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El nacimiento de nuestra bebé fue todo un reto, pero sin dudarlo, valió la pena.
Ethan no dejó de sostener mi mano en todo momento y derramó un par de lágrimas al ver por primera vez a Christina.
Pesando 3.300 kg. y midiendo 30 cm. de largo, se veía tan frágil, tan linda. Me hacía sentirme inmensa a comparación de sus pequeñas manos.
A pesar de ser una recién nacida, tenía una mirada muy abierta, y era casi imposible de creer, pero tenía esa misma mirada de Peter. Mi ángel.
Se llevaron a la pequeña a una revisión rutinaria y la monitorearon completamente.
Estaba cansada, pero me sentía tan viva, tan importante; había creado una vida. Ahora Christina era nuestra vida.
Cerré los ojos y tomé una larga siesta, no sin antes asegurarme que Ethan, seguía a todas partes el recorrido de nuestra pequeña bebé. Nunca lo había visto tan ilusionado como en ese momento.
Al despertar mis padres estaban sentados en los sofás de mi habitación de hospital, habían traído un par de globos que demeritaban felicitaciones y Ethan tenía en sus brazos un ramo inmenso de rosas.
-Felicidades, nueva mamá -dijo Ethan besando mi cien-. Lo hiciste increíblemente bien. Gracias.
Le sonreí y besé cortamente sus labios.
Mis padres se acercaron y me abrazaron sutilmente.
-Mi niña, disculpa -sollozó mi padre- ya no eres una niña, mi mujercita ya tiene a su propia niña.
-Nunca dejaré de ser tu pequeña, papá.
Y esa frase logró quebrar más a mi padre, logrando que pidiera una disculpa al salir de la habitación.
-Eres tan fuerte y valiente. Desde que naciste fuiste un poco terca, pero nunca te diste por vencida. Estoy orgullosa de la persona en qué te has convertido, quiero disculparme por nuestros comportamientos, pero que sepas que todo lo hicimos porque te amábamos. No quiero que dejes de prepararte por tu pequeña -exclamó mi madre mirando a Ethan-. Puedo ayudarte a cuidarla en las mañanas, hablamos eso con Ethan, él insistía en trabajar, sin embargo, no podemos dejar que lo haga, los dos terminarán la universidad y ya está decidido.
-Gracias, mamá. Por todo.
-De nada, Shai. Descansa, que pronto ya no podrás.

Días más tarde las palabras de mi madre se hicieron realidad, las noches eran largas y aunque Christina no era una bebé difícil, era una agonía levantarse por las noches a cuidarla.
Como toda buena pareja, Ethan y yo nos turnabamos por las noches, él siempre se levantaba como sí fuera su actividad favorita, en cambio yo, a veces me levantaba pensando que seguía soñando.
Christina crecía rápidamente. Los mensajes habían parado de llegar, por unos momentos estaba tranquila, pero eso no duraría mucho.

DarlingWhere stories live. Discover now