Check yes Juliet © (MN #2.5)

Capítulo 11 | Final

CAPÍTULO DEDICADO A

InfinityBooks11

UnaGeminianaLectora

cam7la 

oficialmente el final más empalagoso del mundo (estáis advertidos. no me hago cargo de diabetes, habLO EN SERIO)

vais a odiarme :))))))

Y YO VOY A ODIARME POR PONER GIFS DE LA KMI QUE ACABA DE DEJAR MI 4H

ZAYN

Tres semanas más tarde

Abrir la ventana no es el problema. Mantener el equilibrio mucho menos. ¿Entrar? Más simple, fácil y rápido que tomar aire. La oscuridad y el silencio pueden ser molestos, no para mí sino para quienes sigan durmiendo, pero de todas formas no emito ningún sonido mientras mi cuerpo pasa de un lado a otro utilizando el alféizar de la ventana de Maia como apoyo.

¿Nunca nadie se tomó el tiempo de pensar en lo diferente que sería la vida si nunca hubiésemos conocido a esa persona que lo cambió todo? Porque suena cursi, Frank me lo dejó en claro, pero es lo único que estuvo dentro de mi cabeza en las últimas semanas. Se supone que siempre hay alguien, sea quien sea, pero está en tu mente y te importa e interesa más que cualquier otra persona. Por más que se equivoque, por más que cometa el error que lo hace humano. No importa lo que haga, piense o diga. A través de tus ojos se verá genial.

Pero esto no me parece para nada genial. Ni de cerca.

Cuando caigo, una luz que le da a la habitación un aspecto cálido y carmesí se enciende. Sé que está despierta porque Max pudo confirmármelo. «Es muy difícil que duerma con profundidad. No lo hace, siempre está llorando. Y creo que incluso sospecha que en cualquier momento intentarás hablar con ella».

—¿Maia?—susurro a la nada, incorporándome.

—Zayn.

Acaba de incorporarse y, cuando me giro para verla siguiendo el sonido de su voz, siento que una pequeña parte de mí vuelve a hundirse. Tiene los ojos hinchados, rojos, el típico aspecto de quien estaba llorando. No puedo moverme, no puedo acercarme a ella para preguntarle qué sucede. Sólo permanezco inmóvil, sólo veo cómo intenta ocultarlo quitando con rapidez las lágrimas de su rostro.

—Tienes que irte—se apresura a decir, cabizbaja.

—Maia—repito.

Permanecemos en silencio. No tengo idea de qué decir, o de cómo comenzar a hablar. Esta es la parte difícil. No es entrar, no es hacer silencio, no es pensar y ser consciente de los miles de errores que podrían haberme valido la vida por entrar a propiedad ajena a mitad de la noche. Hablar. Comenzar a hacerlo. Eso es lo complicado y a lo que todavía no sé cómo darle pie.

Me pierdo en la imagen que tengo frente a mí. Termino por olvidar qué es lo que vine a hacer para desviar mi mirada hacia su almohada, hacia la forma en la que su labio inferior tiembla mientras se acerca al borde de la cama. No me siento a su lado sino que permanezco de pie hasta que ya no alcanzo a imaginar cómo el momento podría volverse más incómodo de lo que ya es.