Capítulo 1 | Déjà vu

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No me juzguéis, pero creo que esta pareja va a ser mi consuelo para no llorar cuando piense en mis otros bebitos ♥

Vale, sí, voy a volver a las dedicaciones, pero en Perfidia no prometo nada.


MAIA

Al salir de la fiesta

No recordamos nada pero, perdidas y queriendo un poco de normalidad, nos encontramos atascadas dentro de la multitud.

La puerta se encuentra abierta de par en par frente a mis ojos, pero no puedo avanzar por mi cuenta. Estoy siendo empujada por miles de personas hacia alguna parte, tomada de la mano de mi mejor amiga, Esther. Me siento pequeña y frágil entre tanto movimiento, pero dejo que me muevan. Oigo los murmullos y quejas de quienes me rodean pero especialmente puedo percibir la risa nerviosa de mi amiga quien, al parecer, se pasó un poco del límite que habíamos acordado con respecto a las bebidas.

El aire fresco de la noche me recibe cuando, finalmente, consigo escapar de todo el lío. Los dedos de Esther siguen aferrándose a los míos y tengo que jalar de ella para hacer que me siga. Ambas nos acercamos a uno de los postes de luz que iluminan la zona pero sólo ella se deja caer sobre él como si estuviese exhausta.

Lanza un prolongado y exagerado suspiro, observando con los ojos abiertos de par en par el cielo estrellado y la luz que ilumina lo que le rodea. Su cabello castaño cubre gran parte de su perfil izquierdo pero, de todas formas, puedo ver que gran parte del maquillaje que se puso antes de entrar a la fiesta se corrió por las lágrimas que no vi caer.

—Ay, Maia...—comienza a decir, risueña. Está mostrando una amplia sonrisa mientras, con una mano, juega con uno de sus mechones—. Tendrías que llamarme antes de elegir qué usar porque, chica, eso que llevas es...—comienza a reír como si estuviese contando el mejor de los chistes. Me limito a asentir con la cabeza—... espantoso.

—Espantoso será el castigo que te pondrán por volver así a casa, Esther—replico—. No puedo creer que hayas vuelto a beber. No después de lo que sabes que ocurrió.

Vuelve a reír, esta vez con más fuerza y puedo ver cómo, a unos metros de nosotras, uno de los hombres de seguridad se voltea para dedicarnos una mala mirada.

—Ahora entiendo por qué... por qué...—sus ojos se desplazan hacia algún lugar y permanecen allí, inmóviles, hasta que ella olvida qué es lo que estaba diciendo.

Tomo aire y, al hacerlo, me percato del horrible olor que lleva Esther encima. Con eso también llega la advertencia de que es ella la que sabe manejar, la dueña del coche, y la que me trajo hasta aquí. Y, en estas condiciones, lo último que quiero hacer es arriesgar mi vida haciéndola conducir hasta mi casa.

Maldigo en voz baja, sin que ella alcance a oírme.

Alzo un poco la cabeza en dirección al cielo, a la espera de que mi amiga deje de actuar como una extraña y acepte el hecho de que no hay forma de volver a casa. Pero es imposible. Está perdida, no sabe quién es y lo último que sé que hará será reconocer que acaba de volver a caer en el mismo hoyo del que hace poco salió.

—¿Maia? ¿Maia Thompson?—inquiere alguien a mis espaldas, una voz masculina y grave, atrayendo mi atención.

Al girarme me encuentro con la cara de un joven que me resulta bastante conocido pero no alcanzo a distinguir de quién se trata. Sin embargo, él me sonríe como si fuésemos amigos de toda la vida y, antes de que pueda impedirlo, está abrazándome. Su delgado cuerpo se pega al mío mientras me convenzo a mí misma de que no es necesario alejarlo, intentando comportarme.

Check yes Juliet © (MN #2.5)Where stories live. Discover now