❀ Capítulo 28

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Los golpes habían empezado, TaeHyung pensó que lo único que recibiría de parte de su mellizo mayor sería puñetazos o patadas, sin embargo, su perspectiva cambió cuando admiró la navaja brillante siendo sostenida por las pequeñas manos de JiMin. Sus ojos se abrieron en par y la sangre que corría por su cuerpo, logró helarse por completo.

- ¿Qué estás haciendo? - preguntó con más temor que antes. - ¡JIMIN! ¿¡QUÉ MIERDA ESTÁS HACIENDO!?

El aludido sonrió y comenzó a caminar en dirección al castaño, quien ya se arrastraba por el suelo, tratando de levantarse y salir corriendo de su casa.

- Nunca debiste de meterte con HoSeok. ¡ÉL ES MÍO!

TaeHyung tragó grueso y se apoyó en la puerta, tenía miedo, no podía hacer nada en contra de lo que estaba sucediendo.

- ¿Por qué te intimidas, hermanito?, Tú siempre te has cortado las muñecas, por qué no hacer lo mismo con tu rostro.

Los ojos del castaño se abrieron en par y sacando fuerza de donde no las tenía, se levantó.

JiMin mantenía su sonrisa, mas sus mejillas ya estaban llenas de lágrimas que caían sin detenerse.

- ¡Te arrepentirás de todo lo que me hiciste! - el más bajito empuñó el arma blanca con más fuerza y la colocó en su propia muñeca. - Haré hasta lo imposible para que HoSeok regrese conmigo, para que se arrepienta de estar contigo.

Y entonces, TaeHyung se sorprendió, se suponía que JiMin no lo sabía. Se suponía...

El pelirrojo apretó la navaja contra su piel, la sangre comenzó a caer y a manchar el filo de la navaja.

Los gritos no se hicieron esperar, y es que la profundidad con la que estaba arremetiendo el chico bajito era demasiado, incluso podría decirse que ya había llegado hasta las venas.

- ¡NO! ¡NO LO HAGAS! - TaeHyung podría ser alguien cruel, pero aún tenía algo de corazón y aún sentía algo de amor por su hermano.

Corrió hasta JiMin y trató de quitarle la navaja, mas este se lo impidió, comenzando a gritar y a decirle lo mucho que lo odiaba.

La sangre ya había manchado la ropa de ambos mellizos, el mango de la navaja estaba siendo sostenida por JiMin, mientras que TaeHyung se lastimaba así mismo al sostenerla de la punta.

- No lo hagas. - susurró TaeHyung, mas el pelirrojo no le hizo caso y comenzó a halar con más fuerza.

Los hermanos comenzaron a forcejear entre llantos y gritos. Ninguno parecía querer rendirse, o eso le dio a entender JiMin cuando empujó la navaja contra Tae.

- ¡JUNG HOSEOK ES MÍO! - gritó el más bajito al intentar acuchillar a su mellizo.

Tae, por su parte, ya podía sentir a carne viva el filo. Sentía que ya no tenía fuerzas, sin embargo, no pensaba rendirse, claro que no, había llegado tan lejos, no lo abandonaría todo por JiMin.

- Lo siento mucho. - susurró el más alto.

Y realmente lo sentía.

Sin pensarlo más, TaeHyung soltó la navaja, esperando lo inminente; una puñalada, pero al no sentir nada, miró su estómago. Este no se encontraba siendo atravesado por una navaja.

- ¿Ji-JiMin? - dirigió su mirada hacia su hermano, quien tenía la mirada baja y emitía pequeñas risillas, como si se tratara de un loco. - ¡JIMIN! - gritó todo lo que pudo al darse cuenta que la navaja no estaba entre las manos de su hermano, sino dentro del estómago de este.

Abrió a más no poder sus ojos y corrió a auxiliarlo.

La navaja seguía dentro de su hermano, la sangre comenzó a manchar la camiseta blanca que este traía y sus ojos iban cerrándose mientras una sonrisa iluminaba su rostro.

- Ho-HoSeok es mío. - susurró por último.

TaeHyung lo abrazó mientras soltaba más lágrimas y pensaba en qué hacer; su hermano se estaba muriendo, pero no sabía cómo actuar. Ni fuerzas tenía para coger su teléfono y llamar a emergencias. Solo se quedó ahí, esperando a que alguien llegara y los salvara de aquella situación, y como sí de un deseo se tratara, sus padres aparecieron.

Lo primero que hizo el padre al abrir la puerta y ver a sus dos hijos ensangrentados fue llamar a emergencias; la madre, por otro lado, solo ahogó un grito de horror, para luego comenzar a llorar.

[❀]

Llegaron al hospital con el terror de perder a sus dos hijos, mas eso no sucedió.

Lograron atender las heridas de TaeHyung y salvar a Jimin mediante una transfusión de sangre.

Por más que los señores Park rogaron para que su hijo estable contara lo ocurrido, este no se atrevió a abrir la boca o decir algo más que se encontraba cansado y que quería dormir.

Los padres entendieron, por lo que la señora Park se marchó con TaeHyung hacia su casa, mientras que el señor Park se quedaba a esperar más noticias de su otro hijo.

Pensar que lo tenían todo y que ahora peleaban por ver quien era el ganador.

Su madre lo arropó y se quedó con él toda la noche, acariciando sus cabellos y admirando las vendas que cubrían las heridas en sus manos. Aún seguía confundida, aún quería saber qué es lo que realmente había sucedido con sus dos pequeños, con esos niños que habían crecido dentro de su vientre y que se habían convertido en la razón de su existir.

Quería entenderlos, ayudarlos, pero por sobre todo, saber la razón que los tenía de esa manera.

A la mañana siguiente, ella se marchó de la habitación, o eso pensaba hacer antes de ver una caja, algo maltratada, en el suelo, muy cerca a la cama de su hijo. La tomó entre sus manos y al abrirla se dió con el arma de su esposo, de inmediato la cerró y salió de la habitación, dirigiéndose a la suya y colocándola debajo de la cama. La mejor decisión para ella, pues ninguno de sus hijos podía empuñar esa arma.

Mas aquello se convertiría en la peor decisión para TaeHyung.

Una decisión que destruiría a la familia Park, una decisión que ya no tenía un final feliz.

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