Capítulo XII Una petición, una misión

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— Entonces, Tsubaki es tu hermano.

Llevaban un rato caminando. Seguían tomados de las manos y en un momento dado, Mahiru había comenzado una charla amena, y por extraño que le pareció en un inicio, Kuro comenzó a relatarle algo de su vida.

Por momentos, se sentía realmente feliz de que Kuro se esté abriendo más a él.

— Ahm, es un poco molesto. Prefiero mantenerme alejado de él.

Al punto en que le contaba de sus hermanos, su familia, y ya no rehuía a sus preguntas. Al menos, de manera superficial. Como, ¿cuántos hermanos eran?, ¿qué le gustaba hacer?, si es que realmente no tenía ningún techo y dormía en la calle todas las noches.

Y a cambio, él también relataba algo de su vida. Era un trato justo. 

— Yo lo conocí una vez que Sakuya llegó a mi departamento porque la lluvia los encontró en el camino. Sólo me dijo su nombre, y reía de una manera bastante extraña.

Mahiru sonrió al recordar aquello.

Solo había visto a Tsubaki un par de veces. Y siempre que lo veía sentía un raro escalofrío recorrerle la espalda. Tsubaki tiene un aura extraña, y era capaz de infundirte miedo con solo una mirada.

Él siempre trato de mantenerse alejado de ese chico. Aunque sólo lo conoció por un año, pues poco después se mudo y comenzó sus estudios de medicina. Y con ello, el contacto con Sakuya se vio minimizado.

— Todo en Tsubaki es extraño. Y aun para nosotros, sigue siendo un misterio.

Mahiru buscó la mirada de Kuro con duda. No se veía enfadado al contarle de su azabache hermano, al contrario, se veía algo cansado. Quiso decirle a Kuro si se detenían un rato para descansar, pero éste busco su mirada con otro pregunta.

— ¿Y tú?, ¿Por qué estudias medicina sabiendo que el país entraría en guerra y los primeros que llevarían a combate serían a los militares y médicos?

Mahiru sacó a relucir una pequeña mueca de tristeza al mirar el paisaje a su alrededor.

— Quiero ayudar— musitó con calma— No me gusta ver a toda esta gente sufrir. Sé que mi conocimiento es poco, pero quiero hacer todo lo posible para traer paz  a esas personas...

Cuando Kuro sintió los dedos de Mahiru sostener con más fuerza su mano, él desvió la mirada del chico. Sentía algo en el pecho, ¿Alivio o angustia? Las palabras de Mahiru, aquellas que la noche anterior las había escuchado, el chico las volvió a repetir, y algo provocó en él.

¿Shirota tiene un deseo por proteger?

Mahiru era un ingenuo al creer que algo podía hacer. Él sabía perfectamente lo difícil que es cambiar la mentalidad de las personas. Y el querer remover ideales de gente intoxicada por el odio y guiarlos por un buen camino era... lioso.

Sí. Mahiru es un tonto ingenuo al creer que podría cambiar aquello.

— Paz... — susurró y sintió la mirada de Shirota— Claro que todos quieren la paz. Por eso toman armas para proteger esta paz, y se lanzan a la batalla esperando conseguirla. Eso, es la paz que encontrarás en esta guerra, Mahiru.

Mahiru no supo cómo responder a aquello. Bajó la mirada y se dejó guiar en el caminar. El clima estaba templado y el suave sonido de la naturaleza era el canto de tranquilidad que su aliviado corazón buscaba de hace días.

Sabía que su modo de pensar era simple, algo infantil, y sobre todo ingenuo. Pero, ¿Qué tiene de malo pensar en aquel rayo de esperanza? Un insulso deseo de resguardar todo, y perdonar las fechorías de todos.

SNIPERWhere stories live. Discover now