yo sé que es un tema que le afecta mucho, no suele hablar de ello. Muchas veces me confesó que se sentía culpable, que creía que la mayoría las causas de sus peleas, eran por su culpa. No hace mucho decidieron divorciarse, y al parecer a Lia no le afectó mucho porque ya lo tenía casi asumido. Tenía que pasar. Lo malo es que la mamá de Lia, adoptó un papel mucho más exigente, ya que cree que por el simple hecho de que ya no está su padre presente, debe actuar el doble de dura. Pero eso no nos ha afectado mucho en nuestra amistad con Lia, ya que, al fin y al cabo, tenemos nuestras tácticas y sabemos manejar temas de permisos como estos.

Abrí la puerta de mi casa y me adentré en ella. Al parecer no estaba sola, las cosas de Max se encontraban tiradas en el sofá. Mamá seguramente debía estar trabajando.

-¿Max? -pregunté al vacío.

Subí las escaleras hasta mi habitación, esperando notar su presencia en la habitación del lado.

Pero no fue nada agradable lo que noté.

-¿Max?-dije con la voz temblorosa,  esto ya estaba resultando extraño. No aguanté y abrí la puerta de su habitación.

Nada. Ningún rastro de él.

Sí,  él era un completo idiota y no lo sosportaba, pero era mi hermano, mi propio instinto causaba mi preocupación hacia a él.

Cogí el teléfono y marqué su número. Esperé tres pitidos y me alivié al escuchar su voz.

-¿Clara? -dijo confundido, no era normal que lo llamara- ¿Pasó algo?

-¿Dónde estás?-interrumpí.

-Pues,  acabo de estacionarme frente a la casa- notaba su curiosidad hacia tan peculiar preocupación desde mi parte.

-Creí que estabas en casa, dejaste todas tus cosas.-el soltó una risa.

-¡Bien hecho,  Clara! Eres toda una genia- su tono irónico empezaba a molestarme- Es como obvio que salí nuevamente. Necesitaba ir a buscar unas cosas a la casa de un amigo, y pues no planeaba ir todo cargado. Creí que eras más inteligente, hermana. -rió.

-Vete a la mierda, Max- mi paciencia se había colmado, ¿por qué llegaba a ser tan molesto a veces?.

Pude sentir como sonreía. Mi día no había sido el mejor y no estaba de humor. Rápidamente, le corté la llamada y me lancé en la cama. Necesitaba surfear. Distraerme un poco. Estaba cansada y quería relajarme, luego de eso, lo más probable,  es que me tumbaría en la cama y dormiría hasta el día siguiente.

~○~

Me encontraba sentada en mi tabla esperando alguna ola. Definitivamente, no podía haber escogido un día peor para surfear. Pero al menos me relajaba. El simple hecho de que mi piel estuviera en contacto con el agua, me tranquilizaba profundamente.

Cerré los ojos por un momento. Estaba disfrutando esta soledad. Tan tranquila y pacífica.  Pero mi momento solitario no duró mucho. Sentí como unos brazos nadaban hacia mí.

-¿Día difícil? -me preguntó una voz que para mi era más que conocida,  y que inmediatamente,  me hizo esbozar una sonrisa.

-No lo entiendo, Chris- suspiré.

El frunció el ceño y me miró.

-Vamos Clara, no es para tanto.

-Ese es el problema, Chris- suspiré- En cualquier otra ocasión, no me habría afectado, pero él... No sé qué quiere, se esfuerza por seguir dándole vueltas a la situación y, ¡Apenas es el primer día!  Me molesta demasiado su presencia.

Chris me miró fijamente y luego sonrió dándole palmaditas a mi hombro.

-Todo estará bien, Clara. Es nuestro último año de secundaria,  ni tú ni yo permitiremos que lo estropee. Ya verás que su actitud no durará más de una semana. A menos que... -pareciera qur hubiera perdido el aliento. Se quedó completamente mudo, dejándome con la curiosidad viva.

-¿Qué cosa, Chris? -pregunté impaciente.

-A menos que le gustes. Ya sabes, los chicos suelen molestar a las chicas cuando les atraen. Una estúpida táctica, pero funciona a veces.-rió.

Me quedé perpleja ante su comentario.

-¿Estás loco? -grité.

Él soltó una carcajada.

-Tal vez solo un poco. -rió entre dientes- Pero mi locura no quita las posibilidades de que sea verdad.

No soy otra típica rubiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora