~El Despertar~

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¿El club? ―respondió ella con un ligero ―muy ligero― tinte de diversión en su voz.

Bueno, ya sabes... como esos clubs de la casa del árbol en que solo a algunos niños dejaban entrar. ¿Nunca estuviste en alguno?

Erza negó y bajó la mirada.

Jellal se regañó a sí mismo.

Lo siento, yo no...

Los he visto en las películas y la televisión ―dijo ella con algo de emoción repentina y Jellal sintió alivio por eso―, siempre quise pertenecer a uno...

Bueno, ya creaste uno ―Jellal llevó su mano a la mejilla de ella y la acarició con suavidad limpiando los trazos de lágrimas en ella―. Este es el "Club De La Luz Bajo Las Sabanas" y tú eres la fundadora ―Erza soltó una risita débil y Jellal sonrió.

Es ridículo...

Pero es verdad ―decretó él―. Y yo soy el orgulloso primer miembro aceptado ―Erza subió la mirada a él y colocó su mano sobre la de Jellal que aún acariciaba su mejilla.

No tienes que sentir pena por mí, Jellal...

No siento pena por ti, Erza ―su voz fue gentil pero la firmeza y la sinceridad eran más que tangibles al hablar―. Me preocupo por ti ―enfatizó el verbo―. Así como tú te has preocupado muchas veces por mí, y ―dijo antes de que ella le interrumpiese―, de verdad lo digo, siempre quise ser miembro de un club...

Erza rió de verdad esta vez.

¿Y quién dice que ya te acepté? ―retó con malicia divertida y Jellal por fin vio de nuevo a la Erza fuerte que conocía.

¿No? ―fingió indignación―. Incroyable! ―bufó―. ¿Acaso es de esos clubs que requieren una prueba de iniciación? ―Erza asintió divertida y olvidó por completo que si no fuera por esos tres focos bajo las sabanas estaría rodeada de oscuridad, en especial cuando Jellal sujetó la mano de ella y se la llevó a los labios para darle un pequeño beso― Entonces dime, ¿cuál es la prueba para que me aceptes? ―susurró contra sus nudillos.

¿Pr-prueba? ―tartamudeó nerviosa por la pregunta y las diferentes maneras en que su traidor cerebro la interpretó, pero más por la miel de esa mirada iluminada por la luz artificial, las vetas verdes de los ojos del pastelero resaltaban gracias a la tonalidad amarilla de las linternas―. Y-yo...

¿No me diga que no tiene ninguna prueba pensada, Señorita Scarlet? ―le miró con falso reproche―. Eso sería muy cruel para conmigo.

Bueno, yo... ―infló las mejillas―. No estaba pensando fundar un club hoy... ―se defendió con tono casi infantil y eso hizo a Jellal reír y a ella sonreír y relajarse al verlo y escucharlo.

Très bien...―aceptó el pastelero―. Hagamos esto, yo le muestro a usted un secreto de esta habitación y usted me acepta en su club. ¿Trato? ―Erza no dudó en aceptar y Jellal sonrió de nuevo―. Pero, deberé pedirle que salgamos un momento de debajo de las sabanas ―la observó incomodarse y agregó con rapidez―, los focos seguirán encendidos, por supuesto... ―la joven se mordió el labio pero asintió, Jellal tomó uno de los emisores de luz artificial en las manos y comenzó a quitar las sabanas de sobre ellos, a pesar de no estar tan cerca de Erza tuvo muy claro que ella se tensaba más y más mientras las retiraba.

No quería volver a verla llena de miedo.

Así que se apegó a ella y tomó una de sus manos en la suya.

DULCE DESTINOOù les histoires vivent. Découvrez maintenant