Capítulo 13

511 39 0
                                    

-viernes 9 de junio de 2017-

Йой! Нажаль, це зображення не відповідає нашим правилам. Щоб продовжити публікацію, будь ласка, видаліть його або завантажте інше.

-viernes 9 de junio de 2017-

Cuando te prometes proteger a alguien ​que quieres lo cumples, y que un idiota como Frías moleste a la persona más increíble que he conocido en mi vida era inaceptable. Tal vez era mi primera vez peleando en los pasillos del colegio, defendiendo una chica y yendo en contra de unos de los populares basquetbolistas, ¿pero eso era una razón para no defender a tu mejor amiga? No lo creo.

—Oblígame—me clavó sus ojos amenazadores.

Jamás sentí esa especie de vibra subiendo por mis venas hacia mis manos, era como si la ira hubiese inundado mi cuerpo y otro yo haya decidido sobre mis puños, porque automáticamente reaccioné a sus palabras golpeándolo en la mandíbula. No me gustaba ser violento, es más, era mi primera pelea con manos, pero era inevitable cuando se metían con Alodi.

—Ouch—la escuché decir, y pronto me giré hacia ella—, ¿Qué estás haciendo?

—No lo sé—respondí asustado.

—¡Cuidado! —apuntó detrás de mí.

El gran Frías se abalanzó hacia mí como una mole y pronto me lo saqué de encima con un fuerte empujón.

—¡No seas marica! —me gritó desde abajo.

Ya lo dije, era mi primera pelea con manos, y abalanzarme sobre él fue una mala decisión porque a pesar de que yo le di mis golpes yo recibí los suyos y, créanme, no es nada placentero que te golpeen con toda la ira que podría acumularse en una mano cerrada.

×××

—Alexis Weber y Martín Frías—dictó nuestros nombres la directora, quien estaba en su escritorio con brazos cruzados—, ¿Quién me quiere explicar esta escena en los pasillos? Me sorprende sobre todo de vos, Alexis, eras un buen chico, ¿Qué paso?

—Ya no—dijo por lo bajo Frías.

—Martín, no respondas, estás en graves problemas, ¿lo sabés? —dijo la directora, fulminándolo con la mirada.

—Mire, todo fue mi culpa—tomé la palabra—, pero lo hice porque estaban molestando a Alodi.

—Su novia—se rio Martín.

—Es una amiga ¿okay? —lo miré con mala cara.

—Okay, amigo, no te me enojes—levantó las manos en señal de paz.

—¿Te parece acudir a la violencia para resolver algo así, Alexis? —me preguntó la directora, expectante de todo.

—No, ¿pero a usted le parece que él moleste a una alumna del colegio? Es injusto, ninguno de los dos debería de haber hecho nada.

—Solo le quité su paquete de caramelos—se defendió Martín.

—Sin su autorización, es más, te pidió que se lo devolvieses y no quisiste hacerlo.

—Que delito—se rio.

—Además, él me provocó—lo apunté.

—¿Con qué?—me prestó atención la directora—, explícame eso, Alexis.

—Le pedí que le devolviese la bolsa de dulces a Alodi y él me pidió que lo obligase, y no en tono muy amable, ¿entiende eso?

—Terrible provocación—agregó Frías, quien contenía la risa.

—Martín, esto es serio—habló la directora con firmeza.

—Mire, sinceramente, todo fue mi culpa. Me metí con su novia, ¿entiende eso? No es algo aceptable en el grupo de chicos, se lo considera una falta de respeto. Molestar a Alodi fue una falta de respeto, lo asumo, y si, lo provoqué con terribles cosas como que: me iba a acostar con ella o, no lo sé, no lo recuerdo, el golpe en la cabeza afectó mis neuronas—explicó Frías con sarcasmo.

—Martín, ¿te estás burlando de mí?

—No, ¿Cómo dice eso? —se acomodó en la silla—. Jamás. En realidad, me estoy burlando de este marica.

—El vocabulario, Frías—masculló la directora.

—¿Perdón? —me giré hacia él.

—Amigo, te agarraste a las piñas porque le saqué un paquete de dulces a tu noviecita no confirmada, ¿no te parece estúpido? Sólo estaba jugando.

—No es mi novia—mascullé.

—Te encantaría que lo fuera, pero sos tan mariposon que no te animás ni a decirle las cosas de frente.

—¿¡Qué!?

—¡Ya! Chicos, paremos esto ya—trató de detenernos la directora.

—Se trata de solucionar el tema hablando, no a los golpes, hermano, ya no hacemos eso, son códigos de hermano a hermano—dijo Martín, señalándonos a ambos—, sobre todo cuando tenés una posibilidad de unirte al grupo de basquetbolistas.

—Eso es muy amable de tu parte, Martín—resaltó la directora.

—No entraré a básquet, a su grupo, ni a sus códigos de hermanos, recuérdalo, ¿o tus neuronas aun no recapacitan?—me incorporé de la silla, listo para retirarme.

—Me está provocando—apuntó Martín.

—Alexis, siéntate, por favor—dijo la directora, mirándome fijamente.

—No tengo nada más que agregar, si necesita arreglar algo con alguien llame a mis padres. Permiso.

Abrí la puerta, furioso, y me retiré de la oficina sin decir más.

Quédate | COMPLETAWhere stories live. Discover now