Maia siempre fue el tipo de persona que creía saber cómo sobrevivir después de un gran choque. Podía esconder las lágrimas, hacerse creer a sí misma que todo estaba bien, pero su mirada siempre terminaba por delatarla y eso Zayn no lo pasó por alto...
Puede que no lo haya aclarado, pero no hay un órden cronológico en estos extras (?) Quiero decir, ni siquiera sucedieron realmente, pero es que este me costó tanto escribirlo que quiero publicarlo para releerlo en un futuro y reírme de mí misma :v
En fin, para este relato tuve que hacer que Maia y Zayn cocinen. Y tuve una buena idea 7u7 No sé, ustesdes ya dirán qué tal.
Por cierto, en la entrevista di pistas sobre esto :)
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MAIA
Los días realmente corren cuando se trata de la vida. Vale, no de la vida, pero sí del tiempo. Es como si un día fuésemos jóvenes y, al siguiente, estuviésemos aguardando postrados sobre una cama a que, por fin, nuestro último minuto llegue para llevarnos. Quisiera poder saber si voy a ser una de esas abuelitas locas cuando envejezca, o si, por el contrario, mi hija, Brynhild, va a ser de esas chicas que no quieren tener hijos. O si va a tener algún problema. Espero que no ocurra, pero mis años—innombrables—no mienten al decir con seguridad que nada es seguro para nadie.
Ni siquiera para mí, por más que desee que sea así.
Por ejemplo, ayer la casa terminó siendo un desastre cuando Zayn y yo intentamos ayudar a Bryn a cocinar—en palabras de la pequeña de siete años—muffins para compartir con sus amigas del campamento al que se supone que debemos llevarla hoy. Nuestra niña es inquieta y suele tener ideas disparatadas, además de ser la pequeña más social y graciosa—según su maestra—de los chicos de su clase. De vez en cuando suele llegar a casa con un nuevo objetivo que involucra, en algunos casos, que Zayn o yo hagamos uno que otro sacrificio por ella.
A pesar de todo, es única y la amamos como es. En especial Zayn. Suele ser él el más insistente cuando de Bryn y sus decisiones se trata, tiene una pequeña obsesión con dejar que la pequeña haga lo que realmente quiere y siente que tiene que hacer.
Suelo estar en desacuerdo con ese tipo de cosas, pero cuando discutimos sobre ello Zayn suele tener razón o, al menos, saber cómo hacerme pensar dos veces lo que creo tener bastante claro. Aún así, a pesar de que en ese caso diferimos—porque sigo pensando diferente—, tenemos una regla, algo así como el pacto que mantiene la relación en paz y las aguas tranquilas: Brynhild está creciendo, nos necesita en algunos casos, pero si ella siente que puede hacer algo sola, está en su derecho de valerse por sí misma. Tanto para tomar decisiones como para prepararse el desayuno o lo que sea.
Nuestra regla tiene uno que otro fallo pero funciona la mayoría de los casos.
Vale, recordemos ahora que la palabra mayoría no es sinónimo de siempre.
Tuvimos un pequeño percance cuando Bryn llegó a casa luego de sus clases de ballet gritando a todo pulmón—con demasiada alegría—que quería cocinar muffins para el campamento. Zayn pensó que, si la pequeña quería cocinar, pues que lo hiciera por su cuenta. Yo le dije que no podíamos dejarle la cocina a ella sola.
