CAPÍTULO 19

304 16 0
                                    

Abrí la puerta de mi casa sin prisa y, mientras encendía el interruptor de la luz, dejé pasar a Eric.

- Bueno - empecé - dado que es tarde creo que sería conveniente que te quedaras a dormir.

- ¿Esa no era la idea al venir aquí? - dijo enarcando las cejas con expresión pícara.

Le ignoré. - Yo me voy a dormir. Acomódate donde veas.

Yo ya me disponía a irme y subir las escaleras pero él me detuvo sujetándome por el brazo.

- ¿A dónde te crees que vas? - inquirió mientras me colocaba de frente suya.

- A dormir.- dije sin perturbar mi expresión inescrutable.

No dijo nada más, se acercó cada vez más a mi cara y depositó un dulce beso en mis labios. Inconscientemente empecé a llorar y, al él darse cuenta, se apartó y con sus dedos pulgares limpió mis mejillas mojadas con preocupación.

- Zafiro, amor, ¿qué ocurre? Pensaba que... - no continuó y tuve curiosidad por saber que habría dicho.

- ¿Pensabas qué? - pregunté curiosa sin atisbo de molestia en mi voz.

- Esta noche es solo para nosotros, ¿recuerdas? - no estaba enfadado pero sí preocupado por mi reacción. Seguro que pensaba que estaba loca. Primero le decía que quería pasar esa noche con él y ahora quería irme a dormir. Loca, sin duda alguna.

Suspiré. - Lo siento, es que me siento realmente mal por todo esto. No por lo que siento por ti. - confesé rápidamente para que no llegara a falsas realidades - Eso es maravilloso. Me siento realmente dichosa por este amor, mas...- suspiré de nuevo con pesar - no puedo dejar de pensar en Cristian. Sé que ha hecho las cosas por el mal camino pero tampoco quiero verle sufrir más de lo que ya es, porque no creo que sea feliz de este modo, sabiendo que todo es una mentira y que no le amo, y lo peor es que en estos momentos no creo que le ame nunca del modo que él quiere. - Al escucharme, Eric me abrazó.

- Zafiro - pronunció mi nombre con meliflua voz y cerré los ojos por el placer de escuchar mi nombre salir de sus labios. - No puedes encarcelarte a causa de otros. Debes ser egoísta y mirar un poco por ti. Además, dijimos que esta noche sería para nosotros. - dicho eso depositó un lacónico beso en mi labios para después proseguir.- No quiero escucharte hablar otra vez de Cristian ni de nadie, ¿está bien? Como si no existiera.

Yo asentí y una sonrisa pilla asomó por mis labios para quitarle un poco de tensión al asunto.- Bueno, existir existe. No se puede negar que es mi vecino. - él puso cara de fastidio y yo aproveché para colocar mi mano en su mejilla y realizar sedosos círculos alrededor de esta. Él me miró y aproveché para colocar la otra mano en su otra mejilla y evitar que girara su cabeza. - Sin embargo, solo será eso, un vecino. Esta noche seré toda tuya y mi corazón siempre te pertenecerá. Aunque no pueda estar contigo, mi corazón lo estará. - bajé mi mano de desde su mejilla hasta el lugar donde debía estar su corazón. - Eric, sé que es apresurado, pero creo que puedo decirlo sin equivocación. Te amo más de lo que nunca creí posible. - me apresuré a besarle yo esta vez, de una forma más apasionada que antes, sin darle tiempo a que él dijera nada.

No hicieron falta más palabras. Él me siguió el beso colocando sus manos en mis mejillas mientras dejaba pequeñas caricias en ellas. Yo le agarré el pelo y se lo revolví jugando con mis menos. Por alguna extraña razón quería tenerlo cada vez más cerca, como si lo cerca que estábamos en ese momento no bastara. Él pareció pensar lo mismo.

Me cogió por las piernas, agarrándome de forma que ya no tocaba el suelo. Me apoyó en una pared para volver a utilizar sus manos para acariciar mi cara, aunque rápidamente buscó una opción mejor.

Se dirigió a la cocina y me apoyó en la encimera para que ambos pudiéramos dejarnos llevar un poco. Al dejarme allí ambos nos separamos para recuperar el aire. Nos miramos a los ojos durante un rato que se me hizo demasiado largo.

Eric se acercó lentamente a mis labios, con mucha precaución, como si tuviera miedo de romperme. Esta vez el beso era menos apasionado pero más profundo. Sus labios parecían danzar con los míos, de una forma muy melosa y parándose en cada detalle de estos. En ese momento me sentí realmente completa. No sabía que le quería tanto, al menos mi cerebro no lo había querido admitir, pero mi corazón lo sabía incluso antes que yo y había ido acumulando ese amor a mi costa, y ahora que me explotaba en la cara me parecía casi imposible de creer. Cualquiera diría que he estado enamorada de él desde hace años, pero no era así. Había pasado buenos momentos con él y lo sentía un amigo importante y querido, mas ahora era mucho más. Era lo que me había hecho falta hace tanto tiempo. Incluso yo parecía reacia a creer que le quisiera tanto, pero es que había formado un escudo hacia los sentimientos. Nunca me había enamorado. Siempre que me preguntaban si me gusta algún chico yo buscaba de entre mis conocidos a alguno que estaría más cerca de ser algo para mí, mas realmente nunca había querido a nadie de ese modo, aunque todo el mundo creía que me habían gustado bastantes chicos. Todo era una mentira. Con él, por primera vez, no era una mentira. Me había calado hondo sin siquiera preverlo. Era la primera vez que me sentía así y me sentía realmente completa con él ahí. Siempre sentí que me faltaba algo. Nunca admitía el amor, puede que fuera más una barrera como los barrotes de un castillo, pero él la había pasado sin problemas, como un ser invisible, hasta llegar al lugar del trono donde estaba yo. Me había enamorado de él sin ser consciente y ahora ya no podía volver a engañarme.

Seguimos con ese beso que me elevaba hasta el cielo por mucho tiempo, tanto que casi ni recordamos como respirar. Más tarde él comenzó a trazar un camino. Empezó a besar la comisura de mis labios, luego mi mejilla, seguidamente mi frente donde se detuvo más que en las anteriores, posteriormente se dejó caer por mi cuello y ahí se quedó, respirando mi aroma hasta que comenzó a depositar pequeños besos por todo mi cuello. En ese momento sentí que se me iba la cabeza. Me parecía todo demasiado inverosímil. Solo existíamos él y yo, únicamente dos seres en uno. Nadie más y, entonces, deseé que siempre fuera así.

Él siguió depositando hermosos besos en mi cuello hasta que se acercó a mi oído. Ahí mordió el lóbulo de mi oreja y lo besó.

Entonces se detuvo y dijo - Zafiro - me estremecí al pronunciar mi nombre tan cerca de mi oreja con su preciosa voz. - Te amo. - en ese momento me sentí llena de una dicha infinita. Esta vez me tocaba a mí. Lo separé de mí un poco para poder besarle en los labios. Esta vez no actué con pasión, sino con cuidado, casi del mismo modo que él. No quería separarme de él bajo ningún concepto. Apoyé mi cabeza entre su cuello y aspiré su aroma. Me quedé unos segundos así mientras oía como le latía el corazón.

Finalmente me acerqué a su oído - Yo también te quiero - dejé un segundo de silencio - y mucho.

Ambos en ese momento seguimos besándonos y él me volvió a coger para dirigirme al sofá. En un principio me tensé pero él me tranquilizó.

- Zafiro, no te preocupes. Esta noche no. - sonrió con sorna y después volvió a besarme. - Esta noche te atesoraré.

No recuerdo cuantos besos nos dimos antes de quedarnos dormidos, solo sé que en cuanto el Sol llamó a nuestra ventana me encontraba entre unos brazos que me abrazaban con fuerza y una ancha sonrisa en su cara dormida.

Mi primer beso (I)Where stories live. Discover now