[IV] → Richter Sakamaki ←

457 46 16
                                    

Atención: pedofilia jard.
You know, Richter es un viejo, ahre.
(Un viejo que está bien buenote, pero bueno, advertidxs están).

 

Con cuidado de no escoger nada de forma normal de dentro de la bolsa, volviste a meter la mano dentro de ella para esta vez sí rebuscar un objeto que te llamara la atención. Después de todo, el encuentro con Shu sirvió para que te calmaras un poco y dejases de ver todo el asunto tan negativamente. Las chicas se pueden divertir con esa clase de juegos tanto como los chicos, sin necesidad de tener que llamarlas con insultos hirientes. La sociedad después de todo, continúa siendo un poco machista y resulta que una mujer por divertirse con el sexo o asuntos relativos a él, queda como una auténtica zorra —o peor—, pero un hombre, no.

Decidida a pasarlo lo mejor posible, te diste ánimos a ti misma y una palmadita imaginaria en el hombro, para finalmente sujetar algo sumamente suave y hecho bolita. Al sacarlo lo observaste atentamente y te costó un momento darte cuenta de qué era. Resulta que eran unos guantes doblados. Unos guantes de un material similar al cuero pero muchísimo más suave, de color negro.

Confundida, miraste a Tougo para que te iluminara, porque no tenías ni idea a quién podían pertenecer o a quién podían representar.

—Oh estos... Rayos, querida. Los sacaste antes de tiempo, creo que debiste dejarlos para el final, es un personaje un poco extraño y oscuro.

Maldiciendo tu suerte, miraste alrededor para ver quién se movía a reclamar los guantes, cuando finalmente el segundo sujeto cuya apariencia parecía ser más adulta dio un paso al frente al centro de la sala y extendió sus manos, pidiendo que le devolvieran lo que le pertenecía.

Se los diste con muchísima timidez y lo estudiaste atentamente. Lucía imponente e intimidante, sus ojos poseyendo un color rojo carmesí impresionante. Te miraba fijo, sin pestañear ni un poco y como queriendo desnudarte con los ojos en medio de aquella sala. Tragaste en seco sin poder esconder tu miedo, cuando de repente el personaje dijo:

—No necesito que tranques la puerta, no la dejaré escapar de todos modos.

Levantando un murmullo general, tomó tu muñeca con fuerza y a pesar de que intentaste resistirte debido a su poca amabilidad, te arrastró hasta aquel armario en la pieza contigua, sin nadie que les siguiera para trancar la puerta tal cual y como había solicitado.

Te empujó dentro y cerró la puerta tras sus espaldas, impidiéndote la salida con todo su cuerpo.

—Soy Richter. Richter Sakamaki.

—Yo soy...

—No me interesa, guárdatelo para ti.

Retrocediste asustada por esa reacción tan antipática y maleducada. Además, poseía cierto tono vanidoso y pedante que no te agradaba para nada.

—Puedes decidir si deseas acercarte a mí por tu voluntad, o si a cambio, prefieres que yo vaya a ti.

A falta de respuesta, decidió que era mejor si él lo hacía. Mientras se acercaba, comenzó a desprender la chaqueta negra que traía puesta, para quitársela por los hombros después y dejarla caer al piso. Así fue como pudiste apreciar dos cosas: que su cabello de color verde oscuro era largo, llegándole hasta la mitad del pecho y que el gesto que había hecho con esa chaqueta, la expresión de su rostro mientras lo hizo fue de clara insinuación sexual. No tenías ni idea de por dónde iba, pero sí que iba a disfrutar al máximo sus siete minutos.

Te acorraló contra la pared, colocando sus brazos uno a cada lado de tu cabeza y sonriendo maliciosamente, sin siquiera intentar esconder sus filosos colmillos. De manera brusca, tomó tus mejillas y te obligó a verlo directo a los ojos. Descubriste tu reflejo en ellos y además, el hecho de que aquella mirada tuviese tal carácter lujurioso.

Siete minutos en el paraíso.  → Diabolik Lovers ←Where stories live. Discover now