Capítulo 30

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Cuando una media hora después, Konoha apareció a la vista, se sintió considerablemente aliviado. En cuanto desmontaron Naruto apartó a Sasuke y lo guió adentro, pidiendo a los criados que fueran a buscar agua caliente y paños. Una vez que estuvieron en sus habitaciones, lo ayudó a desabrochar el cinturón y a sacarse la túnica de cuero. La manga de la camisa que llevaba debajo estaba empapada en sangre. Con gran cuidado le sacó esa prenda también, mientras estimaba el daño con su mirada experimentada.
—Tuviste suerte , teme—dijo entonces—. No es profunda, pero es necesario limpiarla.
Sasuke no se permitió ningún comentario, sino que se sentó mientras el rubio preparaba las cosas que iba a necesitar. Muchas veces le había visto atender a otros pero nunca había pensado que un día él estaría sujeto a sus cuidados. Observó trabajar a Naruto, su expresión abstraída con la tarea, sus manos pequeñas y hábiles limpiando la sangre de la herida, moviéndose gentilmente a través de su piel. La cabalgata había coloreado nuevamente sus mejillas y revuelto su cabello de que caían en mechones sueltos alrededor de su rostro, un rostro cuyo contorno le era tan familiar que podía evocarlo con los ojos cerrados. Podía recordar demasiado claramente el roce de esos labios sobre los suyos, el sabor de su boca, el sutil perfume erótico de su piel.
Naruto interrumpió sus pensamientos.
—Los colmillos de un jabalí están sucios, teme. Este corte debe ser lavado con vino, pero... me temo que dolerá.
—Sobreviviré.
El tono sereno sugería indiferencia, pero la súbita y brusca inhalación de aire cuando el vino tocó la piel desgarrada contaba una historia diferente.
—Lo siento —dijo Naruto.
Sasuke apretó la mandíbula para enfrentar el dolor y no respondió, pero la súbita palidez de sus mejillas decía más que las palabras. Reacio a prolongar la agonía, Naruto trabajó rápido y, habiendo mojado la herida hasta dejarla limpia, preparó una cataplasma de hierbas. Éstas también ayudarían a impedir la infección. Luego de embadurnar el corte con la mezcla, lo vendó con firmeza.
—Esto debe permanecer así durante tres días. Luego lo cambiaré.
—Como digas.
Sasuke flexionó la mano.
—Ya comienza a aliviarme. Al ver que recuperaba algo de su color natural, Naruto sonrió:
—Me alegro.
Sasuke levantó la vista y encontró su mirada.
—Gracias.
—Era lo menos que podía hacer.
Sasuke se levantó de la silla, le tomó la mano, y la presionó contra su boca. Cada fibra de Naruto se estremeció ante tal contacto, pues el recuerdo de la escena anterior en el bosque estaba grabada en su conciencia. Era sumamente consciente de su cercanía, de su calidez, de su aroma, lo único que sabía era que lo deseaba. Si le besaba ahora... al cerrar los ojos un momento para serenarse, sintió que le soltaba la mano. Luego pasó a su lado en dirección a la puerta. Naruto se mordió el labio. Oyó cómo se cerraba la puerta y el suave golpe de la tranca cuando cayó en su lugar. Durante un segundo se le escapó el significado. Luego se quedó muy quieto, apenas capaz de respirar, apenas atreviéndose a esperar... hasta que sintió las manos de Sasuke sobre sus hombros.
—Te lo agradeceré apropiadamente, dobe.
Muy gentilmente le giró para que lo enfrentara y luego deslizó un brazo alrededor de su cintura y el otro alrededor de los hombros. Por un breve momento, antes de acercar su boca a la del rubio observó el rostro levantado hacia él. Le sintió temblar, sintió su boca abierta debajo de la suya, y nuevamente saboreó con la lengua la dulzura de su boca. Naruto se estremeció, pero no de miedo, su cuerpo se rindió al abrazo, relajándose contra Sasuke, respondiendo a su beso con uno propio. Sintió que movía las manos hacia su cintura, lo sintió desabrocharle el cinturón que luego oyó caer, antes de que trasladara su atención hacia la túnica, para deshacer sus lazos y deslizarle la prenda hacia abajo por los hombros. Unos momentos después la camisa siguió el mismo camino. Luego enredó sus dedos en su cabello, recorriendo con los dedos la sedosa longitud, retorciendo unos mechones alrededor de sus dedos para llevarle la cabeza hacia atrás. A continuación le besó larga y profundamente. Se inclinó y deslizó el brazo por debajo de sus rodillas, y le llevó hacia la cama. Allí le quitó el resto de la ropa antes de sacarse la propia.
Le hizo el amor tierna y apasionadamente, controlando su deseo para incrementar el del rubio. Había esperado demasiado tiempo para arruinarlo con prisas. Así que prolongó la exploración de su cuerpo, cuya belleza ya conocía, y, paradójicamente, no conocía, redescubriendo las curvas de su cintura y cadera, acariciando y excitando, alternando ternura con insistencia. El pulso de Naruto se disparó, su piel ardió bajo las caricias expertas, cada uno de sus sentidos despertó ante el ágil poder del cuerpo que se apretaba firmemente contra el suyo. Sasuke descendió, explorando los cálidos huecos de la garganta y la clavícula para pasar luego a sus rosados pezones, demorándose allí, jugando con ellos para endurecerlos, enviando escalofríos de placer a lo largo de su piel. Naruto sintió cómo Sasuke movía la rodilla entre sus muslos, sintió su resbaladiza calidez en respuesta. En la profundidad de su interior la sensación se intensificaba, creciendo, aumentando hasta que le pareció que su sangre se había convertido en fuego. Hasta la última de sus defensas fue vencida, lo único que sabía era que lo deseaba. Se le aceleró la respiración. Sintió que él cambiaba de lugar su peso y luego su erección al entrar en su enterior. La presión se incrementó y hubo un momento de exquisito dolor. Después pasó y Sasuke penetró más profundamente adoptando un ritmo lento que alimentaba el fuego encendido antes. Naruto jadeó, apretando las piernas alrededor de las caderas del más alto, atrayéndolo a su interior, entregándose completamente, moviéndose con él cuando el ritmo se hizo más intenso, forjando el estremecedor clímax. Oyó a Sasuke gritar, sintió la ola de energía que surgió entre ellos en un momento de vertiginoso deleite.
Después de eso ninguno de los dos habló durante un rato, demasiado conmovidos por la intensidad de la experiencia para encontrar palabras. Sintió que le acercaba, sujetándole contra el hueco de su hombro. Bajo su mano Naruto podía sentir el latido de su corazón y la pátina de sudor a lo largo de su piel. Sasuke bajó la vista y sonrió.
—He querido hacer esto desde el primer momento, pero nunca imaginé que sería tan perfecto.
Naruto le miró a la cara pero allí solo vio honestidad.
—Yo tenía miedo —respondió—. Primero de ti, y luego de mí mismo.
—No tienes motivos para temer, dobe. Nunca te haría daño.
Sasuke se incorporó apoyándose sobre un codo y le miró a la cara, delineando ligeramente con el dedo el pómulo, los labios, la barbilla y la garganta como si quisiera memorizar cada parte de su cuerpo. Aún ahora le resultaba difícil creer lo que había ocurrido. Si bien sabía que el rubio era de naturaleza apasionada, la profundidad de la misma lo había asombrado y deleitado. Nunca, ni en sus sueños más alocados podría haber imaginado tan magnífica rendición, y había soñado con ello bastante a menudo. Aun así, incluso mientras se hacía a la idea, descubría que otros pensamientos se entrometían, pensamientos que nunca hubiera imaginado tener antes de conocer al rubio bajo él. Naruto le había entregado su cuerpo, pero ¿qué ocurría con su corazón? Antes nunca le había importado. Mujeres y donceles eran para satisfacer una necesidad. Si bien siempre les había tratado gentilmente, nunca se había interesado por sus pensamientos y sus sentimientos. Esto era diferente.
Naruto era incapaz de penetrar en los pensamientos de Sasuke, pero de igual modo tenía sus propios motivos para estar sorprendido. Había oído que los hombres eran crueles o indiferentes después de hacer el amor. Sasuke no era ninguna de las dos cosas. Además había sido gentil, más de lo que podría haber esperado o imaginado. Así y todo, su forma de comportarse con él hablaba de un hombre que tenía experiencia en el tema.  ¿Sería, para él, solo otro más? Ni siquiera en la cúspide de su pasión le había dicho que le amaba. ¿Por qué debería hacerlo? El rubio era su esposo, con el cual se había casado a la fuerza, por una necesidad política. No había ejercido sus derechos con anterioridad porque no había necesidad de hacerlo. Como bien dijera, el tiempo estaba de su lado. Como estratega consumado que era, Sasuke había tenido la intención de que se sometiera a él y había ganado. Y sin embargo no se había sentido derrotado. ¿Qué clase de hombre era este enemigo que podía hacer que la rendición tuviera un sabor tan dulce? Más que eso le había mostrado lo que había en su propio corazón. Ese día en el bosque Sasuke podía haber muerto. Unos pocos meses antes esa idea hubiera sido muy placentera, pero de alguna forma algo había cambiado... no había ni rastro del odio que una vez había sentido. Había sido reemplazado por algo mucho peor. Ya no podía seguir eludiendo la espantosa verdad de que en realidad le importaba. Ya era suficientemente malo que Sasuke fuera el enemigo de su gente, un conquistador, que le había tomado como premio de guerra. Ahora, a pesar de esforzarse por evitarlo, le estaba robando el corazón también, y su situación era ciertamente peligrosa, puesto que ¿quién sabía qué albergaba Sasuke en su mente o en su corazón?

Desafiando a mi vikingoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora