▶ Un extraño compañero ◀

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Norman apenas movió los ojos bajo los párpados cerrados mientras la melodía continuaba latiendo en sus oídos.

Veinticinco minutos después decidí marcharme en silencio, bajo la mirada de todas las personas que deambulaban por el corredor.
Lease accedió a dejar su reproductor de música en C.I, porque estaba seguro de que Norman lo necesitaría mucho más que él. Y así era.
Esperaba que todos nuestros esfuerzos valieran la pena cuando por fin saliera del coma.
Vagué por el pasillo de la zona del hospital con las manos detrás de la espalda, pensando en nada y a la vez en todo. Quería pensar en Norman, en la pobre Natalie, en Lease y su melancolía, en ese tal Jack... Pero no podía concentrarme. Los acontecimientos pasaban como la ráfaga de tomas de alguna cámara inteligente.
No podía creer del todo que Mara Chartenner estuviera muerta, realmente muerta. Mucho menos que existiera, según Lease, un asesino serial en la Agencia, escondiéndose entre las sombras para llevarse consigo las vidas de los internos.

¿Por qué mató Detectives?
¿Por qué razón omite a los Agentes? ¿Acabará con uno de ellos, al fin y al cabo?
¿Qué quiere demostrar con esas muertes?

Y lo más importante...
¿Por qué asesinar a Mara? ¿Qué captó en ella la atención de su homicida?

Necesitaba respuestas. No podía impedir que mi cerebro trabajara como el de un detective.
Sí, seré una Agente, pero ¿qué me limitaba a mí para ser también una investigadora?
Necesitaba saber qué rayos tenía que ver Mara con su asesino por el simple hecho de que sentía una curiosidad imperiosa.

Podrían perfectamente haber asesinado a Natalie, quien era la segunda mejor Detective juvenil de los Estados Unidos... Pero no. No me cabía en la cabeza aquella multitud de posibilidades.

¿Y si era la Mafia otra vez?
Pero... ¡Destruimos su base central! ¡Capturamos a su líder!
¿Acaso no es eso suficiente...?
¿Y quién sabe? Podrían existir millones de líderes más, y trillones de bases...
Y demasiadas personas, las cuales vengarían a Bélica.

Mi mente maquinaba de un modo inusual, que jamás había descubierto antes, y que a mitad de los exámenes nunca surgía a pesar de mis intentos. Me sentía segura de mí misma, capaz de resolver un Caso por mi cuenta.
¿Norman me alentaría con la decisión...?

"Podría decirme que estoy mal, que una Agente debe ser sólo eso y nada más —que continuara en mi bando—, que tengo que encontrar mi labor específica en la organización..."
Pero estaría de acuerdo en una sola cosa: podría hacer lo que se me diera la gana, sin molestar a nadie en el intento.

Sonreí para mis adentros.
¿Y si no me lo permitía? ¿Qué más daba? No necesitaba a Norman para actuar. Nunca dependí de nadie, y mucho menos lo haría ahora.

—¿A dónde vas? —interrogó Lease a mis espaldas, apartándome de mi burbuja mental.

—A ver a un amigo —repliqué sin dudarlo—. Resolveremos un Caso.

Lease puso una expresión de terror absoluto, como si estuviera cara a cara con el mismísimo diablo.
Si sus ojos ya eran lo bastante grandes, ahora lo eran todavía más.

—Sé a dónde vas —murmuró tajante.

—¿Pues, a dónde?

Mi amigo tensó los labios y entrecerró los ojos.

—Sólo... ten cuidado con Da Silva.  Cuando termines la sesión, cuéntame qué tal es, cómo es su rostro...

Rodé los ojos y torcí mi sonrisa.

—¿Nunca lo viste caminando por ahí? ¿Ni siquiera...?

Lease me interrumpió con un súbito movimiento de cabeza.

Sincronizados ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora