Capítulo Veinte.

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—¿Vas a volverte a ir? —Ian no dejaría en paz a Blake.

–Ya quisieras tú, abusivo.

—¿Abusivo yo? ¿Por qué?

—Te estabas aprovechando de mi hermana.

Hasta ahí llegó mi silencio.

—Basta, Blake —me quejé— Ian no estaba abusando de mí.

—No, no lo estaba haciendo —se burló Ian.

Blake parecía querer seguir peleando, aún así, no lo hizo porque se centró en mí y tras una breve y pequeña sonrisa, me habló:

—Feliz cumpleaños, Isabella —sus ojos verdes brillaron—. Ya tienes dieciocho y eres mayor de edad, aún así, sigues teniendo prohibido salir con abusivos mayores.

—Bastardo —tosió Ian y yo rodé los ojos.

Ellos dos eran totalmente imposibles.

—Gracias por las felicitaciones, Blake —le sonreí— gracias y...

Me quedé sorprendida cuando el rubio caminó hacia mí, se inclinó y besó mi mejilla. —Claramente era una sorpresa agradable—, una sensación de felicidad y paz se esparció por mi pecho de una manera única e inigualable.

—Ten —Blake me ofreció una pequeña caja de terciopelo rojo y lo miré con la boca abierta.

Él nunca me había dado abiertamente un regalo, y según lo que recordaba, yo tampoco le había recibido un regalo de manera grata.

—Espero que te guste —murmuró con neutralidad y yo recibí la hermosa cajita.

El rubio se sentó en la silla con impaciencia y sonreí porque era claro que estaba esperando que yo abriera la caja, así que dándole una rápida mirada a Ian quien se veía claramente aburrido y con la mirada trataba de molestar a Blake, abrí la caja y sonreí ante el hermoso contenido.

Una delgada cadena de oro se hallaba en el fondo, aquella era delgada y de pequeños aros dorados que brillaban y parecían diminutos diamantes, lo que más enterneció y encantó mi corazón, fue el ver el colgante de la cadena.

Era la imagen en oro de una pequeña niña de cabellos rojos y rostro pecoso, era la diminuta imagen mía...

—Esta muñeca es... —susurré ahogadamente mirándolo, y él sonrió.

—Eres tú —aseguró con falsa frivolidad —. La mandé a hacer guiándome en una foto tuya cuando eras pequeña, no es gran cosa, pero...

Lo interrumpí antes de que terminara de hablar.

—Para mi si es la gran cosa, Blake —le aseguré suavemente— muchas gracias.

La Isabella de antes tal vez se hubiera burlado del regalo solo por querer menospreciar y hacer enojar a Blake, sin embargo, en ese momento y con el sentimiento de una Isabella nueva—una que no recordaba del todo—, quise agradecerle por el detalle tan finamente hermoso.

—Me lo pondré ahora mismo —sonreí y el rubio asintió.

Ian claramente no aguantó más en silencio.

—Lindo regalo y todo eso, aunque siendo sincero, el mío estará mucho mejor.

—¿De cual regalo hablas? ¿Del que vi hace unos minutos? —Blake enarcó una ceja y si, ahí íbamos de nuevo.

—Quizá... Isabella se sintió a gusto, no la veo quejándose.

—Ian... —Lo miré en forma de advertencia.

El arte de amar. Where stories live. Discover now