Capítulo Dieciséis

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Un fuerte rayo cortó la noche en dos mientras caía en alguna distancia lejana, mi cuerpo tembló ante el estallido del rayo, pero el temor fue apaciguado cuando unos suaves brazos se envolvieron alrededor de mi cintura y mi cabeza fue a parar bajo ...

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Un fuerte rayo cortó la noche en dos mientras caía en alguna distancia lejana, mi cuerpo tembló ante el estallido del rayo, pero el temor fue apaciguado cuando unos suaves brazos se envolvieron alrededor de mi cintura y mi cabeza fue a parar bajo su cuello, mi respiración se volvió un poco más suave y relajada, y fui capaz de encontrar paz cuando él inició a susurrar cosas lindas en mi oído, cosas que espantaron mis temores y, sobre todo, alejaron mis demonios.

Y por un momento, imaginé que todo estaría bien, que él y yo estaríamos juntos por mucho tiempo y no habría nada que lograra superarnos, aun así ¿A quién quería mentirle? Era más que obvio que en la vida no siempre todo iba bien, no era posible...

Lo amas, eso debe de ser suficiente, lo será...

Ese fue mi último pensamiento antes de quedarme dormida entre los brazos de él, siendo capaz de aspirar su masculino e hipnotizante olor masculino.

El día jueves había llegado en picada, de hecho, la semana había sido un completo borrón de emociones, palabras y mucho sexo, sip, el mejor sexo del mundo porque tenía al chico mágico más caliente del planeta ¿Y adivinen qué? Era solo mío.

Ian era jodidamente de mi propiedad. ¿Aquello estaba mal? Probablemente, pero no me importaba, ni de cerca.

Estaba tratando de ser muy paciente mientras en ese momento intercambiaba mensajes con el pelinegro, el cual estaba ocupado haciendo unos ingresos en Cornely, miré por cuarta vez el reloj y maldije a Marlon por estar retrasado por dos horas. ¡Dos malditas horas! No teníamos absolutamente nada del trabajo del día siguiente y estaba comenzando a ponerme nerviosa, no podía darme el lujo de perder asignaturas teniendo en cuenta que recuperar una materia costaba un dineral y ahí el problema... No había dinero, yo no tenía absolutamente nada de aquello.

Aun no había solucionado lo de mi matricula, no quería molestar a Ian por más que el insistiera en pagar, además solo me faltaba un poco más de efectivo para poder pagar así fuese el primer mes yo misma.

—Maldito, Marlon —gruñí al ver que los minutos seguían pasando y él nada que llegaba.

Cuando le había comentado a Ian que un compañero de clases iba a venir a casa a terminar un trabajo conmigo, jamás le comenté que en el pasado había tenido sexo alguna vez con él y mucho menos que ahora me hacía bullying al máximo... Ian podía llegar a ser demasiado sobreprotector y celoso cuando quería.

La puerta sonó después de muchos minutos más tarde, y yo la abrí con un movimiento brusco debido a la irritación que estaba sintiendo en ese momento.

—Casi que, ¿no sabes lo que significa la palabra "puntualidad"? —pregunté enojada.

—No es mi culpa que vivas tan lejos —dijo antes de pasar sin ser invitado, llevándome por delante —. Lindo apartamento —murmuró en forma de burla, y yo solo pude rodar los ojos ante su cinismo.

El arte de amar. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora