CAPÍTULO 21

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El beso de Cristian era doloroso, no en un sentido literal, sino de forma más emocional.

Con la fuerza de este consiguió empujarme contra la puerta de la entrada.

En cuanto cobré el sentido luché por separarlo, pero era incapaz. Sus labios ejercía presión sobre los míos. No había pasión ni dulzura y mucho menos amor, como mucho posesión, pero tampoco. Era como un puro acto físico. No sentía nada, pero me agobiaba. Necesita que se fuera, rápidamente. De repente, él empezó a descender su boca hasta mi cuello. Allí empezó a repartir un montón de besos, pero no era para nada la misma sensación que la que había tenido con Eric. Con Eric había amor. En ese momento comencé a sentir temor.

- Cristian, por favor, déjame, suéltame. - lo seguía empujando fuera de mi alcance intentando deshacerme de él, pero no había forma y, antes de que me diera cuento me dejó un recuerdo de su acto. Tenía un chupón en el cuello.

Antes de que pudiera gritarle, volvió a besarme y yo, furiosa, intenté apartarlo con más fuerza si era posible, pero no me soltaba. Me estaba agarrando por los hombros con sus dos manos.

En ese instante llegó mi salvación. Diamante llamó a la puerta.

- Zafiro, ya estoy aquí. Siento haberme tardado. - había preocupación en su voz y ansia. Quería verme en cuanto antes, parecía no estar en paz, pero Cristian no me soltó y siguió besándome. Yo tanteé con la palma de la mano el picaporte de la puerta para ver si conseguía abrirla. Lo logré y al hacerlo la puerta se abrió de golpe y yo caí y él encima mía. Diamante nos miraba asustada.

Dado que al caer Cristian tuvo que soltarme, me liberé de él. Me levanté y en cuanto él se levantó le pegué un tortazo en toda la cara que tuvo bastante resonancia. Su cara estaba muy roja, parecida al color granate.

- Zafiro, ponte bien. -por primera vez se fijó en mi vestimenta y se dio cuenta de que todavía no me había quitado la ropa de ayer. - Siento no haber creído que no estabas enferma. Espero que te recuperes pronto. - y se inclinó con una sonrisa de superioridad hacia mis labios. Me aparté con furia y velocidad y le gruñí.

- Cristian, te lo advierto. Ni se te ocurra aparecer por aquí. Y mucho menos llamarme. Esto ha terminado. Nada de meses. Has jugado con la suerte y has traspasado unos límites. Ya no voy a vivir en una cárcel y menos después de esto. - el rostro de él se contrajo en una mueca de odio. Estaba claro que no le había gustado mi resolución. No iba a soportarlo. Toda la pena que había sentido por él se desvaneció.

- Anda, Zafiro, entremos. - me instó Diamante.Y esa fue la última imagen que tuve de Cristian en todo el día, pues Diamante ya había cerrado la puerta de mi casa.

- ¡Eric! Ya puedes salir. - dijo ella.

- ¿Sabías que estaba aquí? - pregunté incrédula.

- Claro,él fue el que me avisó de que Cristian estaba aquí y de que se suponía que venía a desayunar. - sonrió con picardía. - Y también de que estabas en peligro. Aunque no sé si peligro es la palabra más apropiada, pero por su expresión de ahora...- ella se calló. - Nunca lo había visto así ni siquiera cuando pasó lo de...- pero se interrumpió antes de que pudiera decir algo ya que Eric bajó corriendo.

- Zafiro,¿te encuentras bien? - preguntó este alterado.

Yo le dediqué mi mejor sonrisa. - Perfectamente. - mentí,por un momento sentí miedo de lo que Cristian podría haber hecho o si moriría por no dejarme respirar.

Eric no me creyó y cuando se fijó en el chupón que tenía en el cuello su mandíbula se tensó.

- ¿Cristian te ha hecho eso?

- No ha sido nada.

Diamante se fijó por primera vez en él. - Bueno, yo no diría nada. Parece de verdad que te han dado una paliza en el cuello.

Me reí, pero ellos no lo hicieron, así que decidí preguntarle algo a Eric. - ¿Cómo se te ocurrió llamar con Diamante? Y, ¿él te llamó?

- Sí, él me llamó y cuando escuché que decías que Diamante venía a desayunar la previne por si acaso la llamaba, pero antes me llamó a mí. Suerte que tenía el teléfono en silencio. - me dedicó una pequeña sonrisa. - Después no escuché nada más y cuando le pediste que te soltara...no sabía que hacer. Si iba y no era nada que no pudieras solucionar tú, estropearía el plan y al verme, él se enfadaría más de lo que ya estaba ya que lo vi a través de la ventana antes de que se fuera. Así que decidí avisar a Diamante y esperaba que ella te pudiera ayudar. Lo siento mucho, debía haber intervenido. - dijo mientras agachaba la cabeza.

- No te disculpes. Esto es algo que tenía que pasar. - me estremecí en cuanto recordé la forma en la que me había besado y como acto reflejo me toqué los labios. Me sentía cohibida y al él verlo se acercó con cuidado y mirándome a los ojos para decirle si no quería que él me besara, pero sería mentirme. Necesitaba sus labios, tenía que borrar este sabor amargo de los míos.

El beso de Eric era suave y dulce pero parecía guardar aún más delicadeza que los anteriores, cosa que me pareció imposible. Él tenía miedo de romperme, era absurdo, pero, no obstante, ese beso me maravilló.

Ejem. - Diamante carraspeó . - Me parece todo muy bonito, pero sigo aquí y no me apetece ver como os dais el lote.

La miramos con cara de poker.

- Ah, claro, se me olvidaba que seguramente seáis unos empalagosos que se pasan todo el día dándose besitos. - dijo ello poniendo los ojos en blanco.

Yo me sonrojé pero al final los tres acabamos riéndonos con gran fuerza, como si ese día hubiéramos hecho un millón de bromas.

Mi primer beso (I)Where stories live. Discover now