Capítulo XIV A casa...

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En cambio, Mahiru ni siquiera puede correr dos pasos sin antes meterse en un embrollo.

Y un conflicto con C3 y Shirota metido ahí... No. Mahiru no necesita permanecer a su lado en ese momento.

— Yo no te pediría un beso... ¿Por qué lo haría?— Mahiru le niega la mirada y se muerde los labios avergonzado.

— Quién sabe, ¿Quizás sientes cosas con mi cercanía?

Lo molesta, y le habría gustado disfrutarlo. Shirota ruborizado y atemorizado a cada acercamiento que cada, creía incluso escuchar el agolpamiento de su corazón queriendo zafársele por el pecho. Pero no lo hace. Se mantiene serio y con un toque de nostalgia al ver la confusión en los ojos ámbar mirarlo fijamente.

Y cómo instintivamente esos labios dejaron de emitir palabras y se entreabrieron a la espera de los suyos. Temerosos, y respirando con una suavidad que era digno de ver como Mahiru se controlaba por no gritar.

Le habría gustado saber la respuesta a su pregunta.

Pero se mantiene alejado, rozando con el aliento la boca de Mahiru, y manteniendo firme el agarre de los brazos del castaño ante cualquier huída. Kuro fija su mirada y casi jura que Shirota soltará a llorar por lo brilloso que están sus ojos.

Estaba haciendo mal al tentarlo de aquella manera. Siempre se consideró un monstruo sin sentimientos. Y ahora parecía verdaderamente uno al tener al chico que estuvo penetrantemente en su cabeza esos tres años, y pareciendo como si quisiera jugar con él.

— Ya llegaron.

Ash se aleja luego del susurro, y suelta el agarre entre Shirota. Toma su arma y se encamina a la puerta dejando a Mahiru olvidado a su espalda. Escucho un pequeño jadeo e hizo amago de ignorarlo al abrir la puerta y confirmar sus palabras cuando por la calle pasaron las furgonetas de militares.

Y una de ellas se detuvo frente a la comisaría.

— Mi misión ya termina aquí, Mahiru.

Mahiru se siente ahogar, y respira con una gran bocanada de aire al verlo en el umbral de la puerta, y con claras intensiones de desaparecer ya de su vida. Y no era justo. No era justo que lo confundiera y ahora quisiera correr, y le dictara las palabras que menos quería escuchar.

Aun estaba nervioso, y sus piernas parecían gelatina. Pero quería correr; alcanzar la mano de Ash, golpearlo, y gritarle por lo estúpido de su parte al querer desorientarlo, y sacar un tema que para él... era un secreto ambiguo que más de alguna vez se le cruzó por la mente.

— ¡Kuro! — Pero terminó gritando cuando los militares bajaron del vehículo, y todos le apuntaron a Ash en la cabeza.

— Baja esa arma, y levanta las manos.

Kuro suspiró cansado al dejar su arma en el suelo, y levantar sus manos con lentitud. Desvió la mirada cuando sintió a Shirota en su espalda, y una persona más descendía del vehículo. La persona que lo había contratado, y amigo del castaño.

— Mahiru — Shirota se quedó confundido mirando a Kuro, y antes de prevenirlo, Sakuya ya lo estaba abrazando — ¡Mahiru! ¡Dios!, que alegría verte de nuevo.

Algo descolocó a Mahiru en ese abrazo. Por escasos segundos se preguntó, ¿Qué le pasaba? Sakuya estaba ahí, no lo veía hace más de un año y él debería estar dichoso de verlo, y sentirse seguro en la compañía de su amigo. Gritar alegre, y sonreírle por estar vivo gracias a su ayuda, era lo mínimo que debería hacer.

Pero su cuerpo no reaccionó al estímulo, y sus manos seguían muertas al costado de su cuerpo. No respondió al abrazo y sus ojos seguían fijos en los turquesas de Kuro, y su boca a medio abrir, queriendo llamarlo pero enmudecido por el mar de preguntas y confusión que le embargaban la mente.

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