¡Ayúdenme!

2.2K 150 3
                                    

Mis piernas reaccionaron. Casa musculo de mi cuerpo, cada celula pensaba lo mismo.

Huir.

Alejé su mano de mi y dejé que mis piernas me guiaran a la puerta, pero el era rápido y supo preveer que intentaría huir. Una de sus manos sujetó mi cabello y me hizo frenar. Un grito escapó de mi garganta mientras mi cuerpo se sacudía intentando deshacerse de los brazos de aquel sujeto que me sujetaban con fuerza.

--Grita para mi cariño—murmuró contra la piel de mi cuello

Moví mis brazos intentando liberarme, pero el dolor en el hombro era demasiado. Una de sus manos subio a mi cuello y sentí una pequeña presión en él.

--Te extrañé mucho

--¡Sueltame!—grité desesperada por ayuda. El teléfono estaba en el suelo y no tenia nada cerca mio que pudiera usar contra él

Llaves

--Tu piel continua tan suave y calida—siguió hablando Mathew mientras sus manos me tocaban, pero en aquel mi momento, mis manos estaban ocupadas buscando en el bolsillo de mi pantalón—deseo tanto poder tocar tu piel y hacerte mía de mil maneras—sujeté las llaves con fuerza y las enterré con fuerza en su brazo derecho

Un grio escapó de su boca, seguido de mil maldiciones en contra mia, pero no importo, me habia soltado, y lo único que pensaba en huir.

—¡Maldita!

Salí del departamento y me dirigí a las escaleras, pero Mathew era rápido, su rabia lo hacia más veloz y violento. Sus manos tiraron de mi y me arrojaron contra el muro más cercano, en el cual reboté y regresé de nuevo a sus manos, solo para ser azotada de nueva cuenta contra el concreto.

--Eres tan idiota como antes—gruño mientras su mano aprisionaba mi cuello con fuerza. Lo golpeé y pateé pero el no me soltaba—no huiras tan rápido de mi—dejo caer su puño contra mi hombro herido y una carcajada brotó de su boca cuando escuchó mis gritos—¡grita para mi! ¡Grita como la perra que eres!—su mano golpeó mi rostro para luego arrojarme al suelo. La sangre se sentía en mi nariz, casi no me dejaba respirar. Me arrastré como pude pero no sirvió de nada, el volvió a traparme—estoy tentado a matarte ahora—dijo con diversión. A lo lejos, alcancé a ver a un par de personas que apenas asomaban la cabeza por sus puertas

Ayudenme

Necesitaba ayuda. Iba a morir y nadie haría nada por mí. Su pie cayo sobre mi hombro herido y nuevamente grite. Pegué la frente en el suelo y lloré. Dolia demasiado y estaba tan asustada. No queria esto, no queria morir, no merecía morir por culpa de Rebecca.

--no moriras—su mano tomó mi cabello y me obligo a ponerme de pie—hoy no cariño—me arrastró hasta el ascensor y sentí pánico. Las puertas se abrieron y el me arrojó dentro sin ninguna consideración—no sin antes sentir el encierro que tuve que aguantar

Lo mire con suplica y vi satisfacción en su mirada. Mathew metió la mano dentro de su chaqueta y saco un arma. Crei que me dispararía, pero no lo hizo. El sujeto entro y apretó todos los botones del tablero antes de salir y apuntar su arma a los controles externos.

Las puertas se cerraron y pronto sentí el aire comenzar a faltarme. Me levanté como pude y fui a las puertas. Presiones los botones desesperada intentando abrir las puertas, pero no me obedecieron. Mis manos nerviosas golpearon el tablero y sin darme cuenta, ya estaba golpeando las puertas de metal con mis manos.

--¡Saquenme de aquí! ¡Por favor!—grité desesperada—¡Por favor, alguien escúcheme!—golpeó las puertas, las pateé hasta que mis pies dolieron pero no consegui mas que alterarme más—¡Por favor!

Era horrible. Todo se cerraba sobre mi. Podía sentir el aire disminuir cada segundo, pero eso no me impidió seguir gritando. Caí al suelo con las manos en la cabeza intentando controlar mi ansiedad, pero no importaba cuanto contara, los malditos números no ayudaban. No, ellos no me ayudarían a salir de aquel infierno.

La sangre chorreaba de mi nariz y me impedia respirar correctamente. Mi hombro dolía horrores y creo que lo habia roto. Mis manos estaban rojas de tanto golpear el metal sin éxito. La cabeza me palpitaba como si aun la estuvieran azotando contra el suelo. Y las lagrimas no paraban, ni los gritos. Y la cosa empeoró cuando las luces se apagaron.

--¡Saquenme de aquí!—grite tan fuerte como pude, pero nadie respondió—por favor...ayúdenme—me arrastré a una esquina y abracé mis piernas intentando recobrar la poca conciencia que me queda, pero no podía

1, 2, 3, 4, 5...

Te amo

20, 21, 22, 23, 24, 25...

Julia

46, 47, 48...

Quiero tu sangre sobre mí

78, 79, 80, 81...

Nadie podrá reconocerte

134, 135, 136, 137, 139....

Maldita víbora

302, 303, 304, 305, 306....

Mentirosa

750, 751, 752...

Te haré mia de mil maneras

1075, 1076, 1077, 1078....

Grita para mi

1480, 1481, 1482...

Rebecca

1834, 1835...

¡Grita para mi!

Un grito escapó de mi garganta y mis manos comenzaron a golpear mi cabeza. Me estaba volviendo loca, no podía seguir así. Preferia la muerte antes que este maldito encierro.

Pondré mis manos alrededor de tu sensual cuello y lo apretaré con tanta fuerza hasta que pierdas la consciencia, luego golpeare tu cabeza contra el suelo tantas veces hasta que tu sangre llene mi cuerpo y seguiré hasta que no quede ni un centímetro de tu asqueroso rostro

Mathew apareció antes mis ojos. Sus ojos estaban llenos de rabia y desprecio mientras sus manos cubiertas de sangre golpeaban y azotaban el rostro de una mujer contra el suelo. La sangre se derramaba a mares e iba hacia mi.

Voy a matarte

La sangre llegó a mis pies y comenzó a hacerse cada vez más y más

No quedará nada de ti

Seguía golpeándola como si no tuviera cargo de consciencia. Era odio puro.

Lamentaras haberme mentido

--¡Dejamé tranquila!

Los ojos de Mathew me miraron y una sonrisa cruzó su rostro pringado con la sangre de su esposa. Su mirada me recorrió y vi como relamia sus labios, saboreando el sabor de la sangre. Mi sangre. El sujeto saltó sobre de mi y el horror de apoderó de mi.

--¡No me toques! ¡Sueltame!

Grite. Grite tan fuerte como me fue capaz. Grite por ayuda. Grite por dolor. Grite de desesperación. Grite mientras Mathew seguía azotando mi cabeza contra el frio piso. Y continue gritando sin poder morir.

Entre Amor Y MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora