CAPITULO 24 INICIACION

10.9K 1.1K 9
                                    

Santiago se sentía cansado, sus miembros estaban entumecidos, apenas los sentía. El frío calaba sus huesos, ya no quería luchar más, ya no le quedaban fuerzas suficientes, sentía que su vida se iba como había llegado, y no había hecho nada con ella, deseaba llorar como lo había hecho de pequeño y aún de jovencito cuando su padre lo llevaba con el y lo obligaba a participar de cosas que no quería y se resistía pero terminaba cediendo ante la presión de el, en esas ocasiones odiaba a su padre y se odiaba así mismo, como la primera vez que tuvo que golpear a alguien y aunque se lo merecía no le gustó hacerlo, o cuando su padre lo obligó a dispararle por primera vez a un hombre aún sabiendo que era inocente, ¿la razón? No quiso unirse a su grupo delictivo. Su padre lo puso delante de él después de que sus hombres lo hubieron golpeado y sin más puso un arma en su mano.
_Es hora de que te conviertas en un hombre le dijo. -apenas tenía 17 años, el solo quería aventar el arma y salir huyendo de ahí, pero sabía que si lo hacía su padre lo obligaría a hacer cosas peores hasta convertirlo como él decía en un hombre, si quería que lo dejara en paz no solo él, sino sus hombres, tenía que cumplir su orden, así que tomó el arma, estaba tan asustado que sentía que se le caería en cualquier momento, su corazón desbocado retumbaba en sus oídos, todos estaban expectantes, en realidad nadie creía que lo hiciera, lo veían demasiado asustado, demasiado niño todavía. Cuando apuntó hacia aquel hombre lo impactó el ver la entereza con que se enfrentaba a la muerte, aunque permanecía de rodillas delante de él levantó la vista y su mirada firme carente de temor le instaba a que terminara ya, en ese momento el envidió a ese hombre, cuando menos él tendría su libertad ahora y su corazón permanecería íntegro, sin embargo el estaría esclavizado a esa tierra, a ese hombre a quien llamaba papá, convertido en un asesino.
Levantó la pistola, apuntó al pecho del hombre, por un instante cerro los ojos para disparar, pero en el último momento los abrió y disparó, horrorizado vio como una mancha roja se formaba de inmediato en su pecho y caía. Un estruendo de gritos y aplauso se escucharon a su alrededor. El aun aturdido no se explicaba que había sucedido, ese hombre no debería estar muerto, estaba seguro de que había disparado lo más lejos posible del corazón, pero él había caído sobre su pecho y no se movía, lo había matado... en verdad lo había matado, sintió que todo giraba a su alrededor, por un momento pensó que vomitaría ahí mismo delante de aquél grupo de rufianes, pero no... No podía hacerlo ni podía darse el lujo de desmayarse ahora, si lo hacía sería el hazmerreír de todos y esto nunca tendría fin, sabía que su padre insistiría en que asesinara a más gente hasta que lograra pasar la prueba con "dignidad".
_Dame la pistola -dijo su padre. -le daré el tiro de gracia.
_ ¡No! -exclamó el. _Yo lo haré. -sostuvo con fuerza el arma. _solo déjenme solo, yo... me encargo. -levantó la barbilla desafiante, como si fuera todo un hombre.
Y dio resultado, su padre ordenó que lo dejaran, orgulloso de que su hijo por fin empezara a mostrarse más participativo y más entusiasta en esos asuntos.
_Bien, cuando termines enviaré a dos de mis hombres a deshacerse de él -dijo sin más.
_Deja que yo me encargue. -dijo él temeroso de que se arrepintiera de dejarlo solo.
_Está bien, no me defraudes -dijo dándole la espalda y marchándose.
Cuando se hubieron retirado todos, aún permaneció unos minutos inmóvil temeroso de hacer cualquier movimiento, luego se apresuró a voltear el cuerpo inmóvil del hombre, quien para su sorpresa se quejó, se llevó la mano hacia la herida y se incorporó quedando sentado.
_Eres muy valiente chico, fue lo primero que dijo mirándolo con agradecimiento. _Si me dejas ir, te prometo que jamás en tu vida me volverás a ver, nunca nadie sabrá que me perdonaste la vida. -dijo mirandolo a los ojos.
Santiago solo asintió sosteniendo su mirada con timedez e incertidumbre.
_No te preocupes -dijo el hombre te diré que vamos a hacer para que nadie se de cuenta de lo que acaba de suceder, después de esto te prometo que no me volverás a ver a menos que tu quieras, pero antes te daré algunos consejos. -dijo tomándose de su mano para ponerse de pie, pues su herida solo era superficial, aunque dolía demasiado.
Y así fue. Esos consejos los siguió tal y como él se los dió lo que evitó que él se convirtiera en un asesino, pues a partir de entonces su padre quedó tan satisfecho por su trabajo que jamás cuestionó sus métodos. Siempre que por alguna causa "tenía" que deshacerse de alguien, pedía a su padre que lo dejaran a solas, cuando esto era imposible generalmente se las ingeniaba para de alguna forma hacerle entender a o las personas que le siguieran la corriente y que se fingieran muertos. Luego invariablemente pedía estar a solas para darles el tiro de gracia y posteriormente deshacerse de ellos, siempre fingía calcinar los cuerpos, lo cual era sencillo pues era tanto el ganado que tenían por el rancho que nadie se daba cuenta que faltaba alguna res y eso servía para hacer creer que era alguna persona, luego a esas personas se les entregaba dinero para ayudarlas a escapar lejos de ahí y nunca más regresaban. En un principio fue difícil porque Santiago no disponía de dinero pero Antonio, la primer persona que Santiago perdonó la vida fue quien implementó el elaborado plan sacado de su propia experiencia y resultó.
Ahora tantos años después seguía funcionando ya no para mantener contento a su padre, pues ya había muerto, sino para mantener su reputación de hombre implacable y mantener así alejados a sus enemigos ya que eran varios los que su padre le había heredado, así que en ocasiones muy retiradas por cierto era necesario implementar el plan, como la última vez, hacía apenas unos meses y por causa del cual ahora él se encontraba en esta situación.

FUE MI ERROR. No. 1️⃣ // SERIE HOMBRES DE LA SIERRA Where stories live. Discover now