¿Quedó claro?

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La oficina era bastante grande y tan solo habían unos archiveros, un escritorio, un par de masetas y una silla. Frente a la puerta habia una ventana de paño a paño que daba una vista bastante agradable de los edificios cercanos. El lugar era agradable más no comodo.

Caminé al escritorio y revise rápidamente las carpetas que habían ahí. parecían ser números, muchos números.

En la escuela era buena en matemáticas, sin embargo las finanzas no eran mi fuerte. Los activos y pasivos, impuestos, porentajes y todas esas cosas que hacen de las finanzas un dolor de cabeza, solo lograban revolverme y estuve a nada de no pasar de año por culpa de esa tonta materia.

--si necesita algo, hágamelo saber—levanté la mirada y vi a Lucas darme la espalda

--Lucas, espera—el chico se detuvo pero tardó en girarse. Su expresión era seria y eso me hacia sentir mal—¿sucede algo?—el chico negó con la cabeza—has...estado algo lejos últimamente—solté con pena. Realente queria saber que pasaba con él, pero me avrgonzaba tener que decírselo—¿estas molesto?

--¿Por qué habría de estarlo señorita?—el tono tan serio con el que habló fue como una bofetada—si ya no necesita nada, me retiro—y sin más, se fue

La oficina se volvió más solitaria que antes y mis nervios se mezclaron con mi desanimo consiguiendo que mi primer día en la oficina se volviera el peor día de toda mi vida.

Me senté en la silla y prendí la computadora. Si ya estaba aquí, bien podría distraerme viendo videos o revisando Facebook. No se, hacer algo más productivo que nada. Intenté abrir mi Facebook pero por alguna razón mi cuenta estaba cerrada, pensé en crea otra, pero no tenia sentido, ahora usaría la de Rebecca.

Pasé varias horas en la oficina sin hacer nada y sin recibir visita alguna. Me dediqué a revisar algunos documentos que estaban en los archiveros y otros cuantos que estaban en la computadora. No entendía mucho de lo que leía, asi que tuve que buscar prácticamente palabra por palabra en internet para poder entender de que iban todos esos papeles.

Jason fue a buscarme aproximadamente a las cuatro de la tarde para decirme que era hora de irme a casa. Realmente me sorprendio lo rápido pero aburrido que fue mi primer dia en el trabajo.

Los siguientes tres días fueron similares. Me levantaba a las ocho para arreglarme y desayunar un poco, para luego ir a la oficina a encerrarmea no hacer nada. Hubo un dia donde me cansé de estar encerrada y salí a recorrer el edificio. No tardé mucho afuera, la gente que trabajaba ahí era intimidante. Pasaba junto a ellos y me ganaba miradas de prejuicio. Era un ambiente algo triste e incomodo. También descubrí que tenia una secretaria, quien solía recibir las llamadas que venían de arriba y me pasaba un eventual recado. Ella se encargaba de revisar papeles y archivar cosas.

Era mi quinto día en esa prisión llamada oficina. Me encontraba recostada en el sofá que habia ahí. Me habia quitado las zapatillas que Olive me obligaba a usar, e intenté no arruinar el traje que llevaba puesto el día de hoy. Era un pantalón gris oscuro a la cintura y una camisa amarillo mostaza de manga tres cuartos ligera. Intentaba no despeinarme o arruinar el maquillaje que Olive me recomendaba usar.

--Disculpe señorita—la muchacha que tenia de secretaría, abrió la puerta y me miró con rostro sereno—su padre quiere que suba a su oficina

--¿Yo?—la chica asintió y dejó la habitación—vaya, por fin se acuerda de mi—me acomodé los zapatos y camine lo más derecha posible y sin parecer bambi recién parido—¿puedes recordarme donde es la oficina de mi padre?—la chica me miró como si acabará de hacer un chiste para luego señalar algo a mis espaldas.

Entre Amor Y MentirasWhere stories live. Discover now