1. ¡Aguántate Hades, que allá te voy!

609 45 9
                                    

Creí que moriría de una forma más normal. Quizás en mi cama, en una cómoda y elegante habitación, rodeada de familiares llorosos o en una blanca sala de hospital. O que al menos sería una muerte rápida, como en un accidente de auto o un disparo mortal en un ataque terrorista. Pero no así. Atravesada por unas cuantas flechas venenosas.

Que pintoresco.

Apenas puedo ver el cielo nocturno sobre mí, de un negro intenso precioso y lleno de brillantes estrellas. Sin una sola nube y con una luna menguante que jamás había visto brillar tanto. Al menos tendré una linda última vista del mundo terrenal antes de llegar al inframundo. Quizás podría recordar aquel cielo estrellado mientras recorra los Asfódelos buscando el sentido de la vida que estoy a punto de perder. O, en el mejor de los casos, pueda ver más cielos como este o mejores en los Campos Elíseos. Pero no sé si llegue a ir ahí, no creo ser precisamente una heroína que merezca tantas delicias en la otra vida.

Y eso es lo que me da más miedo de la muerte que se aproxima. Si pareciera ser que ya veo a Tánatos venir por mí, con sus preciosas alas negras y lustrosas y su sonrisa solemne. Esperen... ¿Desde cuándo hay tres Tánatos? ¿Y por qué vuelan en círculo sobre mí? Ay no, son grifos, que como buitres han olido el hermoso aroma de la derrota que comienzo a expeler. Maldita sea. Ya comienzo a alucinar. Y a ponerme poética.

¿Y cómo llegué aquí? ¿Quién soy? ¿Por qué hace tanto frío?

- ¡Cam! ¡Dioses, Cam! Vas a estar bien- oigo que chilla una chica junto a mí. Tiene las mejillas cubiertas de lágrimas que se funden con la sangre de sus múltiples cortes en la cara, como manchitas de acuarela roja. Combinan perfectamente con su pelo rojo cereza y sus ojos increíblemente negros. ¿Por qué May puede verse tan bonita hasta en medio de una pelea?

- ¡Llama a Will ahora mismo! – grita otra, creo que Alice, que no deja de atravesar monstruos con su espada de bronce. Tiene todo el pelo negro sobre la cara, lo que le da una actitud sumamente peligrosa. Si yo fuera un monstruo, no me acercaría a ella.

¿Qué importa lo que haría si fuera un monstruo? Yo ya estoy muerta. A la mierda todo el mundo. Pero pensándolo bien ¡No me quiero morir! Todavía hay dos temporadas de Juego de Tronos que me niego a morir sin llegar a verlas.

Pero si estoy aquí, tirada en la tierra, con flechas venenosas clavadas en mi abdomen como si fuera un erizo de tierra, pero con las púas en el pecho y no en la espalda, es porque a mí y solo a mí se me ocurre dejar que unas hordas de monstruos entren al campamento como si cualquier cosa y que para más remate Artemisa haya decidido odiarme por todo lo que queda de milenio. Pensando en todo lo que he hecho, yo también me odio.

Si muero (cosa obvia) díganle a mis padres que los amo.

Ah claro, olvidé que sufro del MDHFCD, o más conocido en el campamento como MDSHPLMNO. ¿Qué significan? MDHFCD son las siglas de "Mal Del Huérfano Famoso de Charles Dickens" y la otra sopa de letras es "Mal Del Semi Huérfano Porque Las Moiras Nos Odian". Ya sabes, tu padre o madre divino andan por ahí haciendo cosas divinas y tu otro progenitor, como buen mortal, murió. Generalmente por causas trágicas.

Pero bueno, ya que voy a morir por qué no me presento. Me llamo Camelia, aunque prefiero que me digan "Cam" y soy una semidiosa de 16 años. Mi madre murió al poco tiempo de que yo nací y quedé al cuidado de una tía por un periodo corto de tiempo. Cuando tenía seis años pasé a formar parte de la familia de May; su padre y su madrastra me adoptaron y había vivido con ellos hasta que May y yo fuimos traídas al Campamento Mestizo por un enérgico y gruñón sátiro.

May es para mí una hermana mucho más "auténtica" que todas las chicas y chicos que están en la cabina conmigo. Y me apena tener que dejarla así, creyendo erróneamente que mi muerte es culpa suya, porque no supo defenderme lo suficiente. Pero tengo más que claro que yo misma busqué cada una de las flechas que tengo en el pecho.

Preferiría no tenerlas. Pero las merezco.

- Artemisa, lo siento... -murmuró antes de cerrar los ojos y dejar que el viento pase por sobre mi cara por última vez. 

Hijos del Sol y el Fuego [COMPLETA]Where stories live. Discover now