Capítulo 20

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Laura caminaba a paso rápido por el bosquecillo, la noche anterior había estado llena de emociones, se había despedido de Malcom, le dolía el corazón cuando lo pensaba, también se despidió de Raven, aunque no sabía si él se habría dado cuenta. No quería que supieran que no volvería a verlos nunca, no quería que sufrieran, aunque solo fueran producto de su imaginación los quería a todos y a cada uno. Habían alegrado su vida, la habían hecho más fuerte.
Le costó mucho pensar como decírselo a Tekel, así que finalmente le había dicho que iría a ver a unos familiares, y que tardaría un tiempo en volver. Odiaba mentirle. Era la mejor amiga que había tenido nunca.

Caminaba sumida en sus pensamientos así que al principio no notó nada, pero de repente sonó el chasquido de una rama a su derecha, y al mirar hacia allí vió que la rodeaban un grupo de hombres.
Eran los guerreros de la tierra de Malcom, y cómo no, allí estaba la giganta rubia.
La mujer caminó hacia ella, seguía vestida como una guerrera. Era impresionante.
-Bueno, bueno, que tenemos aquí...un pequeño ratoncito en el bosque...dijo uno de los guerreros.
-Yo no soy ningún ratoncito, le dijo poniéndose en guardia. Nunca había querido ir a clases de defensa personal, y en ese momento le hubieran venido de maravilla. Otra cosa que debería hacer.
-¡Basta de tonterías! dijo Íngrid. Tú mujer, tienes que alejarte de mi prometido. Ahora es mío. Así que no quiero verte por el castillo hasta que nos hayamos ido. La apuntó con la espada mientras le decía esto. Laura temblaba por dentro, pero no dejó vislumbrar la inquietud que sentía.
-Solo voy a ver como está Horag, el muchacho ha estado muy enfermo.
-No me importa ese Horag, le dijo Íngrid con cara de desprecio.
- Pues debería importarte, el niño es muy querido para Malcom. Después de verlo y asegurarme que está bien, me iré y no tendré que veros a ninguno de los dos. Espero que seáis muy felices. Y dándose la vuelta atravesó el cerco que habían hecho los guerreros y siguió su camino.

Todos la miraron alejarse.

-¡Qué miráis condenados!, casi tenemos lo que queremos, vigiladla, que no se acerque a mi prometido.
Y la amazona echó a andar hacia el castillo.

- ¡Vaya!, que mujer más desagradable. Esperaba que Malcom y ella llegaran a algún tipo de entendimiento, si no iba a tener un matrimonio muy desagradable. Suspiró. Pobre amor mío. La vida es muy injusta.
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Subió las escaleras apresuradamente hasta el cuarto de Horag, el niño estaba tendido en la cama mirando al techo.
- Hola Horag, le saludó al entrar.
-¡ Ah! eres tú, estoy aquí esperando a que me mandes a la Diosa a verme. Ya me han salido canas y se me han caído dientes mientras te esperaba. Dijo enfurruñado. Los chicos  han venido a verme hace un rato y me han dicho que os peleasteis ayer.
Laura lo miró seria, ese muchacho se desempeñaba como una persona mayor.
- Bueno, la verdad...si, discutí bastante ayer, pero hoy he venido a verte ¿no?, he dejado atrás mi enfado con todo el castillo y aquí estoy.

Mientras hablaba cerró la puerta del cuarto y se aproximó a la cama.

-  Vale, le dijo incorporándose de la cama y dándole unas palmadas al jergón para que se sentara, ¡cuentame!.
-Bien, por donde empiezo..., es muy alta, casi tanto como Malcom, es rubia con el pelo rizado y largo hasta las caderas, ojos azules, rostro perfecto, un carácter de mil demonios, ejem....esto...tozuda, es tozuda, manda sobre un grupo de hombres, porque es guerrera, ah...y lo más importante, es la prometida de Malcom.
- ¡Queee!, ¡pero si el otro día me dijiste que os habíais casado!, ¡ves!, me pierdo todo lo interesante por a estar aquí tirado. Malcom no ha hecho ni una cosa interesante en los tres veranos que lo conozco, y me caigo, y apareces tu, la diosa, y ....tiene una vida muy activa, y yo aquí, sin enterarme de nada, ¡no es justo!, ¡no señor! quiero levantarme, ¡por favoooor!, le dijo mirándola con ojos de corderito.

Laura no sabía si reírse o darle un coscorrón.

-Esta bien Horag, llamaré a un guerrero para que te baje al salón a la hora de la cena, ¿que te parece?.
-Me parece que podría usar mis piernas, le dijo con los ojos chispeantes, pero mejor es eso que nada. Y se lanzó a los brazos de Laura apretándola con fuerza. Laura lo abrazó y enterró la cara en el pelo del chico. Iba a echarlo mucho de menos.

Se despidió de Horag, y de todos cuantos se cruzó en el castillo y en el pueblo, no lo hizo directamente, sino con sutileza, para que no la interrogaran demasiado. Caminó hacia la casa de Tekel, no entraría en su casa, caminaría hacia el promontorio para tener una buena vista de todo el valle, su paraíso, iba a echarlos a todos muchísimo de menos, y al lugar, ese maravilloso lugar, pero bueno, suspiró, los sueños son sueños, y hay que despertar y enfrentarse a la realidad, por muy descorazonadora que esta sea.

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Laura se despertó con la boca seca, y una sensación de intensa angustia.
Pero lo había hecho. Se había despedido de todos. Ahora podía comenzar su nueva vida, solitaria si, pero sería ella la que llevara el timón.

La siguiente noche se tomó las pastillas que le recetó el médico para dormir profundamente, estaba un poco asustada, ¿y si después de tantas despedidas seguía soñando con todos? ¿Debería permanecer el resto de su vida sin dormir para no ver a Malcom?
-¡Basta!, se dijo a sí misma, hay que ser positiva, va a ser una noche diferente, sin sueños, solo descansar, estoy agotada. Necesito paz.

Se acurrucó bien en la cama y cerró los ojos muy apretados.

Esa noche no soñó con Malcom.

En Mis Sueños (Historia Completa)Where stories live. Discover now