—Lo siento, Esther, será la última vez, lo prometo. Mil gracias, eres un amor, ¡Y ese cabello rizado te queda hermoso! —Voy hablando mientras acomodo la silla en su lugar, y lo último lo digo saliendo por la puerta y emprendiendo mi camino.

Corro hacia el estacionamiento, y cuando veo mi auto, tiro el bolso a donde caiga y lo enciendo saliendo casi como Toretto, las calles ya son conocidas, así que trato de no faltar a las leyes de tránsito y llegar lo más que puedo a la veterinaria de Deaton. Cuando llego, aparco en un chirrido de las llantas y salto del auto dando un portazo que me duele. Entro por la puerta de atrás, y miro a ver si lo veo.

Está en la parte delantera con unos clientes, pero afortunadamente se van rápido, así que lo llamo —Deaton —Unos segundos después, el moreno aparece por la entrada que lleva hacia la parte delantera que es en donde está la veterinaria en sí.

—Stiles, no esperaba verte hoy. ¿Pasa algo?

—Lo siento, debí haberte llamado, pero es algo importante —El rueda los ojos con una sonrisa y me dice que lo acompañe. Cierra la puerta principal y voltea el cartel por la parte que dice cerrado quedando ésta hacia afuera.

—Cuéntame, ¿qué pasa esta vez? ¿has hablado ya con Derek? —Me indica que tome asiento, y lo hago, él también frente a mí.

—Es de eso mismo de lo que quiero hablarte —Me quedo callado unos momentos y organizo mis ideas —¿Podía comunicarme con él a través del mundo de los sueños estando el despierto? —Él me mira extrañado, más sin embargo lo piensa por unos momentos, y al parecer recuerda algo, así que asiente.

—Creo que es posible, déjame mirar en los libros —Saca un manojo de llaves, pero escoge una en especial que es de color negro con detalles dorados, extraña y demasiado oscura, pero bonita, si me lo preguntan. Aparta una camilla y se pone frente a la caja de primeros auxilios, la saca, y en su lugar queda un hueco, él mete la mano y saca de allí lo que parece un cofre, introduce la llave en la cerradura y la gira. De su interior saca un par de libros, cada uno es muy grande y demasiado ancho, como el anchor de un ladrillo.

Los pone sobre una mesa a su lado izquierdo y comienza a revisar primero uno, luego revisa el otro y es ahí en donde parece encontrar lo que necesitaba. Lee con atención, y luego comienza a sacar cosas de varios estantes alrededor de la habitación, todo lo pone sobre la mesa y luego sigue leyendo.

—»Hay una manera de hacerlo, pero tendré que dormirte a la fuerza, ya que necesitas estar dormido por completo —Sigue leyendo y luego despeja la camilla, la limpia con un trapo y me mira —Debes quitarte la camiseta y quedarte sin nada de cintura para arriba.

—Eh, ¿por qué? —Diablos, quitarme la camiseta, no. 

—Así es justo como lo dice el ritual —Suspiro, y trato de calmar mi corazón que palpita muy fuerte. Respiro hondo y asiento, convenciéndome de que puedo hacerlo. Siempre he tenido una especie de complejo con mi cuerpo, pero esto es algo que necesito hacer, ya que soy demasiado cobarde y no puedo hacerlo de frente, así que si esto me puede ayudar, lo haré. Me quito la chaqueta que llevo encima, y luego la camiseta. Soy tan blanco, que la luz que entra por la ventana ilumina mi piel y hace que la habitación tenga más luz —Ahora, acuéstate sobre la camilla —Hago lo que me pide, y me acuesto, el metal está frío en contraste con mi piel caliente y me provoca escalofríos —Esto puede ser un poco fastidioso, así que tienes que estar concentrado y mantenerte lo más pacífico que puedas para que funcione —Asiento.

Me indica que cierre los ojos y que respire hondo, lo hago, y comienzo a sentir como sus dedos se frotan contra mis sienes con una especie de líquido aceitoso, el frote me relaja, y luego comienza con mi cabello, aunque no sé porque lo hace, la sensación es demasiado buena y me relaja, luego echa algo sobre mi pecho y estómago, y es aquí en donde comienza lo fastidioso, el líquido que ha puesto en mi pecho comienza a picar, y me estremezco un poco, así que el vuelve a frotar mi cabello y mis sienes, la picazón aumenta y el frote también, y me siento entre dormido y despierto. 

Siento como una especie de plumas caen sobre mi pecho y extrañamente en vez de incrementar la picazón la van deteniendo, el frote sigue, y creo que me he quedado dormido, porque me encuentro en total paz y no siento ni el frote.




Abro los ojos, y de repente me encuentro en la preparatoria de nuevo, y sin camisa, me cubro el pecho y el sonrojo me sube por todas partes hasta las mejillas, miro en todas las direcciones para ver si alguien me ha visto, pero extrañamente no hay nadie, ni autos estacionados en donde habitualmente suelen haber muchos. No hay nadie a la vista, aun con las manos sobre mi pecho sigo caminando e ingreso a las instalaciones, miro a ver si hay alguien, pero de nuevo no hay nadie. ¿Por qué estoy aquí? Entonces recuerdo que estoy en busca de Derek, ¿estoy soñando?

Comienzo a caminar y a medida que recorro las estancias veo que no hay nadie, así que me quito las manos del cuerpo y camino con más confianza. Busco las aulas de los profesores, y comienzo a caminar por el camino que me hace palpitar el corazón a mil, estoy frente a su aula, y la puerta está abierta, y no parece haber nadie, pero me equivoco.

Está sentado en su silla detrás de la mesa, y mira una foto, me acerco a él y veo que es una foto de su familia, su mamá, su papás, su hermana y primos. Lo miro a él y su ceño está fruncido, de repente levanta la cabeza hacia donde estoy, y el corazón se me dispara y la respiración se me entrecorta. ¿Puede verme?

Suelta la foto sin dejar de mirar hacia donde estoy y se levanta de su silla, retrocedo y me quedo a varios pasos de él, unos momentos después, niega con la cabeza y se da la vuelta hacia la puerta, está a punto de salir, con su maletín y chaqueta y mi único instinto es llamarlo.

—Derek, espera —Él voltea hacia donde estoy, y luego mira confundido hacia el resto de la habitación. Cierra la puerta y se gira por completo —¿Puedes oírme? —Le hablo de nuevo, y su expresión cambia, parece confundido, pero no enfadado. 

—¿Quién está ahí? —Pregunta con voz fuerte y firme, ese simple hecho, me hace temblar las piernas y que mi corazón aumente de ritmo. Pone sus ojos de alfa, y los reconozco. Son los mismos ojos del lobo que apareció en nuestra lucha contra esas cosas negras. Dirige su mirada roja hacia donde estoy y su expresión se deforma —¿Stiles? —Pregunta, luego mira hacia mi cuerpo y la vergüenza me inunda. Me cubro con las manos y el sonrojo vuelve a surgir. 

—¿Puedes verme? —Le pregunto, él parece muy confundido, pero asiente.

—¿Estoy soñando? ¿Tú puedes verme? —Me pregunta, y comienza a acercarse a mí, yo retrocedo por inercia, y él me aprisiona contra una pared. Pensé que por estar soñando podría atravesar la pared, pero no.

—Te estaba buscando —Él parece confundido, luego recuerda algo y su expresión parece atormentada.

—Dime que estoy soñando, y que solo me imagino esto porque es lo que más quiero. Esto tiene que ser irreal, nunca he podido hablar contigo en mis sueños.

—No estás soñando, yo lo estoy haciendo, y tengo que hablar contigo —Respiro hondo y tomando fuerza no se de donde, me termino de acercar a él —También he estado soñando contigo, y lo sé todo.

Aquello Que Siempre Quise ©Where stories live. Discover now