C i n c u e n t a y c u a t r o

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De niños vivíamos de juegos en juegos, inventando cosas en las que entretenernos... o entretenerme, porque yo siempre fui la inquieta que se cansaba rápido de las cosas. Pasábamos tanto tiempo juntos, que nos conocíamos a la perfección, nuestras personalidades eran lo suficientemente marcadas como para ser distinguidas. Yo era la niña vivaz; él el chico serio que me seguía hasta los confines del mundo. Uno de nuestros juegos consistía en intercambiar papeles, ser el otro; y aunque Felix nunca estuvo de acuerdo con hacerlo, mi papel le salía bien.

El momento en que abrí mis ojos, después de ser visitada por mis padres, Felix Frederick, el chico que me había sido indiferente y quien decía odiarme por tantas travesuras en el pasado, se sentó sobre la camilla para hacerme una nueva propuesta. Él creyó que sería una buena idea intercambiar papeles, actuar como solíamos hacerlo de niños, arraigar una enfermedad. Creyó que sería un hito invertir la historia para que me olvidara de ello, para convencerme a mí misma que todo estaba bien cuando nada estaba bien conmigo. Quería que fuese feliz sin olvidar lo que me acongojaba, quería apoderarse de algo que no le pertenecía.

Así pasamos a ser Felix, el chico amargado y enfermo, y Floyd, la optimista que lo ayudaría con la lista. En ese instante nuestra historia intercambiada comenzó. Allí empezó un complot, en el que tanto mis padres como amigas estuvieron involucrados. Motivo por el que él y yo siempre estuvimos presentes en la lista. Por eso, había deseos tachados con anterioridad.

En más de una ocasión, lo evidente no podía dejarse pasar. Mi enfermedad cobraba sentido y los desmayos e idas al hospital se hacían inevitables. Por más que Felix fingiese ser enfermo frente a los demás, no podía vivir la enfermedad; él corría, yo estaba en las gradas.

Con el tiempo, claro, el desgaste emocional le pasó la cuenta a días de su cumpleaños, cuando yo "disfrutaba" de una cena con Alex y su padre. El insomnio le pasó la cuenta.

Me sentí horriblemente mal por faltar a su cumpleaños, por eso intenté llegar lo más pronto posible. En el hospital la recepcionista me reconoció, me saludó y me dejó visitar a Felix con la condición de no ser vista por nadie. Mi cara visible en el hospital podía ser reconocida por cualquier médico, dentro del hospital también se forman lazos.

Con el transcurso de los días, semanas y meses, completando la lista, mi vida se iba resolviendo cada vez más. Pude armarme de valor y salir de la sala cuando Mittler lo dijo, pasé toda una noche en el cementerio, grité desde el puente de una autopista, visité un hogar de ancianos, actué en una obra siendo la protagonista, salí en una noticia... Conocí a Synapses, aunque tal vez no en la mejor ocasión.

La muerte de Brand llenó el corazón de amargura e inseguridad a Felix, era su amigo después de todo, un chico que había conocido en el colegio y que también enfermó. Felix conocía la vida en el hospital desde otra perspectiva, aun así llegó a forjar amistades con ellos. Algo teníamos en común.

Es extraño saber cómo las verdades fueron manipuladas, todo con el fin de hacer una historia donde yo no fuese la víctima. Sin embargo, cuando nos alejamos tanto de la realidad, ésta nos golpea fuerte. El periodo de actuación entre Felix y yo se acabó tras la graduación, y tendría que volver al hospital.

Yo no podía aceptarlo, lo que causó un debate en Felix sobre lo que estaba moralmente correcto.

"Dejemos de fingir que todo está bien. Nada está bien, tú no estás bien", me dijo mi chico del paraguas.

Después de tanto tiempo despreocupada de lo importante, no lo quería asimilar. Tuvimos que llegar al acuerdo de terminar con mi lista, solo entonces volvería al hospital para vivir entre chequeos y pitidos.

Ya no más actuación, todo desde mí perspectiva.

Los siguientes días, el gallinero, Felix y yo nos aventuramos en una fábrica de chocolate a las afueras de la ciudad, lugar donde dos de mis deseos fueron tachados: ver cómo se fabrican los chocolates y comer diferentes tipos de chocolate. Lamentablemente, después de comer una barra entera por la noche, terminé con serios y sonoros problemas estomacales, además de granos indeseables en mi rostro.

Un beso bajo la lluviaWhere stories live. Discover now