Y ahora no sé como arreglar el error que he cometido, nunca he sido bueno con las palabras, pero mi madre siempre decía que no importaba cuanto costara era mejor hacer lo correcto, a después sufrir por errores que se podían arreglar con anticipación. Es por eso mismo que ahora estoy conduciendo hasta su casa, y he avanzado más que en las anteriores veces. Ahora solo me faltan dos cuadras, y quedaré frente a su casa. Estoy rogándole a la luna de que su padre ni Scott estén ahí, porque algo me dice que su padre sabe lo que ha pasado.

Una cuadra antes distingo su Jeep estacionado afuera, no hay señales del auto policial, ni de la motocicleta de Scott, solo espero que no lo haya acompañado en el auto. Las manos me sudan, y siento que vuelvo a tener diecisiete años y estoy a punto de ir a mi primer cita con Paige, solo que esta vez no es algo ni medio parecido a una cita, y no es Paige, sino el chico con el que estoy destinado a pasar el resto de mi vida, y eso si que es más importante. La idea de que él sea quien la luna haya escogido ya no me molesta, es más, no me molesta en absoluto, no como antes lo hacía.

Estaciono, unos metros más adelante de su casa, y desde aquí trato de escuchar cuantos latidos hay en la casa, me concentro, pero solo escucho uno, y viendo que su auto está aquí, es porque él está, y solo. Me bajo del auto, me seco el sudor en el pantalón, respiro hondo y me encamino hacia la puerta, tengo el corazón a mil, y siento como si quisiera salirse por mi garganta. Cuando estoy frente a la puerta, agudizo de nuevo el oído, y de nuevo escucho un solo latido. Alzo la mano y presiono el timbre de la casa.

Unos momentos después, creo que son sus pasos los que escucho, y ahora si que comienzo a estar nervioso. Unos segundos después la puerta se abre, la imagen frente a mí me eriza la piel y el pecho se me oprime. Stiles aparece por un lado de la puerta, tiene el cabello un poco revuelto, su piel está pálida, tiene unas ojeras que le llegan casi hasta las mejillas, los labios agrietados y los ojos tristes.

Cuando abre y se da cuenta de que soy yo, se queda estático, no sabe como actuar, y ciertamente yo tampoco. Se pasa saliva por los labios, pero estos siguen estando agrietados, los ojos se le oscurecen, y ya no tiene solo tristeza, sino que esta enojado.

—Derek —Su apariencia puede ser de enojado, pero su voz lo delata, ésta sale quebrada y pastosa —¿Qué haces aquí? —Me pregunta una vez carraspea y ahora su voz si que combina con su expresión.

—Disculpa que haya venido así, pero ... ¿Podemos hablar? —Mi pregunta no parece sorprenderlo, pero algo cambia en su mirada, y esta se suaviza un poco.

—Pasa —Se hace a un lado, y me deja pasar, espero encontrarlo frente a mí, pero no, se queda pegado a la puerta. Estoy a punto de voltear pero el me detiene —No te voltees, quédate así, iré a ponerme algo encima —Se escabulle detrás de mí y sube rápido las escaleras. Alcanzo a verle parte de la espalda, su trasero y piernas. Un gruñido se atora en mi garganta pero lo controlo. Me quedo en donde estoy y no me muevo de mi lugar, unos momentos después baja, con una sudadera, un saco más grande que él (y que lo hace ver demasiado tierno) y el cabello peinado —Puedes sentarte —Me dice como si fuera obvio, ignoro la voz que en mi cabeza me grita estúpido, y me siento en uno de los sillones, él lo hace frente a mí.

El ambiente es incómodo, y una opresión en el pecho me inunda y me dice que esto no debería ser así, que él no debería de estar lejos de mí, y que no debería sentirse desprotegido en mi presencia. Luego de unos minutos rompo el silencio con palabras que tengo en la punta de la lengua desde que se fue hace cinco días de la veterinaria —Lo siento —Las palabras hacen eco en la habitación. Él levanta la cabeza hacia mí, y se queda mirándome directamente a los ojos, y por primera vez desde que lo miro, me quita el aliento. Sus ojos tienen un color café con mil hermoso, y sus pestañas le arquean la mirada haciendo que sea lo más sexy que he visto en mi vida —Discúlpame por no pensar en mis acciones cuando me fui hace seis años, nunca supe que sentías eso por mí, siempre he sido distraído para las cosas del amor. No soy bueno con las palabras, pero, siento que desde hace cinco días mi vida se ha estado hundiendo y no sé como recuperar el control.

—Mi vida se ha estado hundiendo desde hace seis años en que decidiste dejarme sin siquiera decirme un adiós en persona —Es como recibir un golpe en las bolas y un balde de agua helada que me deja congelado y petrificado. Si lo que he estado sintiendo desde hace cinco días, él lo ha estado sintiendo desde hace seis años, y seguir viéndose tan bien, entonces estoy frente a la persona más fuerte del planeta.

—Lo siento, lo siento mucho —Al final la voz se me quiebra, y sin poder controlarlo, los ojos se me llenan de lágrimas. Hace mucho tiempo que no lloro, solo cuando Paige murió a causa de la mordida y cuando mi familia murió en aquella explosión —Siempre creí que estabas enamorado de Lydia, siempre creí que ibas a tener una vida feliz con ella.

—¿Qué te hizo pensar que tendría una oportunidad con ella? —Pregunta, y parece afectado.

—Porque siempre conseguías todo lo que querías, ¿recuerdas? —El simple hecho de visualizarlo a él de pequeño y compararlo con el hombre que hay frente a mí, me hace creer que son una persona distinta —Cada vez que querías algo, solo me ponías la expresión de ojos grandes, y llorones, las mejillas rojas y el puchero en el labio. No había poder en el mundo que me hiciera decirte que no, porque era imposible —Recuerdo que siempre era engatusador y se aprovechaba de que me tenía a sus pies y conseguía lo que quería. Eso es.

—Nunca pude conseguirte a ti —Dice y la voz le sale gangosa, algo se apodera de mi cuerpo, y me hace querer llegar a donde está y abrazarlo fuerte.

—No tenías que hacerlo, porque ya me tenías —Y es como si todo encajara. Siempre me ha tenido, por eso es que siempre quería estar con él, por eso fue en lo único en que pensé cuando estaba lejos y me convertí en lobo completo, por eso es que aunque traté, nunca me ha molestado saber que él es mi pareja predestinada. Ahora lo entiendo todo, nunca ha tenido que conquistarme, porque ya me tiene conquistado, pero era tan ciego que siempre buscaba algo más cuando todo lo tenía frente a mí —Nunca has tenido que conquistarme, Stiles —Cuando mis hermanas me molestaban diciéndome que me gustaba el pequeño castaño, siempre ponía escusas diciendo que era muy pequeño, o que era como mi hermano, pero recuerdo bien el sentimiento que me daba cuando lo miraba y sentía que lo tenía todo para ser feliz, aun siendo él un niño.

—Ya sabes lo que siento por ti, así que no quieras jugar conmigo —Y ahí está, su lado más vulnerable, el lado que rara vez deja ver a alguien, lo sé, porque cuando le preguntaban por su madre, él solo respondía con la mayor discreción posible.

—No es un juego —Digo, y me quedo mirándolo, y ahora recuerdo porque es que antes me quedaba prendado mirándolo por mucho rato. Es hermoso, su piel llena de lunares es hermosa, su cabello ahora largo es hermoso, sus labios son hermosos. Siempre me ha parecido hermoso, y solo ahora puedo notarlo —Soy un estúpido, siempre te había visto pero sin mirarte, siempre te he tenido pero sin tenerte, siempre he sido tuyo, pero nunca me has reclamado —Los ojos se le llenan de lágrimas, y eso solo me hace querer golpearme hasta morir. He sido un estúpido, y no sé por cuantos años. Nunca reconocí que respiraba y me levantaba de la cama por aquel niño, y el saberlo ahora me hace sentir que sido el idiota más grande del mundo. Por mi culpa, estamos aquí, por mi culpa ambos hemos sufrido por años, por mi culpa, no somos felices. Pero no puedo perderlo, no ahora que me he dado cuenta de que siento lo mismo que él siente. No ahora que puedo saber que ambos queremos y sentimos lo mismo.

Aquello Que Siempre Quise ©Where stories live. Discover now