Prólogo

12.2K 482 29
                                    

Cuando la conocí yo trabaja como mesera en una pequeña y rústica cafetería en el centro de la ciudad, había decidido hace un año que fuera sólo un trabajo de verano pero cuando mi segundo invierno en Nueva York cayó y no me fui supe que sería algo más que un par de meses.
Fue un mes antes de navidad cuando la vi por primera vez atraves del cristal de la puerta, parecía esperar a alguien, pero cuando la campanilla sonó supe que no era así.
Sus ojos recorrieron el lugar como si dudará fuera lo suficientemente bueno para ella. Yo la observaba desde la barra y aunque no quería despegar mi mirada de ella me obligue a hacerlo cuando sus ojos dieron con los míos y por un instante, quizá algo más que un instante, me sentí absurdamente avergonzada.
Ella parecía estar impecable aunque sólo me basará en sus tacones de punta y el abrigo de piel que le cubría hasta debajo de la rodilla.
Yo en cambio tenía un suéter viejo de cuello de tortuga con unos jeans gastados que hubiera querido quemar en ese momento, mi cabello estaba atado en un moño y el suyo caía como cascada por debajo de sus hombros. Yo no llevaba una gota de maquillaje y ella parecía haber salido de alguna revista.
Su pasó seguro y firme tomo dirección a una de las mesas junto a la ventana. El nuevo mesero había tomado su descansó apenas diez minutos antes de su llegada por lo que me tocaba a mi atender las mesas. Mis mejillas se encendieron en un rubor bastante evidente cuando llegue hasta ella con mi libreta en una mano y el menu en la otra pero ella sólo me había mirado un par de segundos antes de pedirme unos minutos más.
-Yo te avisaré- me había dicho. Yo sin más había dejado el menú en la mesa y regresado a mi lugar tras la barra.

La observé quitarse el abrigo y ponerlo en el respaldo de la silla dejando ver su blusa de seda y una falda negra de tubo que parecía llegar hasta las rodillas, recuerdo que sentí una sensación de familiaridad y me obligue a buscar algún recuerdo de ella en mi mente pero no había nada.
Un par de minutos pasaron y ella seguía atenta al libro que tenía entre  sus manos desde que lo había sacado de su bolso instantes después de dejar su abrigo.
Había decidido leer el horario que me habían entregado el día anterior en la Universidad cuando ella me llamó.
-¿Que va a ordenar?- le había preguntado y ella tenía la mirada en el menú pero nisiquiera parecía prestarle atención.
-Un café negro sin azúcar y un... ¿que me recomiendas?- tenía una mueca de insuficiencia que en lugar de parecerme irritante como solía sentirme con otros clientes me hizo querer ofrecerle todo a mi alcanze.
-¿Con café? Nada. Es algo que se disfruta sólo.- ella me sonrió y yo casi podría saltar de alegría.
-Tienes razón, sólo el café.-
-Enseguida se lo traigo.-

El café humeante ya se encontraba en la taza cuando ella se sentó en uno de los banquillos de la barra.
-Se está muy sólo en aquella esquina.- yo la miré y por primera vez me fijé en sus ojos, eran color esmeralda pero parecían tan profundos como si fueran del color del café que se llevó a los labios.
-Supongo.- le dije después de unos segundos y ella abrió su libro de nuevo. Sentí sus ojos en mi por unos instantes antes de que retomará su lectura.
Después ninguna dijo nada, mientras ella leía yo atendía a los clientes que habían llegado, hasta que ella volvió a llamarme.
-¿Cuánto te debo, dulzura?- me dijo cuanto estuve detrás de la barra de nuevo y yo sonreí inevitablemente al escuchar lo último.
-Un dolar con cincuenta.- ella sacó su cartera y dejo el dinero sobre la mesa antes de tomar su abrigo y ponerlo sobre sus hombros como una capa.
-Muchas gracias, Sarah.- Me dijo y yo casi llegué a creer que me diría '¿me recuerdas? yo soy' pero no fue así pues ella observaba la placa que llevaba el delantal que tenía por uniforme.
Ella desapareció tan rápido que sentí que sólo había sido un sueño. Pero no.
La taza de café a medio tomar seguía ahí, frío.

Cold CoffeeWhere stories live. Discover now