Capítulo 12

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-lunes 13 de marzo de 2017-

¿Por qué a veces llegamos a ser tan estúpidos como para cometer tantas estupideces? Mis ganas de despejarme eran mucho más grandes que mi dolor, y requería de un día lejos de casa, lejos de ese ambiente en donde todos estaban lastimados. Necesitaba salir.

Es raro entrar al colegio y que todos te miren con lastima y pena, una mirada que te baja la poco autoestima que te queda sin darte cuenta ¿Quién quiere que le tengan pena? Necesitaba un poco de movimiento, felicidad, algo para olvidarme de todo por un minuto, y parecía que era imposible.

—Hola, Alodi, ¿Cómo estás? —me saludó Nicolás Leiva, que bajaba de su auto.

—¿Bien? —dije confundida, con el ceño fruncido.

—Lamento lo de tu padre... fuerzas. —Me sonrió y se unió a su grupo de basquetbolistas que esperaba en la puerta.

Si algo necesitaba en este momento era alguien que me expliqué por qué Nicolás Leiva se había asegurado de saber si estaba bien. Si intentaba que con su belleza todo mejore, estaba muy equivocado.

—¡Odi! —se acercó Caro— ¿Cómo estás?

—¿Me podés explicar por qué todos saben lo que pasó? —la miré con mala cara.

—Ey, tranquila, sabés que las cosas que le pasan a los del cole siempre salen a la luz.

—No siempre Caro, vine para despejarme y me encuentro con miradas llenas de pena y... ¡Nicolás Leiva lamentándose por la muerte de mi padre!

—Tranquila—me aconsejó por segunda vez.

—¡No! Alguien habló, alguien dijo algo—se me partió la voz—, ahora todos me tienen lástima porque la persona más importante de mi vida se fue.

—No te tienen lastima, Odi, simplemente les duele que hayas perdido alguien que, como dijiste, es muy importante en la vida de una persona.

—No me gusta que sea así, no me gusta nada de esto, no me gusta nada de lo que está pasando—comencé a llorar, como una ridícula.

Jamás había llegado a llorar en un ambiente repleto de estudiantes y, si necesitaba hacerlo, me esforzaba para que no fuese así, pero hoy fue inevitable, había mucho más guardado en mi pecho que aún no fue sacado. Porque para eso sirven las lágrimas, para desahogar y expresar todo lo que sientes de manera más explícita.

—No llores, Odi—me abrazo con fuerzas—, es bueno que sepan lo que pasa, es necesario que sepan que estás pasando por un mal momento, que estás sensible y necesitas de ayuda, que nada puede hacerte mal desde ahora. Cualquier mal comentario que suele haber en el colegio puede de haberte lastimado y tus amigos necesitan que nada más te lastime ¿entendés? Tal vez hubiese sido bueno que no vinieras, es más, podría haberme quedado con vos.

—Lo siento—aspiré mis mocos.

—No, no lo lamentes—se apartó, y me secó las lágrimas con la mano—, a ver, tengo unos pañuelitos en mi mochila.

En un rápido movimiento, Caro se quitó la mochila que le colgaba incómodamente por el hombro, la depositó en el suelo y se acuclilló frente a ella para revolverla con más comodidad. Pero claro, la serenidad no puede durar más de cinco segundos, y es ahí cuando entra Stacy, como generalmente lo hace, para arruinarlo absolutamente todo.

—¡Odi! —corrió hacia mí y, sin esperarlo, me abrazó como si fuésemos viejas amigas—, ¿Cómo estás? ¿te sientes bien? ¿estás llorando?

—Hola, Stacy. Estoy bien—Respondí, seca.

—Hola—se incorporó Caro, colgando una tira de su mochila en el hombro derecho.

—Lamento mucho la muerte de tu padre, de verdad, es algo terrible—hizo una mueca, mientras apoyaba su mano en mi hombro, en modo de compasión.

—Entiendo—suspiré, quitándole la mano—, gracias

—Stacy, estábamos...—Caro intento deshacerse de ella.

—¡Ya lo sé! Lamento interrumpir su conversación de chicas ¿de qué hablaban? ¿de mi novio? —Se rio como de costumbre.

—Odi esta sensible, Stacy, necesita de un día con amigas—dijo Caro conteniendo su tono dulce y sereno, y haciendo hincapié en las últimas palabras.

—¡Ay chicas! Pueden considerarme una amiga. Miren, si estaban hablando de Nico no me enojo, pero díganmelo.

—No estábamos hablando de Leiva ¿okay? —se impacientó.

—Okay y... ¿Qué tal Alexis? Ese chico no me cae nada mal, está bueno—sonrío.

—Es nuestro amigo, sobre todo de Odi—apuntó Caro, cruzándose de brazos.

—¡Apuesto a que le gustas! Me miró sonriente—, no está nada mal, Odi, y vos sos muy bonita, podés ganártelo fácil.

—Solo somos amigos—dije, seria.

—¡No seas tan dura! Veo cómo te mira, ahí puede haber algo más.

—Alexis sabe muy bien que sólo somos amigos y que nada es posible entre los dos—aclaré pegándole un reojo a Caro.

—A veces las cosas cambian—me guiño un ojo.

Y eso, eso fue el comienzo de mi odio rotundo hacia Stacy Luna. Por un momento, esa frase podría tener un doble sentido, un sentido que hasta ella misma podría haber logrado captar, un sentido que generó un inmenso nudo en mi garganta. No podía creer lo que estaba escuchando ¿Cuál eran sus intenciones? "Las cosas cambian" Stacy estaba consciente de la muerte de mi padre, estaba consciente de mi dolor, de los pocos días que llegaba cargando esta noticia y, mientras tanto, no se retuvo para pensar sus palabras, no se retuvo a guiñar su ojo, no se retuvo a demostrar que todo lo hacía a propósito.

—Sí, lo sé —traté de sonar convincente, mis cuerdas vocales parecían no tener fuerzas para pronunciar siquiera una silaba.

—Stacy—interrumpió Caro, notando el golpe que aquellas palabras causaron en mi—, no hablábamos de chicos ni de tu novio, Odi está pasando un mal momento y tiene que despejarse.

—¡Ay vamos! Las cosas se superan, la vida sigue, no sean tan dramáticas. Como sea, llego tarde a clases y ustedes también. Nos vemos ahí—sonrío, y se fue con su paso de modelo.

"Las cosas se superan, la vida sigue, no sean tan dramáticas" ¿así que la muerte de alguien que amas se supera de un día al otro? ¿no hay que ser dramática después de solo un par de días? Stacy Luna, has quedado en mi lista negra.

—Pero ¿qué le pasa? —masculló Caro, con mala cara.

—Es una estúpida—mascullé cruzándome de brazos.

—¿Tiene un pedo en la cabeza? De verdad, será linda, pero de inteligente no tiene nada.

—¡No tiene corazón!

—Es una idiota—apuntó.

—Concuerdo.

—Y no te tienen que afectar sus estúpidas palabras ¿okay? Que quede claro que es una hueca sin corazón.

—No me afecta, Caro, estoy bien, gracias ¿podemos entrar?

—Claro, pero antes—me mostró un pack de dulces—, te compré unos antes de venir.

—Vos sabés cómo hacer las cosas mejor—lo agarré sonriente.

—Siendo tu mejor amiga y conociéndote bien, dudo que eso no sea posible.

—Te amo amiga—sonreí.

—Yo más, Odi—me devolvió la sonrisa—, y siempre estaré para ayudarte ¿okay?

Quédate | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora