Hijos del Sol y el Fuego [COMPLETA]

12. Soy tía... ¿Genial?

Los sueños extraños acompañan bastante seguido a los semidioses ¿Lo mencionó alguien en el campamento? ¿Lo leí en algún folleo del Campamento? ¿Lo oí en el video de bienvenida? La verdad no tengo idea. Pero mis sueños recurrentes siendo la mano derecha Spider Man podían confirmarlo. Y mi más reciente sueño con una manada de animales de todo tipo bailando samba alrededor de una fogata lo confirmaban.

La visión dantesca de los animales, que me recordó bastante a la cebra de Madagascar, Martin, bailando al ritmo de Afro- circus/I like to move it no hizo más que crear una nota mental en mi subconsciente "No ver Madagascar por un buen tiempo". Afortunadamente, aquella escena se disolvió rápidamente en un manto de humo y se reconstruyó, dándome una visión más realista de lo que realmente era: un grupo de leones caminando amenazadoramente alrededor de un pozo lleno de fuego, todo en medio de una enorme catacumba subterránea, oscura aún con la luminosidad del fuego. Traté de mirar más allá del grupo de animales, pero algo me lo impidió. Como si alguien hubiese tomado mi cabeza y me hubiese obligado a mantenerla fija en los leones.

Y claro. Al mirarlos con atención pude notar que no eran leones. Eran mantícoras. Como mínimo, diez de ellas. ¿Cómo no había notado sus imponentes colas antes? ¿O que eran bastante más grandes que un león común? No tenía idea. Misterios del mundo onírico ¿Clovis podría explicármelo si volvía en una pieza al campamento? Posiblemente no, me lo encontraría durmiendo.

Cuando, muy a mi pesar, las mantícoras no mutaron en gatos ni en ningún otro animal más adorable y menos peligroso, una voz retumbó contra las paredes de roca y tierra, asustando incluso a las mantícoras, quienes se encogieron y detuvieron su marcha circular.

- Espero que estés cómoda, cariño- habló la voz, que sin duda era de un hombre, a mi parecer, bastante grande y peludo, como un leñador americano-canadiense. Si aparecía un hombretón con una camisa de cuadros rojos y un hacha al hombro, no iba a sorprenderme.

"Cariño" no contestó. Nadie lo hizo. El hombre volvió a hablar, lo sé porque noté su respiración, sin embargo, no logré oír lo que había dicho.

Cuando abrí los ojos, la luz del sol me obligó a cerrarlos. Si, si, buenos días papá ¿No podrías bajarle el brillo? ¿No? Gracias.

-Oye ¿Estás bien? ¿Llamo a una ambulancia?

La voz era de chico, sin duda. Pero no era Leo. No era nadie que yo conociera. Abrí los ojos con desconfianza. May había visto demasiadas películas de universitarios americanos y no era una buena señal despertar en una universidad sin recordar mucho el cómo llegaste ahí. Me toqué los pantalones; seguían ahí. Wow, eso es bueno. No es que me creyera capaz de quitármelos y lanzarme a una piscina en medio de una alocada fiesta de fraternidad, pero por si acaso.

- ¿Quién eres? – le pregunté al chico, sobándome la cabeza. No pensaba que el soñar con mantícoras fuese tan doloroso. ¡Imagina pelear con ellas! No gracias.

- Tom- me dijo, confundido - ¿Estás bien?

- ¿Dónde está Leo? – pregunté mirando a todas partes menos al preocupado chico.

- ¿Tu novio? - preguntó

- ¡Duh, no! – respondí. Aquella pregunta había sido suficiente para terminar de despabilarme. Miré a Tom y me encontré con unos maravillosos ojos grises, los que me recordaban bastante a la mayoría de los chicos de la cabaña de Atenea. Dudaba si aquel chico era o no uno de ellos, pero no es algo que puedas preguntar la primera vez que conoces a alguien - ¿Cómo terminé aquí? – susurré. No esperaba a que él pudiera contestarme.

- Te vi caminando por aquellos árboles- me dijo, señalando la arboleda por la que había decidido caminar luego del incidente en la biblioteca- Luego te desmayaste o algo así, y estuviste inconsciente unos diez minutos, creo. Mencionaste algo así como "leones", "gatitos" y "fuego" varias veces. Pensé en llamar a alguien, pero noté que no eres estudiante, jamás te había visto y te ves demasiado joven para estudiar aquí.