7.

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Llegué a casa en sólo unos minutos y subí a mi habitación rápidamente.

Estaba molesta por todo lo que Ethan me había dicho. Me dolía más de lo que quería admitir.

Un vago recuerdo de nosotros recorrió mi mente...

-¿Cómo estás? -preguntó Ethan abrazándome.

-Pésimo. Siento que en cualquier momento voy a derrumbarme y me iré con él. Lo extraño tanto -dije con la mirada perdida mientras una lágrima seguida por otra bajaban de mis ojos. Ethan me miró y me abrazó más fuerte; su respiración era irregular, su pecho subía y bajaba.

-Todo irá mejor, te lo prometo, nena. Yo estaré aquí para tí siempre. Jamás te abandonaré -dijo forzando una sonrisa mientras me miraba con sus bonitos ojos llenos de lágrimas. Ethan besó mi frente y se alejó un poco.

-Gracias.

-Haría lo que fuera por tí.

-Te quiero, Et.

-Yo más, pequeña -susurró mientras besaba cortamente mis labios.

¿Cómo llegamos a este punto?

En ese momento yo quería tenerlo cerca, lo necesitaba. Pero querer olvidar el pasado me hizo alejarlo hasta llegar a las cenizas de lo que éramos antes.

Extrañaba refugiarme en sus brazos.

Baje a la cocina, me serví un vaso de agua y tomé lentamente.

El tono característico de mi celular se escuchó por toda la casa, al mismo tiempo que el timbre de está también sonaba.

Decidí abrir la puerta, miré lentamente a la persona detrás de esta y trate de cerrarla rápidamente.

Ethan pusó su mano para tratar de detener la puerta y lo logró. Lo que traía en su otra mano me desconcertó un poco, era una rosa roja que probablemente era su "disculpa".

-¿Puedo pasar? -preguntó entrecerrando los ojos, con una voz ronca y áspera.

Había bebido.

No dije nada y me hice a un lado. Él pasó directamente a la sala y yo lo seguí.

Esto era una idea estúpida, sí mis padres descubrían aquí a Ethan lo matarían a él y me echarían de la casa.

Ethan esperó a que me sentará en el sofá y comenzó un pequeño discurso que, evidentemente, había ensayado antes.

-En serio lo siento, nena. Por todo, tal vez yo fuí el culpable de su muerte y por consecuencia arruiné tu vida, también siento haberte llamado fácil indirectamente en el parque y siento todas las tonterías que he cometido. Soy un desastre, ¿sí? A veces necesito a alguien que pueda mantenerme sereno, antes tú cubrías ese puesto pero ahora nadie lo hace -¿y su novia Mitchell?-. Mitchell será buena en ciertas cosas pero no lo es para ayudarme -dijo leyendo mi pensamiento.

Una risa irónica salió de mi garganta y mis ojos voltearon hacía otro lado.

No quería que él se sintiera culpable por su muerte, pero tampoco quería que siguiera realizando la acción que lo mató. Tal vez antes tomé una mala decisión al no reconciliarnos, eso era lo que él esperaba, mi resentimiento porque él nunca me buscó estaba ahí, quizá por eso no pude abrazarlo y decirle cuanto había esperado para que habláramos de nuevo.

-Tú no tienes la culpa de nada, Ethan, eso pasó. Aunque sí eres un idiota -él sonrió-, pero todo está perdonado -exclamé levantándome del sofá.

Él estiro su mano y me entregó la bonita rosa.

-¿Están tus padres? -preguntó susurrando.

-No, supongo que hoy trabajan hasta tarde.

-Es tonto que esté aquí, sí ellos llegan y me ven... -reflexionó. No había pensado bien su acción con todo el alcohol que había tomado.

-No llegarán pronto -dije para calmarlo.

El sonrió.

-No sabes el peso que me quité de encima al disculparme. Te fuiste tan rápido que pensé que me odiarías el resto de tu vida.

*Luego de nuestra "conversación" -ironizó haciendo comillas con sus manos- fuí al bar que está enfrente de la casa de Josh, mientras tomaba pensaba que había sido un idiota por pensar que todo volvería a ser igual que antes, que una charla volvería todo a la normalidad. Shailene, pensé que te había perdido y eso me aterró completamente -dijo mientras sus ojos comenzaban a humedecerse.

Lo decía con sinceridad, tal vez el alcohol le había afectado para que dijese eso, pero en sus ojos se veía el arrepentimiento. Quizá aún me quería como yo lo hacía.

-Estás borracho, Et. No quiero que después de cada pelea que tengamos corras a refugiarte en el alcohol, eso lo mató.

-No. Lo mató el imbécil que se atravesó.

Suspiré y de repente escuché un auto estacionarse.








DarlingWhere stories live. Discover now