Capítulo 18

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Estaba llorando. Los sollozos desgarradores movían todo su cuerpo en la cama. Lloraba por su sueño, y lloraba por su realidad. Los dos la estaban abandonando.
Laura tenía miedo de entrar en una depresión, pero solo pensarlo le dejaba claro que ella podía con todo. Era patética, debía ser la única persona en el mundo con dos vidas tristes, no, con una no le valía, ella tenía dos. Bueno, se dijo, ¡para!, basta de autocompadecerse. Si para ellos no eres los bastante buena, lo que pasa es que los que no son bastante buenos son ellos. ¡Si! eso, no me merecen, ¡que les den!, dijo incorporándose.
Eran las 6 de la mañana según su despertador. Estaba harta de todo, harta de su vida, tenía que coger el timón, si, ahora sería ella la que iba a decidir.

Lo primero que hizo al levantarse fue llamar por teléfono a Miguel. Le dijo que era urgente hablar, que tenía que volver a casa lo más rápido posible. Miguel se hizo un poco el remolón, quería que le contara por teléfono de qué se trataba, seguía en su línea, el trabajo primero, estaba cansada, pero finalmente lo convenció y él le dijo que en unas 4 horas estaría en casa.

Luego sentó a los niños en la mesa y les expuso las nuevas normas que iban a regir su vida y sus nuevas circunstancias. Los chicos no parecían sorprendidos, estaban contentos de que por fin se hubiera dado cuenta de que esta forma de familia no era muy normal, de hecho aceptaron de buen grado la nueva situación.

Después se puso a actualizar su curriculum vitae, tenía que buscar en GOOGLE como comenzar su nueva vida real.
Esa noche se ocuparía de la vida en sus sueños.
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Malcom quería llorar, sí, como un bebé. Se había enamorado de Laura, pero no podía tenerla. No podía olvidar a su hermana y abandonarla. Solo quedaban ellos. Era su obligación. Suspiró con pesar al ver ante sí una vida interminable de soledad, casado con una arpía.
¿Cómo podía haberse torcido todo tanto?. Si no hubiera conocido a Laura se habría conformado más fácilmente, pero...
Estaba apoyado en uno de los muros de la torre oeste, mirando hacia el mar. Por allí estaba su antiguo hogar donde tanto dolor había sufrido. Y tendría que volver. Estaba asustado.
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- Bueno Laura, ¿que pasa?, he tenido que coger dos vuelos, y cancelar varias citas para venir corriendo. ¿Le pasa algo a los niños?. Miguel había llegado a casa, había tirado el maletín de cualquier forma y estaba sentado delante de ella, en el sofá, con la ropa arrugada y la corbata floja.
Laura se sentó frente a él y le miró fíjamente.
-¿que ves cuando me miras Miguel?, le preguntó mientras tamborileaba los dedos en el brazo del sillón.
-Bueno, pues te veo a ti. Le dijo mirándola con recelo.
-Esa no es una respuesta, mírame y dime que ves.
Miguel la miró fijamente durante unos minutos, de arriba a abajo.
-Hummm.... eres tu, un poco más gordita que cuando nos casamos, pero eres tu, la madre de mis hijos, quien lleva mi hogar, mi esposa. ¿Porque me preguntas eso?¿me has hecho venir por esta tontería?.
Laura lo miraba con atención.
- Se que tienes a otra persona, espera, le dijo al ver que hacía amago de hablar. Quería que me dijeras que me veías como el día que nos conocimos, que no importaba lo que había cambiado. Pero solo me ves como chacha y niñera. Quiero que me liberes. Quiero el divorcio.
-Pppperooo!!!....¿porqué?...así todo funciona...funciona bien...tu, los niños...
-No funciona para mí, yo necesito un compañero, un amante, un amigo, no un cajero automático, al que veo de vez en cuando.
Miguel se quedó muy callado.
- ¿Como sabes lo de Cristina?, le preguntó.
-Nunca estás, nunca me tocas, ¿que quieres que piense?, pero ya no me importa, ya no te quiero. No quiero que me digas lo bonita que es, ni que te alegra la vida, quiero que pienses un poco en mi, que me dejes volar sola, quiero que te vayas de mi vida. ¿Me vas a liberar?.
Miguel la miró serio durante unos segundos.
-Pero yo te quiero, quizás no como antes, pero te quiero. Le dijo con expresión compungida.
-Yo no quiero que me quieras como antes, quiero que me quieras más, que me desees, que pienses en mí, eso quiero, y no me conformo con menos. Le dijo cruzando los brazos y con expresión seria.
-Está bien, te daré el divorcio pero quiero pedirte algo, un último favor, en quince días es la gran fiesta de mi mejor cliente, tienes que venir, es un hombre muy tradicional y quiere conocer a las esposas. Luego firmaré lo que quieras.
-Muy bien, asintió Laura, iré, y luego firmas. Creo que ha quedado todo claro.

Se levantó y lo dejó allí. Ahora tenía que seguir con sus planes, cogió su bolso y salió a coger el coche.

La cosa iba encaminada, el primer escollo estaba superado, había conseguido liberar su parte más personal, ahora tenía que buscar su independencia laboral. Se acercó a varias agencias de trabajo temporal, y a algunas de las empresas en las que había trabajado, dejándoles su curriculum. Se había puesto en marcha.
Luego se dirigió a su médico de cabecera, era importante para acabar también con su otra vida. Allí consiguió unas pastillas que la ayudarían a dormir profundamente, sin soñar, sin sufrir, sin Malcom. Había cogido el toro por los cuernos.

Todos los pasos para controlar su vida la mantuvieron ocupada la mayor parte del día. Estaba preparada. Tenía esta última noche para soñar con su paraíso, para despedirse de él. Era todo demasiado complicado.

En Mis Sueños (Historia Completa)On viuen les histories. Descobreix ara