10. Una prueba sorpresa antes de la universidad

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Mientras Festus, el dragón mecánico de Leo, se elevaba en el aire por sobre las nubes grises de aquella fría mañana, pudimos sentir tras de nosotros el sol, aquella gigante esfera de fuego y luz que, en cierta forma, me llenó de energía y confianza. Si bien no podía verlo, ya saben, a Apolo conduciendo el carro, sentía en la cálida luz su compañía y su ánimo, contrastando increíblemente con el pálido paisaje que se extendía bajo nuestros pies. El aire estaba bastante helado y nos obligó a abrazarnos a nosotros mismos, esperando que la ropa que llevábamos puesta fuera lo suficientemente cálida para el viaje.

Eran, aproximadamente las siete de la mañana y nuestro rumbo, si bien estaba más o menos claro, aún carecía de un paradero definido. ¿Cómo saberlo? No tenía idea. Repasé la profecía en mi mente, pero no parecía ser más clara de lo que era hace unas horas atrás. Di vuelta la cabeza y vi a May mirando hacia arriba, soñadora, con una sonrisa en la cara y las manos apoyadas relajadamente sobre el lomo de Festus, como si estuviera tendida en la arena de la playa y no en la espalda de lata de un dragón que vuela a varios kilómetros de altura y a otros tantos por hora.

Por la contraparte, Leo parecía concentrado en el camino aéreo que teníamos por delante. De vez en cuando revisaba una que otra soldadura en la cabeza del dragón, pero no había nada que arreglar. De su bolsillo sacó una tuerca hexagonal, quizá la misma de la otra noche, y comenzó a pasarla de una mano a otra en completo silencio. Alice y Hazel me habían dicho que Leo era un chico repletísimo de energía, pero ya no se notaba. Si me hubieran dicho que el chico callado que tenía delante de mí era Leo no lo hubiera creído.

- Entonces...- traté de hablar por sobre el ruido del viento chocando contra nosotros y contra las otras corrientes- ¿Cuándo o dónde pararemos? ¿Se les ocurre algo?

- Había tenido pensado en buscar algún lugar similar a un oráculo o una biblioteca y estudiar mejor la maldita profecía- contestó May, acercando su cara a mi nuca- Tiene que haber algo que estamos pasando por alto.

Leo sacó una pequeña pantalla similar a un celular de uno de los bolsillos de su chaqueta. Lo encendió y apareció ante él un colorido mapa de Estados Unidos en 3D, repleto de señalizaciones: carreteras terrestres y aéreas, caminos secundarios, lugares turísticos y peligrosos, residencias de monstruos, dioses y semidioses benévolos, incluso un par de cines y la ubicación del parque de Walt Disney en Florida estaba representada por una cabeza de ratón negra con una corona dorada.

- Bueno... - murmuró mientras acercaba la imagen a nuestra posición- ¿Qué tenemos cerca, Siri?

- ¿Equipaste esa "cosa" como un iPhone? – preguntó May por sobre mi hombro.

Leo apenas volteó para contestarle secamente: - No le llames cosa como si fuera una baratija. Esta Tablet está programada con el mejor de lo mejor en sistemas operativos, es totalmente anti monstruos, carga con energía solar y en realidad no se llama Siri...

-Me llamo Eunice- habló una vocecilla robótica desde la Tablet- Pero a Leo le gusta bromear.

- Wow, wow, wow – chillé entre sorprendida y asustada- ¿La Tablet está viva?

Leo sonrió con cierto dejo de melancolía. En serio, me estaba exasperando que no fuera el torbellino de cafeína que me dijeron que era. ¿Por qué no hacía explotar algo pronto?

- No lo está- explicó con paciencia- Pero está programada para dar esa explicación cuando la gente le confunde con un simple iPhone- agregó con aspereza mirando a May de reojo.

Si es que ellos iban a ser los amantes sin consumar o como sea, no estaban partiendo de la manera correcta. ¿Pero qué sabía yo de cómo partir una relación? Jamás había tenido novio y ni siquiera había dado un beso. Los chicos simplemente pasaban de mí o me veían como una buenísima amiga y nada más. May siempre fue la que robaba miradas y suspiros, pero Leo parecía no tomar muy en cuenta sus encantos, ni siquiera su brillante pelo rojo.

Hijos del Sol y el Fuego [COMPLETA]Where stories live. Discover now