Capítulo 10: La historia de un resentimiento y una respuesta.

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—Aun así yo.... No creo que sea correcto. —Interfirió, en parte si sintió lastima por todo lo que había pasado con Chris, sin embargo, si era realista, él jamás llegaría muy lejos con el empresario.

—Castiel, espera por favor, ¿y ese hijo? ¿el bebé que tendrán ambos? ¿de verdad crees que serás capaz de dejarlo? —Ahora si había tocado un tema sensible, Castiel no lo demostraba, pero había pasado horas en vela desde que acepto aquella propuesta, siempre pensando, martirizándose a sí mismo por vender a su bebé, uno que aún no era siquiera concebido.

—No lo sé. Me duele, pero yo no tengo nada más que amor para ofrecerle, no tengo un trabajo digno, ni maneras de pagar su educación, apenas podría optar a la salud y sinceramente si fuera un doncel yo temo que... —

—Termine igual que tu, —completo la oración —¿Entonces está decidido? Tú te iras. —

Castiel apretó sus manitas en puño, quiso negar con la cabeza, pero no pudo, puesto que sabía que era verdad, el dejaría a su hijo en manos de Chris y luego se iría, quizás con la esperanza de verlo desde lejos y si Christopher se lo permitía enviarle un regalo barato en las navidades y sus cumpleaños.

—Lo siento, yo no quería. —De pronto vio al médico sobre él, apenas se había dado cuenta de cuando había comenzado a llorar, le temblaban las manos y pequeños gimoteos escapaban desde su garganta. —Lo siento, soy un imbécil, no llores bonito, en serio no tienes que pensar en eso, tienes toda la razon tú bebé estara muy bien aquí, no haces nada mal. —

—¿Qué haces aquí? —El gruñido vino desde el umbral de la puerta. Allí estaba su hermano, tenía una mirada asesina que logro congelarle los hueso, Castiel había levantado su vista y se secaba las lágrimas para pasar desapercibido —¿Por qué está llorando? —Inquirió rechinándolo los dientes y dando un paso hacia adelante.

—No es nada, Giulian está enfermo, eso me pone un poco sensible. Yo iré a ver como esta su fiebre. —Se levantó del sofá apresurado, pero antes de salir Chris le tomo del brazo para detenerlo.

—Me dijeron que has seguido muy bien la dieta, estoy feliz por eso, —hablo con ese tono frio y severo, aquel que no deja un solo sentimiento en el aire, —asumo que estas preocupado por tu hermano ¿Quieres que llame a un doctor para que lo vea? —Pregunto con amabilidad.

—¡Que cruel Chris! —Se quejó el hermano mayor —Yo estoy aquí, puedo ir a ver cómo anda antes de irme.

—No estoy hablando contigo, —le corto rápidamente el menor. —Tú no eres cardiólogo Arthur. —Rectifico luego.

—Gracias, —musito el menor limpiándose un par de lágrimas, —pero solo es un poco fiebre, estaría muy feliz si el doctor Arthur le diera un vistazo antes de irse, —añadió con un poco más de tranquilidad.

—¿Seguro? —Consulto aun preocupado y Castiel asintió. —Esta bien, ve a verlo, avísanos si pasa algo. —Chris le soltó del brazo dejándole subir, observo su espalda menuda hasta que piso el ultimo escalón y doblo a la habitación, luego de eso al fin pudo sentarse a hablar con su hermano —¿Qué haces aquí? —Insistió con tono de voz frio.

—¿No puedo venir a ver a mi hermanito? ¡Tú nunca me llamas, estoy obligado a venir aquí para verte! —Exclamo con dramatismo, pero una sola mirada de Chris le hizo arrepentir de su preciada actuación. —Está bien, no te enojes. Me encontré con Robert ayer por la tarde y él me conto sobre tu visita a su consultorio, quise venir a verte, ya que yo puse a ese muchacho en tu vida, quería ver si las cosas estaban saliendo bien, pero no esperaba que le tuvieras tan pronto viviendo en tu casa —Se explicó.

—Pasaron muchas cosas. —Respondió este en un suspiro. —Tu sabes donde vive, no estaba seguro allá. —Asevero sacando una sonrisa traviesa en los labios de Arthur. —Además Robert le dio una dieta a seguir, no podía confiar en que el seguiría todo su tratamiento así como así, debo supervisarlo de alguna manera. —

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