Capítulo 3 | Contando estrellas

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Capítulo dedicado a PiolinBlue  ♥


MAIA

El sábado siguiente

Dejo a un lado el último plato, ahora limpio, y al instante Max lo coge. Comienza a secarlo y, por primera vez en mucho tiempo, intenta dedicarme una media sonrisa cuando lo miro. No me habla como lo hacía antes desde el accidente, pero tampoco está del todo enfadado conmigo. No como Annie, al menos. Supe que ocurriría esto, pero supongo que se cohibió a sí misma con el tema. Decir que me odia es un eufemismo. Parece culparme de la muerte de nuestros padres, como si el que yo sobreviviera fuese la razón de ello.

Salgo de la cocina, en silencio, y la veo.

Está sentada en el sofá con la cara escondida entre sus manos. Oigo sus gemidos, sé que está llorando, que la televisión está encendida sólo para cubrir sus sonidos. Sé que antes de que todo ocurra cortó con su novio. Sé que no es un buen momento para ella y sólo por eso intento respetar el espacio que se implantó entre nosotras desde que el abuelo y la abuela llegaron para hacerse cargo de sus dos nietos—uno de ellos, yo, con una posible enfermedad psicológica—aún menores de edad.

La verdad de todo es que todavía los doctores no consiguen entender cómo olvidé sólo lo que ocurrió. Se supone que tendría que haber perdido más, o al menos es el primer caso que ellos conocen en el que sólo se pierde lo ocurrido en un momento exacto.

Subo las escaleras con lentitud, aferrándome a la idea de que estaba dormida justo cuando chocamos o es algo que mi mente hace para protegerme de un posible trauma adolescente.

La puerta de mi habitación, al final del pasillo, es la única que no sufrió ningún cambio. Max pintó varias frases sobre ella y colgó carteles en algún idioma que nadie se molesta en descifrar y Annie directamente la quitó. Le pidió a mi hermano que le ayude a hacerlo porque tiene miedo de intentar matarse y de que nadie pueda verlo para impedirlo. Quiere que estén pendientes de ella, quiere atención, quiere sentir que estamos viviendo a su lado y que vamos a salvarla de cualquier locura que intente hacer.

Como si le tuviese miedo a su propia mente.

O a su propio corazón.

Entro a mi habitación sin poder evitar percatarme de que no hago nada para demostrar mi dolor. Incluso ellos creen que estoy bien, que no me afecta lo que ocurre. Pero vivo con pánico. Vivo pensando que en cualquier momento, como teme Annie, voy a hacerme daño. O a recordarlo todo. O a olvidarlo. Cualquier cosa.

Mi ventana está entreabierta y a través de las rendijas de las cortinas se filtra un poco de la luz de la luna. Sólo consigue hacerme creer que estoy entrando a una cámara frigorífica que, de una vez por todas, va a congelarme. Siento que este lugar, mi lugar, es frío como el hielo. No parece lo que antes era, donde me encerraba porque peleaba con mis hermanos o mi madre. Siempre era gratificante para mí observar las estrellas de noche desde el alféizar, pero ahora sólo creo que un par de manos me empujarán cuando intente inclinarme.

Es el pánico que ahora me persigue. Nubla mi mente constantemente. Y sólo yo puedo alejarlo.

El problema es que a veces olvido como hacerlo.

Mi cama sigue siendo la misma. Las sábanas me abrazan cuando me aferro a ellas, escondiéndome en donde la oscuridad es lo único que me rodea. No abro los ojos. No lo hago porque sé a quién podré ver entre tanta tristeza que me ocupo de ahogar. Intento pensar en algo, en alguien, en cualquier cosa, y su cara viene a mi mente. Sus facciones tan peculiares, la forma en la que sus brazos correspondieron a mi abrazo, su aliento acariciando mis cabellos cuando hundió su cara entre ellos. La forma en la que su mirada cambió cuando comencé a hablar, cuando dejé de mirarlo. Su sonrisa después de verme entrar.

Check yes Juliet © (MN #2.5)Where stories live. Discover now