Capítulo 1

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-jueves 10 de agosto de 2017-

Decir Adiós, que te lastimen, te ilusionen, te hayan mentido y traicionado, haciéndote creer que la única que tenía la culpa allí era yo, en un mismo día, era repugnante. Estaba cansada, mojada, y mis lágrimas caían de mis ojos de manera tan ligera que por un segundo sentía que brotaban completamente solas. La calle por la que caminaba se encontraba totalmente vacía y silenciosa, y estaba segura de que caminar sola por allí no era de lo más seguro, eran las cinco de la mañana y me sentía un perro abandonado o, mejor dicho, una perra abandonada. Fui víctima de mi propio plan, terminé cayendo por la escalera que yo construí, y ahora no tenía más que hacer. Estaba sola, y nadie ni nada lograría salvarme de esta.

-miércoles 19 julio 2017-

Tener conversaciones eternas con él era la causa de mi milagrosa sonrisa y ¿Qué mejor que sonreír todos los días solo por una burbuja de chat? Estaba segura de que cuando lo tenga en frente las sonrisas se convertirían en tentadoras carcajadas.

Evan, mi hermano mayor, era quien más trataba de causarme sonrisas, sobre todo desde que murió papá, pero nunca lo conseguía, y cuando logró verme con una energía que nunca en su vida conoció, comenzó a sospechar.

—¿Tenés que ser así de egoísta?— comenzó, mientras mezclaba el yogurt con sus cereales de azúcar.

—¿De qué hablas? —quité mis ojos del celular, desvaneciendo mi sonrisa y concentrándome en el rostro de mi hermano, ¿Qué era lo que le veían mis compañeras de aula? La única razón por la cual podía llegar a tener un nivel de conversación con las chicas populares del curso era por él ¿¡Que le veían de guapo!? ¡Es repugnante!

—Sonreís como una maldita feliz hace una semana, y ni siquiera te tomas el tiempo de contármelo todo—me apuntó con la cuchara.

—¿Te pone celoso que sea feliz por un segundo?—me senté en una de las sillas de la mesa, frente a él.

—Me pone celoso que alguien más logre sacarte esas sonrisas que yo quería provocar—sonrió.

—¡Eres muy tierno! —exclamé emocionada.

—¡Y vos una maldita egoísta! —se rio— ¿¡No me lo vas a contar!?

—¡No tengo por qué! Yo no te pregunto con quién salís y qué pasa después—lo rebajé con la mirada, en tono de desaprobación a sus salidas nocturnas.

—No te incumbe lo que yo haga, soy mayor—cambió el gesto, incómodo.

—Y a vos no te incumbe meterte en mis relaciones, ya soy grande para saber con quién quiero estar y con quién no, y a quién se lo quiero contar y a quiénes no.

—Mamá querría saberlo, la pondría feliz.

—Mamá logra estar al tanto de lo que me pasa solo porque vos se lo contás, sino, viviría en su burbuja de trabajo sin enterarse de la existencia de sus dos hijos.

—No seas tan dura—frunció el ceño.

—Soy realista, cuando vos tratas de pintar de rosa un fondo negro. —Me incorporé, con el celular en las manos, ya había vibrado tres veces y aún seguía conversando con mi hermano mayor ¿eso tenía algún sentido? ¡El chico de las sonrisas estaba exigiendo mi aparición en la ventana de chat!

—¡Ya deja de ser tan negativa! ¿Por qué no tratas al menos ayudar?

—Hace cuatro meses murió papá ¿y vos querés que ayude a alguien más cuando ni siquiera puedo ayudarme a mí misma? ¡Búsquense un maldito psicólogo, yo voy a hacer mi vida como yo la quiera! —Me voltee.

Quédate | COMPLETAWhere stories live. Discover now